APRENDE A DECIR NO

Los tiranos no son culpables de su tiranía, ellos son simplemente víctimas de sus emociones desequilibradas. Los culpables de la influencia de un tirano son aquellos que por ganar más poder, por no perder la comodidad o por el miedo que les da enfrentar a alguien desequilibrado emocionalmente, no están dispuestos a decir que NO. No habría dictadores si hubiera un pueblo valiente, que piensa y que aprecia la libertad más que la comodidad.
Recuerda que aquellos que no pueden dar libertad a otros, nunca experimentaron libertad de sí mismos. Y aquellos que se dejan dominar por otros, nunca llegaron a ser responsables de sus propias vidas. La mejor manera de crecer en nuestra vida emocional se experimentará cuando le pidamos a Dios que nos de fuerza para decir que NO ante las presiones de aquellos desequilibrados que desean manipularnos por medio de amenazas o gritos para apartarnos del camino del deber a Dios o a nuestro prójimo.
Ahora ¿quieres amar al que te manipula? Entonces afirma tu libertad diciéndole que NO, porque si le dices que SI solamente por complacerlo o para que se calme, tarde o temprano estarás con tus acciones haciendo lo que te pide pero al mismo tiempo lo odiarás dentro de tu alma. Cuando vives para complacer a un dictador, no estás sometido a él, estás sometido a tu propia debilidad.
Pero no nos confundamos, no nos libraremos de un dictador combatiéndolo, eso puede ser como echarle más leña al fuego. Al dictador se lo anula fortaleciéndonos a nosotros mismos para que estemos dispuestos a decirle que NO cuando quiera violar nuestra conciencia, y estando dispuestos a llevar la carga por dos millas cuando solamente nos pidió que la llevásemos por una (Mt 5:41). Es cuando se de esto último que llegaremos a experimentar total libertad de nuestra debilidad y gozarás de madurez espiritual y emocional.
Que Dios nos haga fuertes en Él para poder permanecer en la libertad con la que nos dotó cuando nos hizo a su imagen. Recuerda que no es con una guerra contra el dictador que se lo vence, sino con una guerra contra tu propia debilidad.

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