MANTEN EL RUMBO

Podemos estar absolutamente seguros de algunas cosas en nuestro caminar con Dios, pero no de todo. Cuando nos fijamos en la inmensidad del espacio, sabemos que Dios es mucho más poderoso y majestuoso de lo que nuestra mente puede entender. Cuando consideramos la cruz, nos damos cuenta de que su amor es más profundo que el océano más profundo. En estas dos cosas, podemos asegurar nuestras vidas y nuestro futuro. He aprendido que todo lo demás se compone de detalles. Para ser honestos, yo no me preocupo más por la voluntad de Dios porque confío en que la voluntad de Dios me guiará y, si me salgo del camino, Él ha prometido que trabajará en todo lo que haga falta para el bien de los que confían en Él: personas como usted y como yo.
Ahora, paso mi tiempo preparándome para escuchar la voz de Dios para poder obedecer tan pronto como tenga la sensación de su guía. Después de que Pablo explicó las maravillas del evangelio de la gracia, les dijo a los creyentes de Roma: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2, NVI).
Este pasaje es muy fuerte y claro. Para ayudar a que las personas experimentaran la voluntad de Dios, ¿cuáles fueron los consejos de Pablo?
  • Reflejar lo más posible la grandiosa misericordia de Dios. Comprender y experimentar la gracia de Dios produce humildad y coraje. A causa de la cruz de Cristo, somos amados, perdonados y aceptados, por lo que no tenemos nada que temer cuando nos enfrentemos a los retos de la vida y cuando Dios nos llame a ser obedientes.
  • Ofrecernos a Dios cada momento de cada día sin ocultar nada, estando siempre listos para responder a su invitación y a su mandato. Pertenecemos a Él, esta es una verdad que nos conforta y nos llama a responder con fe. Una vida de servicio es verdadera adoración.
  • Reconocer ese atractivo, ese encanto, de nuestra cultura de valorar éxito, placer y aprobación, y no caer en esa trampa, no morder ese señuelo. El patrón de nuestras vidas no es compatible con lo que el mundo valora. Estos mensajes atractivos, pero venenosos, nos confunden, nos hacen criticones y arruinan nuestras relaciones. Esas voces negativas no pueden ser completamente calladas porque vivimos “en el mundo”, pero no somos “del mundo”.
  • Estar en la presencia de Dios todos los días para alabarle, confesar nuestros pecados y pedirle sabiduría y provisiones. Si lo hacemos muy deprisa, podemos poner una marca a todas nuestras peticiones en la lista, pero vamos a perder la fuerza y ​​el ánimo de lo que significa estar realmente en la presencia de Dios.
  • Obedecer. Cuando Él llama, respondamos tomando pasos de fe. En cada punto, sigamos escuchando su suave voz cuando nos diga: “Dobla aquí”, “Di esto a esa persona” o “Ve para allá”. Al tomar estos pasos, el camino de Dios se hace más claro.
Cuando vea una oportunidad para tocar vidas, vaya por ella. Algunas personas oran por meses antes de decir “sí” a una oportunidad. Por el amor de Dios, ore y, luego, ¡simplemente, vaya! Deje que el amor de Jesús lo llene y fluya a través suyo y verá lo que Dios hace en la vida de aquellos que usted toca. Y seamos claros: nuestro servicio a Dios no es siempre dentro de las paredes de una iglesia. Nosotros le pertenecemos a Él cada minuto de cada día y podemos tener un mayor impacto en nuestros barrios, tiendas, escuelas, empresas y organizaciones que el que tenemos en la estructura organizacional de la Iglesia. Apoye a la Iglesia, pero esté abierto a ser usado por Dios donde quiera que vaya.

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