Recordemos y tomemos Egipto como símbolo. En el libro de Éxodo aparece el relato del estado de esclavitud en que se encontraba el pueblo de Israel cuando fue subyugado por el rey. Este, envidioso de su número y su poder, decidió impedir que siguieran engendrando y les obligaba a hacer trabajos muy duros porque temía que en caso de necesidad se volvieran en su contra.
El estado de servidumbre que se vivió en Egipto no es algo del pasado. Si alguna vez viviste bajo algún tipo de sumisión sabrás que sus manifestaciones se encuentran al acecho.
Te hacen recordar que allí echaste raíces, que viviste momentos de alegría y felicidad. Desean que tomes la decisión de volver al pasado.
Hay momentos que olvidas los golpes, los malos tratos, el trabajo duro, el hambre y la sed, sobre todo si logran convencerte de que fueron imaginaciones tuyas. Afirman que eres un exagerado y, sobre todo, un desagradecido por no reconocer lo que en Egipto se hizo por ti. Esto no solo te lo dicen a ti sino a cuantos te rodean, así conseguirán que te miren con malos ojos y te consideren descastado.
A Egipto entraste feliz y por voluntad propia. Creíste que era un paraíso, el lugar ideal donde gastar tus días.
Descargaste tu peso y construiste tu morada pensando que sería para siempre. Pero después de un tiempo los ojos se te abrieron a una realidad que desconocías. Supiste de la imposibilidad de salir de allí y empezaste a notar la tirantez en las relaciones. La falta de intención de apertura. Las sinrazones. La escasez de aire en tus pulmones.
Cada vez tenías más claro que ese no era tu lugar y hubo momentos en los que perdías toda esperanza de poder escapar. Aún así, ya fuese con ayuda o sin ella, aquí estás. Lo conseguiste. Te encaminaste hacia la libertad, hacia un espacio diferente.
Querías probar como se vive sin amarres. Te costó mucho y ahora, por fin, estás al otro lado. Sin embargo, Egipto no se rinde. Te considera suyo. Quiere ejercer su poder sobre ti. En su fuero interno te sabe valioso y se carga de odio si no te consigue. Todo vale si es para salirse con la suya. Eres su objetivo. No quieren tu felicidad sino la suya y te marcan la senda a seguir. Hay personas, cerca o lejos, que por alguna oscura razón quieren regresarte a sus dominios.
Querías probar como se vive sin amarres. Te costó mucho y ahora, por fin, estás al otro lado. Sin embargo, Egipto no se rinde. Te considera suyo. Quiere ejercer su poder sobre ti. En su fuero interno te sabe valioso y se carga de odio si no te consigue. Todo vale si es para salirse con la suya. Eres su objetivo. No quieren tu felicidad sino la suya y te marcan la senda a seguir. Hay personas, cerca o lejos, que por alguna oscura razón quieren regresarte a sus dominios.
No soportan tu libertad. Saben que están imposibilitados para volar y van tras de ti con la finalidad de cortarte las alas. Tranquilo. Aunque por todos los medios intenten gobernar tu vida y quieran que les fabriques ladrillos a destajo, ya no pueden. Te liberaste. Si bien disfrutaron cuando estuviste bajo su influencia, pues es así como se sienten poderosas, en el presente estás fuera de su alcance. No obstante, te repetirán una y otra vez que lejos de ellas no eres nada y que ese camino que tomaste hacia la emancipación es equivocado. Te asustarán. Te amenazarán. Te calumniarán.
Levantarán falsos testimonios contra ti y los tuyos. Si les es preciso hacer uso del chantaje emocional, lo harán con todas sus fuerzas.
Egipto no tiene ubicación precisa, puede estar a la vuelta de la esquina, acechando. Siempre que pueda sus manos intentarán recuperarte. La decisión es tuya. Sea cual sea, ten paz y vive.
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