DECEPCION

José le dice al copero que estaba con él en la cárcel: En tres días estarás en el palacio; acuérdate de mí.  El salmista decía: Dios no va a dejar mi alma en el Hades.  El ladrón que estaba en la cruz junto a Jesús le dijo: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
¿Cuánto tú puedes resistir en el Hades de tu vida, sabiendo que allí Dios no te va a dejar?  ¿Cuán vivo puedes permanecer en tu peor infierno sabiendo que él te va a sacar?  No hay sensación más alegre que alguien se acuérdate de ti.  ¿Has tenido esa experiencia, cuando menos lo esperas, alguien te envía un texto o correo electrónico, una llamada o un regalo y te dicen: Estaba pensando en ti?  Todos queremos ser recordados y nunca olvidados.
El copero estaba en angustia en la cárcel y Dios usa a José.  Este lo anima y le dice: Tranquilo, vas a salir de este horrible lugar, pero acuérdate de mí.   Luego que el copero llega al palacio, se olvida del que lo ayudó en su peor momento.  ¿A cuántos has ayudado que luego que están al lado del rey, se olvidan de ti?  ¿Cómo se siente? Si alguien tuvo que batallar con la sensación de sentirse olvidado fue José porque, si doloroso era que sus hermanos lo vendieran, más doloroso tuvo que ser el pensar que aun su padre se había olvidado de él.
Seguramente, muchas veces, por causa de las situaciones difíciles de la vida, has tenido ese sentido de abandono.  Muchos han vivido con ese sentido de abandono porque sus padres, a temprana edad, los abandonaron.  Otros, porque esposos (as) los menospreciaron y los abandonaron.  ¿Qué hace el abandono en la mente de una persona?  En su vida llegarán momentos donde vivirán desconfiados con la sensación del abandono.  Otros, por más que estén rodeados de gente, seguirán sintiéndose solos y menospreciados.
Cuán difícil tuvo que ser para Jesús, cuando en una ocasión les pregunta a los doce discípulos: ¿Quién dicen ustedes que soy yo?  Y ninguno le pudo contestar.  Tuvo que ser un momento duro, luego que los ha vestido, protegido, han sido testigos de su ministerio, y no supieron qué decir.  Dios ilumina a Pedro y, a través de él, contesta: Tú eres el hijo de Dios.  Jesús le contesta: Porque no te lo reveló ni sangre, ni carne, sino mi padre que está en los cielos.  En otras palabras: Gloria a Dios que papi nunca se olvida de quien yo soy.
El copero se acordó de José dos años después.  Un día se acordarán de ti.  No hay semilla que hayas sembrado en una persona que Dios se olvide de ella.  Por esto es que dice la biblia: No nos cansemos de hacer el bien porque, a su tiempo, segaremos.
Dios sabe el sentimiento de dolor cuando te abandonan luego de todo lo que has hecho por ellos, que has cuidado, protegido, y sabe de todos los pensamientos que pasan por tu mente.  Pero recuerda las palabras del salmista: Él no va a dejar mi alma en el Hades.  En otras palabras: No me quemaré en este odio y este rencor.  No me quemaré con la basura del mundo.  No me quemaré con este sentimiento.  Aunque el mundo te abandone, Dios nunca te va abandonar.
La historia siempre nos ha enseñado que Dios nunca abandona a aquellos que han creído en él.  Después de 40 días de diluvio, cuando Noé y su familia no veían nada, encerrados en el arca sin saber para donde iba, en ese momento, la biblia dice: Se acordó Dios de Noé.  También vemos que se acordó Dios de Sara, de José, de David y de Cristo.
Hoy, como un ser resucitado, vive con la conciencia de que Jesús vino y murió por ti.  Que, mientras otros te han abandonado y se han olvidado de ti, él nunca se ha olvidado de ti.
Un resucitado es aquel que vive confiado. Vive sabiendo que, cuando nadie pensaba en ti, cuando todos te abandonaron, nadie te dio la mano para levantarte, Dios te amó tal y como eres, te llamó, ha cuidado tu mente y ha preservado tu vida.  Un resucitado sabe que es hijo y que el Padre Celestial nunca le dejará.
Declárate libre de todo pensamiento de abandono.  Vive como un resucitado.  Camina confiado, sabiendo que Dios no va a dejar tu alma en el Hades. Vive declarando que, por encima de los problemas y de todo sentimiento de abandono, Dios se acuerda de ti. Él envió al Consolador, al Espíritu Santo, que nunca te va abandonar.

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