TRASCENDAMOS AL MODO DE DIOS

Juan 15:16 Nueva Traducción Viviente (NTV) 

Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. 

Todas las personas tenemos el mismo anhelo, el trascender de alguna manera, el ser recordados ya sea por nuestros logros o por nuestro pasar por la vida, si lo pensamos detenidamente, aún quienes deciden dejar de vivir y se suicidan esperan trascender por medio de conmocionar a quienes les rodeaban o bien por medio de las cartas que dejan explicando los motivos de su decisión, el hecho es que esperan de alguna manera ser recordados por medio de su acto. Obviamente no todo es tan drástico como un suicidio, pero si todos tratamos de trascender y ser recordados, hay quienes lo hacen por medio de ser serios y callados, o babemos quienes siempre estamos tratando de llamar la atención de otros y que nos identifiquen por algo. 

Pero en realidad, el que tratemos de llamar la atención de otros y que nos recuerde no tiene mucho sentido, porque tarde o temprano seremos olvidados, pero que hay de llamar la atención de Dios?, he ahí la garantía de que seamos recordados, pues es Él quien es eterno y puede poner ese efecto en nosotros, lo ha pensado?, piense en David, quien era solo un jovencito que pastoreaba las ovejas de su padre, pero que en su intimidad donde solo Dios le veía era el mas grande de los hombres y fue Dios quien reconoció, puso su nombre en la historia y hasta hoy se le recuerda como el hombre que tenía un corazón conforme al de Dios. 

También hubo hombres como Abraham quien no pudo tener hijos por si solo, pero tenía un corazón de padre como ningún otro y una dependencia de Dios como pocos, de modo que Dios perpetuó su nombre, no como aquel que recibió un hijo de parte de Dios, sino aquel que sembró la semilla de aquello que habría de ser el pueblo de Dios sobre la tierra. Y podría mencionar muchos otros que han hecho de la misma manera y le quiero explicar cual es la diferencia de lo que hicieron y como lo hicieron, a lo que hacemos nosotros. Desafortunadamente, nuestra generación tiene una fe limitada a lo que ve, los medios, el ritmo de vida y muchos otros factores, nos limitan y creemos en lo que vemos o en lo que otros han experimentado, pero pocas veces nos atrevemos a echarnos un clavado en la palabra de Dios y comprobarla por nosotros mismos y peor aún, nuestras oraciones están enfocadas solamente en cosas visibles y en cosas efímeras o de poca trascendencia. 

Normalmente nuestra oración y nuestra intimidad con Dios tiene que ver con las cosas que nos satisfacen, pero no en cosas que nos den identidad y que nos regresen a nuestra condición a imagen y semejanza de Dios, pedimos cosas que vemos y que cumplen un papel en servirnos, pero no en cosas que nos hagan siervos de otros, y en rarísimas ocasiones oramos por cosas que nos transformen como Hijos de Dios. Nuestra soberbia ha llegado a tal grado que decidimos no acercarnos a Dios porque nos decimos a nosotros mismos "no religiosos", siendo que no es una opción que tenemos, la cita de hoy nos lo explica, en el momento que entendamos que no somos nosotros quienes le damos una oportunidad a Dios, sino Él quien nos llama con un propósito el cual habremos de descubrir para caminar con Él y habremos de dar frutos duraderos. 

Frutos duraderos, ha pensado en ello?, muchos creen que acercarse a Dios significa que nuestros problemas se irán, pero no es así, la mejor señal de que estamos "bien" con Dios es que los demás podrán comer de los frutos en nosotros y piense en esto, un fruto por lo general es dulce, es decir, el acercarnos a Dios nos da como señal el que nos volvamos mas agradables a los demás y que estos se beneficien de nuestra intimidad con Dios y esto de manera permanente. Es por eso que debemos de llevar siempre en nuestra mente y en nuestro corazón los frutos del Espíritu que menciona Gálatas 5:22, donde esto es algo que debe de ser permanente en nosotros como la mejor señal de la presencia de Dios en nuestra vida y sobre todo, que ninguno de ellos es consecuencia de la actitud de otros hacia nosotros, sino que siempre estaremos listos para dar lo mejor de nosotros a los demás aun cuando los demás parecieran no merecerlo. 

 Cuando dejemos de orar y pensar en lo efímero y en lo pasajero, encontraremos nuestro propósito en el dar frutos duraderos, que sean siempre dulces y siempre agradables a los demás y que no dejen de ser, así como Dios no deja de ser y nos impregna de su esencia.

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