DIOS SE HACE TANGIBLE

En Éxodo 31, dice la palabra del Señor, que Dios le dijo a Moisés que había llenado a Bezaleel de su Espíritu. Esta es la primera vez que la palabra habla de que alguien haya sido lleno del Espíritu de Dios. Este hombre, Bezaleel, no era un pastor, no era profeta, sino que era artífice.
Este fue el primer artífice en la biblia, ungido por Dios. El trabajo de Bezaleel era diseñar y construir todo el tabernáculo de Dios y cada una de las piezas. El trabajo de este hombre era construir el arca del pacto. tenía que escoger el ebanista correcto, la madera correcta, el oro, medir todas las cosas. Dios le dio a Moisés todas sus especificaciones, pero no le da la capacidad a Moisés de construirlo. Dios le da la visión a uno, pero pone de su Espíritu en Bezaleel para que tenga la capacidad de transmitir con sus manos la obra que Dios quería hacer.
Crear el arca del pacto, el tabernáculo, no era cualquier cosa. Aquel era el lugar donde Dios iba a habitar, aquello era el cielo en la tierra. Para tener el cielo en la tierra, hace falta unción. Para reproducir en la tierra aquello que hay en el cielo, hace falta unción, hace falta el Espíritu de Dios.
No se trata de menospreciar los ministerios; pero tampoco pienses que, si tu llamado no es ministerial, entonces eres un creyente de segunda clase. Un ministro necesita el Espíritu de Dios, pero, para lo que tú haces, para aquello a lo que te dedicas, tú necesitas también el soplo del Espíritu Santo, para transmitir en todo lo que tú haces aquello que Dios quiere que tú transmitas.
Somos nosotros quienes hacemos tangible a Dios aquí en la tierra. La gente no puede ver a Dios con sus ojos, pero, a través de tu trabajo, a través de lo que haces, la gente puede ver el reflejo de lo que hay en el cielo. A través de tu forma de hablar, a través de la labor de tus manos y de todo lo que haces, puedes transmitirle al mundo aquellas cosas que van a traer la presencia de Dios en medio de nuestro pueblo.
Dios no llamó al más talentoso. No necesariamente buscó al artista más famoso, o al más hábil, sino que buscó a alguien en quien él pudiera poner su Espíritu.
Cuando salgas a trabajar, entiende que el Espíritu de Jehová va contigo, y que él puede darte el diseño y la capacidad de cambiar tu empresa, y de cambiar la vida de aquellos a tu alrededor.
Pídele a Dios que te dé de su Espíritu, para que tú también te conviertas en un artífice en todo lo que tú haces; para que, lo que hagas, lo hagas con excelencia, para que otros puedan ver a Dios en ti. 

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