DISPENSACIONES IV


 
DISPENSACIÓN DE LA GRACIA

La dispensación de la gracia se extiende desde el Calvario hasta la Segunda Venida de Cristo. Ya han pasado dos mil años de este período, y estamos viviendo su etapa final. El trato de Dios con el hombre en gracia fue hecho posible por la muerte de Jesucristo, la cual proveyó el nuevo camino de acceso “al trono de la gracia”(Heb.4:16). Este acceso a la divina presencia, y la abolición del método ceremonial de acercamiento, fue tipificado por el rasgamiento del velo del Templo cuando Cristo murió (Mat.27:51). En  realidad, esta dispensación empezó con el derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés. El Espíritu Santo vino a hacer real en la práctica lo que Jesús había consumado en la cruz.
Dios envió a su hijo Unigénito para que se hiciese hombre, y tomase el lugar del mismo, porque éste había fracasado en todas las pruebas y relación con Dios a lo largo de las anteriores dispensaciones, y era incapaz de alcanzar los requisitos divinos, creciendo su maldad cada día. Jesús cumplió la ley perfectamente en todos sus puntos; murió como una ofrenda de pecado y pagó en sí mismo el castigo de todos nosotros. Porque el pago con la muerte, el precio del pecado, aunque Él no tenía pecado. Después se levantó triunfante, y cargó nuestra humanidad glorificada “al trono de la gracia”, donde Él es ahora nuestro Sumo Sacerdote e Intercesor, nuestra vida, todo lo que necesitamos (I Cor.1:30). “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí, no teniéndole en cuenta su pecado” (2ªCor 5:19). La obra de Cristo fue una obra hecha una vez y para siempre (Heb.10.10); “y ya no hay lugar para mas sacrificio por el pecado”. Aunque esta salvación es beneficiosa para todos (Tit.2:11; Heb.2:9; 1ªJn 2:2), sin embargo, la misma solamente puede ser efectiva para aquellos que creen en Jesucristo y le reciben como su Salvador personal (Mat.16:15,16; Jn.1:12).
Esta es la prueba durante esta presente dispensación.
El propósito de Dios ahora no es la conversión del mundo entero, aunque Él no desea la muerte del impío, ni quiere que nadie perezca, sino que el desea formar de toda tribu y lengua un pueblo para su nombre. “Eclesia” es la palabra griega para referirse a la Iglesia, que literalmente significa “asamblea, llamados afuera o separados”. Por la proclamación del Evangelio (Buenas Nuevas), Dios está llevando a cabo su propósito de llamar a su reino a aquellos que respondan (Hech.15:14-17). Pablo dice: “Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego (gentil)”(Rom.1:16). “Porque por no haber el mundo conocido en la sabiduría a Dios, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación ” (1ªCor.1:21).
Las parábolas de Mateo 13 demuestran claramente que el mundo no será convertido por la predicación del Evangelio, sino que durante todo este período dispensacional, nuestro mundo se caracterizara por una mezcla del bien y de mal, predominando en los últimos tiempo la apostasía, los burladores y el sincretismo.
En la parábola del sembrador(13:3-8; 18:23) solamente una parte de las cuatro partes de la palabra (semilla) trae fruto, o produce una cosecha. “La palabra del Reino”(v.19) se refiere a la entera palabra de Dios como fue vivida y proclamada por Cristo y por el Espíritu Santo por medio de los apóstoles. En el primer incidente la Palabra no se entiende, y Satán fácilmente la borra, antes de que tenga tiempo de germinar(v.19). En el segundo, la palabra germinó, pero como no tenía profundidad en el terreno, fue arrancada por los vientos fieros de la persecución, o secada por el sol de la tribulación (v.20,21). En el tercero, las espinas entre las cuales la semilla fue plantada, tipifican “los cuidados y afanes de esta vida, y las desilusiones de las riquezas”, las cuales ahogaron la palabra (v.22). Pablo, con pena escribe dando un ejemplo de estos; -“Dimas me ha desamparado habiendo amado más el siglo presente”. En el cuarto incidente, el buen terreno representa el corazón, entendiendo y recibiendo la palabra, lo cual produce abundante fruto espiritual (v.23).
