AVALANCHA ESPIRITUAL

Pregunta: ¿Qué vuela sin tener alas, golpea sin tener manos y ve sin tener ojos? Respuesta: una avalancha. Esta vieja adivinanza se ha contado desde la Edad Media. Las personas también la llamaban la Muerte Blanca. Creían que esas bestias asesinas de la tierra eran enviadas por demonios y brujas que cabalgaban encima de una blanca manta de nieve. En aquella época, debido a que no había advertencias, cientos de personas morían de repente. En aquellos tiempos, debido a que no tenían maestros, todo lo que estaba en su camino quedaba destruido. Ahora, las señales de advertencia se ponen temprano, antes de que nosotros salgamos.
En las estaciones de esquí, los senderos y los descensos están bien marcados después de una tormenta. La patrulla de esquí ha estado situando estratégicamente señales de peligro por todas las montañas, como: Advertencia: ¡Está entrando en terreno de avalanchas!; Cerrado: ¡Peligro de avalancha!; y Área de esquí: ¡Límite! Al igual que un pastor es responsable de las ovejas que se desvían, así también un oficial de patrulla bien entrenado está comprometido a advertir a todos los esquiadores que se desvían. Los oficiales de patrullas de esquí se dedican a la  seguridad. Al igual que los esquiadores deben ser advertidos, los cristianos deben ser advertidos.
La Biblia nos advierte claramente de la nieve espiritual que cae. Profetas de antaño dieron advertencias de juicios inminentes. Los caminos por los que caminamos hoy están claramente marcados. Las señales están situadas estratégicamente a lo largo de nuestra peregrinación. Hay juicios que vendrán, un hermoso cielo y un infierno real. El peligro espera si caminamos en desobediencia. 
Esta es una señal muy bien iluminada: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15). Está muy claro. Dios ha situado cientos de señales como esta en su Palabra para nuestra seguridad espiritual, pero tristemente, se presta atención a muy pocas.
Desde el púlpito hasta los bancos debe haber un continuo llamado de advertencia. Debemos indicar hacia las señales. Debemos predicar sobre las señales. Debemos gritar advertencias sin dudar.
Pregunta: ¿Qué vuela sin tener alas, golpea sin tener manos y ve sin tener ojos? Respuesta: una avalancha. Esta vieja adivinanza se ha contado desde la Edad Media. Las personas también la llamaban la Muerte Blanca. Creían que esas bestias asesinas de la tierra eran enviadas por demonios y brujas que cabalgaban encima de una blanca manta de nieve. En aquella época, debido a que no había advertencias, cientos de personas morían de repente. En aquellos tiempos, debido a que no tenían maestros, todo lo que estaba en su camino quedaba destruido. Ahora, las señales de advertencia se ponen temprano, antes de que nosotros salgamos.
En las estaciones de esquí, los senderos y los descensos están bien marcados después de una tormenta. La patrulla de esquí ha estado situando estratégicamente señales de peligro por todas las montañas, como: Advertencia: ¡Está entrando en terreno de avalanchas!; Cerrado: ¡Peligro de avalancha!; y Área de esquí: ¡Límite! Al igual que un pastor es responsable de las ovejas que se desvían, así también un oficial de patrulla bien entrenado está comprometido a advertir a todos los esquiadores que se desvían. Los oficiales de patrullas de esquí se dedican a la  seguridad. Al igual que los esquiadores deben ser advertidos, los cristianos deben ser advertidos.
La Biblia nos advierte claramente de la nieve espiritual que cae. Profetas de antaño dieron advertencias de juicios inminentes. Los caminos por los que caminamos hoy están claramente marcados. Las señales están situadas estratégicamente a lo largo de nuestra peregrinación. Hay juicios que vendrán, un hermoso cielo y un infierno real. El peligro espera si caminamos en desobediencia.
Esta es una señal muy bien iluminada: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15). Está muy claro. Dios ha situado cientos de señales como esta en su Palabra para nuestra seguridad espiritual, pero tristemente, se presta atención a muy pocas.
Desde el púlpito hasta los bancos debe haber un continuo llamado de advertencia. Debemos indicar hacia las señales. Debemos predicar sobre las señales. Debemos gritar advertencias sin dudar.
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