UN CAMINO HACIA LAS ALTURAS

En las Escrituras, las alturas de los montes se refieren a un lugar donde habita la presencia de Dios. 
Cuando Moisés tenía la necesidad de comunicarse con Jehová sin interrupciones, subía al monte. Allí Dios le hablaba directamente y se establecía una comunicación muy personal. Aunque sabemos que Dios habita en todo lugar, fijar nuestra mirada en las alturas nos ayuda a cancelar las distracciones que tenemos a nuestro alrededor y concentrar en Él toda nuestra atención. Así como escalar una montaña requiere esfuerzo físico, el camino hacia Dios requiere un esfuerzo mental y espiritual. Es mediante ese esfuerzo que encontraremos los pasos a seguir para desarrollar una vida que nos brinde la felicidad que anhelamos. Todos buscamos alcanzar la felicidad, de una manera u otra. Lamentablemente, algunos la buscan por un camino contrario al que nos señala el Maestro. Dios te ciñe de poder para cambiar una actitud de derrota en una de total victoria. Te ha dado el poder para cambiar la adversidad y la prueba en una extraordinaria oportunidad para ver su gloria. 
Él hace perfecto tu camino, no porque el mismo sea sin pruebas, no porque sea sin obstáculos, sino porque en cada obstáculo te extiende su mano fuerte para ayudarte a sobrepasarlo. Tienes que aspirar, como cristiano, a caminar en el gozo que te da el Señor en toda situación, no importa cuál sea. En aquellas que son favorables a tu vida, da gracias. Las que te llegan cargadas de adversidad y aflicción, enfréntalas con la determinación y la confianza de que Él está a tu lado y te ayuda. Cuando entiendes en tu alma y en tu corazón que el Señor es quien pelea por ti, su paz te lleva por encima de toda circunstancia. Su incomparable amor llena tu ser y comienzas a ver la vida de otra manera. 
Entonces la felicidad y el gozo no dependen de las situaciones que tengas a tu alrededor, sino de cuán consistente seas en mantener tu mirada en las alturas y en mantenerte en el camino correcto; el que Él te muestra. Cuando lees en las escrituras las demandas de Jesús sobre cómo debes vivir en relación con tus semejantes, te parece que es un camino demasiado difícil de seguir. Tal parece que sus exigencias de vida son demasiado altas para poder cumplirlas. Mas su llamado a practicar la misericordia y amar aún a nuestros enemigos debe entenderse en el contexto de caminar hacia una superación continua, no por tus propias fuerzas, sino por la transformación que te da su Espíritu Santo al venir a morar en tu vida cuando aceptas al Señor como tu único y suficiente salvador.  
Este es el camino del cristiano esforzado: un camino hacia la cumbre, un camino a las alturas, en ocasiones con vientos favorables y en ocasiones con vientos contrarios, pero siempre ascendente. En ocasiones es a paso rápido y en ocasiones a paso lento, pero siempre caminando. En la subida podrías fatigarte, pero también sabes que no te faltará su ayuda, su cobertura y su favor. Cuando te llenas de esa fe que te convence de que en las alturas te espera su indescriptible presencia, esa es la motivación más grande para no detenerte en medio del camino. En su presencia, la felicidad se hace realidad, no importa las circunstancias. Dios te ha dotado con las herramientas necesarias para ser feliz. Todo lo encontramos en su Palabra. 
Escudríñala y con ella podrás llegar a las alturas. Una vez allí, disfrutarás de la hermosura de su santidad, llenándote de poder hasta sentirte firme.

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