Otra evidencias de que el resultado de este orden presente de cosas no es un mundo preparado para Cristo por la predicación del Evangelio, aparecen en la parábola del trigo y la cizaña. Aún en el campo fructífero, Satán siembra su cizaña, la cual crece con el buen grano hasta la cosecha (Mat.13:24-30; 36-43). La “simiente” es diferente a la palabra-semilla. En la parábola del sembrador se menciona a “los hijos del reino” como los que produce  o siembran la buena semilla (v.37-38). Satán introduce su semilla de “falso evangelios” en el mundo de la actividad humana, produciendo una confusión en el cristianismo, esto lo vemos representado por los “hijos del maligno” (v.38). La siega es el fin del mundo (dispensación), cuando Dios divinamente interviene por medio de sus agentes escogidos, los ángeles, para recoger el grano bueno en su granero, y almacenar la cizaña para destrucción (v.39-42).
La parábola de la semilla de mostaza (Mat.13:31,32). Es Contraria a la interpretación popular de que ella representa el crecimiento de la Iglesia, de un pequeño principio, hasta que finalmente llena a todo el universo, para proteger las naciones (aves) en sus ramas, cosa que no podemos aceptar pues es un cuadro de crecimiento inmoral e insustancial. La mostaza, solo una hierba del campo, contraria a su naturaleza, se transforma en un gran árbol. Esto presenta al cristianismo, empezando pequeño, pero en vez de cumplir y vivir su vida de separación del mundo, se convierte en una grande institución, de un carácter político (la Iglesia romana), en cuyo seno las aves (gente inconversa y aún poderes de demonios, Ap.18:2,) encuentran protección. Aves en esta parábola no puede significar algo bueno cuando en la parábola del sembrador (v.4,19) con la misma serie de enseñanzas representaba la actividades satánicas.
La parábola de la levadura. Esta representa la introducción por una iglesia falsa, (la mujer) de una serie de doctrinas erróneas en las enseñanzas verdaderas de Cristo. Las tres medidas de harina, en el simbolismo del Antiguo Testamento, ofrendas de harina o carne, representan a Cristo (el pan de vida) y sus enseñanzas (Jn.6:35,63). La levadura altera la harina y la infla. Esto representa las doctrinas falsas, como las que encontramos hoy en la Iglesia Cristiana, y también estuvieron presente en aquellos tiempos, comprendidas en lo que representa el Fariseísmo, Saduceísmo y Herodianismo. Los fariseos (Mat.23:14,16,23-28) representan la falsa religión, hipocresía, “una forma de piedad sin el poder debido”; los saduceos (Mat.22:23,20) eran los liberales, los modernistas de los días de Cristo, los cuales negaban lo sobrenatural, y los herodianos (Mat.22:16-21; Mar.3:6) eran Judíos que estaban dispuestos a estar bajo el yugo de Roma, y quienes por consiguiente habían abandonado por completo toda esperanza Mesiánica. Ellos eran un partido político mundano. Ellos tienen su réplica moderna en las actividades políticas del cristianismo, las cuales quieren implantar el reino de Dios sobre la tierra por reforma, legislación, educación y alianza con el mundo. A ellos se aferran los que promueven la Teología de la prosperidad.
Hacemos un resumen de estas 4 parábolas con las palabras del Dr.G.Campbell Morgan: “Es evidente que estas 4 parábolas no presentan el cuadro de una era en la cual ha de haber un gran crecimiento de bondad, hasta que la protección final sea obtenida; pero más bien uno caracterizado por conflictos, y en la cual aparentemente el mal triunfa sobre el bien. En la parábola del sembrador, el trabajo del Rey es revelado, es decir, riega la semilla para producir resultados en el reino. El trabajo del enemigo es manifestado en su atentado de evitar resultados para el reino, dañando la semilla en el sitio en que caía. En la parábola de los dos sembradores, el trabajo del Rey es manifiesto, y también el trabajo del enemigo quien siembra el mismo campo con cizaña. En la parábola de la semilla de mostaza, la cual es contraría a toda la ley, produce un gran árbol, tenemos una exposición de un crecimiento innatural, un aborto, algo que nunca intentó ser, y por lo tanto, careciendo de los verdaderos elementos de fortaleza. En la levadura tenemos el símbolo más simple de la corrupción”.
“Debemos recordar otra vez, que el Señor en estas parábolas no está tratando con la verdadera naturaleza del reino, ni tampoco El está declarando su última proclama”.
La parábola del dracma (Mat.13:47-50) nos da un cuadro vívido de la separación del mal y del bien durante los últimos tiempos del mundo, seguramente durante la tribulación. Es la recogida “fuera del reino de todas las cosas que ofenden”. Esta parábola parece encontrar su réplica bíblica en la descripción de la siega (Ap.14:14-20).

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