SEÑALES EN EL CAMINO


Hay señales que nos permiten reconocer cuán fuerte y vibrante está nuestra pasión. En nuestro caminar, veremos el fruto de una vida que disfruta de comunión. Lo difícil es identificar cuándo la pasión comienza debilitarse.

Podemos ver las señales en nuestro diario vivir. Nos hemos acostumbrado a ellas. Tal vez hemos visto debilitarse la frescura y el entusiasmo que nos caracterizaba. Ninguno de los que han renunciado a la vida llena de pasión y fe lo hicieron de la noche a la mañana. A todos les pasó poco a poco. Hubo cambios que empezaron a ocurrir, pero los ignoraron. Prefirieron no prestarles atención. Muchos nos damos cuenta tarde. Un tiempo después, comenzamos a ver debilitado nuestro corazón, y no sabemos qué hacer. Es allí cuando empezamos a despertar a la realidad de que algo nos ha sido robado.

El enemigo vino a matar, robar y destruir. Su agenda es clara. Él desea matar aquello que un día te dio un nuevo comienzo. Quiere robar la pasión que te ha sostenido y destruir la fe que en el valle de sombra avivó y puede volver a avivar tu alma.

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

Nuestra pasión y nuestra fe se cultivan en el corazón. Cuando hablo del corazón, no me refiero al órgano físico, sino al centro de nuestras motivaciones e intenciones. Es el lugar donde se cruzan los pensamientos y las emociones. En nuestro corazón se determina nuestra voluntad. Es donde se ejercen nuestras decisiones. Es allí donde cultivamos nuestra pasión. Los pensamientos que cultivemos van a darle dirección a nuestra fe y pasión.

El corazón es como el huerto que debemos cultivar. Todos sabemos bien que ningún jardín muere de un instante a otro. Si descuidamos la actitud de velar y cuidar nuestro jardín, no nos percataremos de las señales de debilidad que nos va dando. No soy jardinero, pero he aprendido la perseverancia que se requiere para cultivar la vida en el corazón. Sin embargo, hoy Dios quiere despertar tu corazón una vez más. Desea regresarte la intención y el entusiasmo perdidos.

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