MUJER DE LA PALABRA: COMO ESTUDIAR LA BIBLIA CON MENTE Y CORAZÓN

Jen Wilkin dice una frase que engloba todo lo que quiere decir en su libro: “Llegamos a ser lo que contemplamos”. ¿Verdad que es así? Lo que contemplamos es lo que nos ocupa más tiempo. Para contemplar hay que observar, lo que contemplamos es en lo que pensamos más. Por eso debemos ser mujeres de la Palabra, porque en la Biblia Dios nos habla, y ahí es donde podemos contemplarlo.
El primer paso para estudiar la Biblia con mente y corazón es el de cambiar la manera en la que la leemos. La autora se da como ejemplo y cuenta cómo se acercaba a la Biblia y preguntaba ¿Quién soy yo? y ¿Qué debo hacer? Ella creía que la Biblia es un libro sobre ella. Pero, La Biblia es un libro sobre Dios, por eso “debemos cambiar nuestro hábito de preguntar: ¿Quién soy yo? Debemos primero preguntar ¿Qué me enseña este pasaje sobre Dios?”

Su Palabra es, como todos lo sabemos, alimento para nuestra alma, y lo que más necesita nuestra alma es a Dios, su Creador. El estudio de la Biblia nos mantiene contemplando y adorando. Él es quien merece todo nuestro esfuerzo en conocerlo más.
Él es quien merece todo nuestro esfuerzo en conocerlo más.

Jen Wilkin provee de instrucciones muy precisas para llevar a cabo el estudio que se puede hacer de manera individual o en grupo de varias hermanas. También da un ejemplo del estudio de los primeros versículos de la Epístola de Santiago, dando una imagen general a todo lo que dice en su libro.
El libro es muy útil, didáctico, y apropiado para las mujeres porque es una clase de alternativa al estudio de teología sistemática, haciéndolo más abordable.  El resultado es casi el mismo, claro que no es tan complejo, sobre todo en el área gramatical, pero da el mismo resultado porque busca lo que dice Dios a través de ese pasaje.
Los teólogos estudian años para hacer un análisis completo del texto, a través de las idiomas originales, la gramática, y mucho más. Wilkin hace el estudio de una manera más sencilla, a una escala menor, pero de tal forma que al final Dios sea exaltado y que Dios sea el que hable, es decir, tener una exégesis y no una eiségesis al final del estudio.
El hecho de ser mujeres no es una excusa para no estudiar la Palabra de manera seria.

El hecho de ser mujeres no es una excusa para no estudiar la Palabra de manera seria.
 No podemos predicar desde el púlpito, pero, sí debemos predicar a los no creyentes que están en nuestro ambiente. Las mujeres maduras deben enseñar a las más jóvenes – para esto se necesita conocer a fondo la Palabra de Dios, porque tal y como dice R. C. Sproul: todos somos teólogos.

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