DAR Y RECIBIR

Una de las cosas más importantes que el hombre debe aprender a hacer para alcanzar la libertad financiera es diezmar consistentemente, separando una décima parte del aumento e incremento en su vida.  Los grandes hombres de dinero saben que deben dar una parte de todo lo que hacen. Esto provee satisfacción personal y resultados más grandes en su vida, al ser capaces de ser generosos con aquello que Dios pone en sus manos.
En la historia, los hombres más prósperos son aquellos que han dado más, no tan solo a la iglesia, sino a la humanidad en general. La generosidad es un principio espiritual que trae resultados a tu vida. Lo que sucede es que somos generosos, pero con las personas incorrectas, en el lugar incorrecto y de la forma incorrecta. De esta manera, la única satisfacción que se consigue es la personal, de calmar la conciencia al dar algo.
¿De que te sirve ser generoso y que no haya resultado? ¿Cuántas veces has sido generoso con una persona que no lo ha sabido agradecer? Intentas comprar su amor con el dinero, pero lo cierto es que el dinero no va a cambiar a esa persona; la realidad es que nunca será agradecido. La persona que es tacaña, lo es fuera y dentro de la iglesia, al igual que el generoso lo es fuera y dentro de la iglesia.
Si no sabemos dar, no tendremos los resultados que esperamos. Debes aprender a dar, con conciencia, sabiendo que estás esperando a cambio y que, si no da resultado, debes hacer cambios.
La Biblia menciona que el sembrador salió a sembrar, y parte de la semilla calló en mala tierra; otra parte calló en pedregales; otra, en espinos, y otra en buena tierra, siendo esta última la que finalmente dio fruto. Puedes probar varías tierras la primera vez, como el sembrador lo hizo, pero la próxima vez ya sabrás en dónde la semilla dará fruto.
No se trata de ser generoso, sino de saber en donde serlo para obtener los resultados.

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