AUMENTANOS LA FE...


En un momento dado, los discípulos le dijeron a Jesús: Auméntanos la fe. Muchas veces tomamos estos  versos para hablar acerca de lo importante de aumentar nuestra fe para prosperar, para progresar, para obtener grandes cosas materiales o naturales en nuestra vida. Curiosamente, esta expresión “auméntanos la fe” es usada por los apóstoles en otro contexto.
No es que esté mal pedirle a Dios que aumente tu fe para prosperar, para progresar, pero en esta ocasión, la razón por la que los apóstoles piden que les aumente la fe es una muy diferente.
En Lucas 17, Jesús dice a sus discípulos que procuren no ser tropiezo para con sus hermanos en la fe, y que, si alguno pecaba contra ellos siete veces al día, y siete veces se fuera donde ellos arrepentido, le perdonaran. Fue entonces que los discípulos dijeron: Auméntanos la fe.
Para perdonar, hay que tener fe. Para amar a la gente, hay que tener fe. Para no ofenderte con la gente, hay que tener fe. Para tú poder ser libre de los tropiezos y de las ofensas, hay que tener fe.
Tú necesitas que Dios te aumente la fe para perdonar, para que no permitas que la gente que trata de ser tropiezo para tu vida se meta en tu corazón de manera tal que estorbe lo que Dios tiene para ti.
Jesús les dijo: Si tuvieras fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería. Y hay cosas en tu vida que tienes que sacar de raíz.
En Hebreos 12:5, dice la palabra del Señor que tengas cuidado no sea que brotando alguna raíz de amargura en tu vida te estorbe el alcanzar la gracia de Dios.
La gracia de Dios alcanza a todos, pero no todos alcanzan la gracia, porque hay cosas que estorban.
Tu peor estorbo para la paz, para el descanso, para el éxito, para la felicidad, no es el diablo. Deja de pelear con el diablo. El diablo no es omnipresente. Hay seis billones de habitantes en todo el mundo, por lo tanto, tú no eres su prioridad.
Tu mayor estorbo no es el diablo, no es el mundo, no son los problemas que hay a tu alrededor, no es la gente. Tu mayor estorbo ante lo que Dios tiene para ti eres tú. Permitiendo que broten raíces de amargura en tu vida, estorbas la gracia de Dios.
Tu mayor estorbo es lo que tú permites que se meta en tu corazón: el rencor, el odio, la falta de perdón, los corajes. Tú sabes que Dios quiere que tú seas feliz, pero hay algo dentro de ti que no te deja ser feliz. Tú sabes que Dios quiere que tú seas libre, pero hay algo dentro de ti que te ata.
Jesús dice que la forma de cambiar todo esto es sacando el árbol de sicómoro y sembrando una semilla de mostaza. No es sacar algo y dejar el espacio vacío. Sacas el sicómoro de raíz, y siembras una semilla de mostaza, con tus palabras.
Tus palabras son las que crean tus raíces de amargura. Lo que está dentro de ti es porque tú lo has dicho, lo has declarado, y eso estorba lo que Dios quiere hacer contigo. La forma de sacar lo que llevas dentro, es de la misma forma en que lo pusiste: hablando.
Comienza a declarar las palabras correctas.

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