LA PALABRA SIEMPRE CONFRONTA

Cuando estudiamos los evangelios, y estudiamos las cosas que Cristo decía, cómo las decía, los momentos en los que las decía, notamos la tranquilidad con la que él decía cosas que eran verdaderamente significativas, cosas que cambiaban la tradición, cosas que cambiaban lo que creían los fariseos. Cuando uno trata de ganarse a una persona, uno trata de ser más simpático, le deja pasar algunas cosas. Sin embargo, cuando estudiamos la palabra del Señor, vemos que, a pesar de que Cristo, en muchos momentos, hacía esto mismo, cuando se trataba de los fariseos, él decía lo que tenía que decir, cuando tenía que decirlo, como lo tenía que decir. Él no tenía ningún problema con decirles las cosas de frente a estos hombres, que se acercaban tan solo para retar la teología de nuestro Señor. 
En Juan 6:59, en adelante, encontramos a algunos de ellos diciendo que la palabra que Cristo estaba hablando era dura de entender. Cuando, en el verso 60, dice que muchos de sus discípulos dijeron que aquella palabra era dura, se refiere a la gente que le seguía, y no como tal a los doce discípulos que conocemos. Los doce discípulos habían tenido la oportunidad de recibir la palabra de parte del Señor más de cerca, y Cristo había podido explicarles las parábolas, les había podido enseñar con más detalles. Cuando estudiamos lo que Cristo estaba diciendo en los versos anteriores, la palabra a la que sus seguidores se refirieron como “dura”, realmente no eran cosas difíciles de entender, no eran palabras tan duras como ellos la percibían. Cristo hablaba en parábolas, porque, aunque el mensaje fuera profundo, Cristo quería llegarles a las personas, para que pudieran recibirlo en su espíritu. Aquella palabra no era difícil de entender, sino difícil de aceptar, porque estaba compitiendo con toda la tradición, con el legalismo, con todo aquello que ya estaba cimentado en la mente y el corazón de los que escuchaban. Podemos entender por qué existía cierta resistencia, si prestamos atención a las cosas que Cristo les decía. Por ejemplo, les dijo que él había bajado del cielo. ¿Qué clase de teología es esa? Hoy podemos entenderlo, y nos parece sencillo, pero, en aquel momento, aquella era una teología controversial, que chocaba con lo que ellos habían estado creyendo. Un poco antes, les dijo que ellos tenían que comerse su cuerpo, que tenían que beberse su sangre. Hoy entendemos a lo que Cristo se refería, pero, en aquel momento, aquellas expresiones les chocaban a aquellos hombres. En este pasaje, Cristo tiene el atrevimiento de decirles que por qué se sorprendían, si ellos mismos lo verían ascender al cielo, de donde él vino en primer lugar. 
El tiempo del ministerio de Cristo, fue uno de los momentos donde más división había, y donde más seguidores se perdieron porque, después de este pasaje, muchos de ellos dejaron de seguirle, porque estas palabras les chocaban. Muchas veces queremos que la palabra el Señor sea suave, que pueda llegarle a todo el mundo, y gloria a Dios por aquellas ocasiones en que tenemos la oportunidad de llevar mensajes con los cuales muchas personas se puedan identificar, pero gloria a Dios cuando también el Señor da revelación a nuestro espíritu, y podemos llevar mensajes que rompen con las tradiciones, con el legalismo, de muchas mentes que ya están cimentadas en ciertos conocimientos. Hay personas que quisieran que se baje la línea del mensaje, pero no hay que bajar la línea del mensaje, porque, aun a Cristo le sucedía y, aunque había gente que se iba, había gente que se quedaba y recibía la bendición. No importa si el nivel del mensaje está bien alto, o si se baja para tratar de llegar a la mayor cantidad de personas, Dios siempre tiene una cosecha de almas, Dios siempre tiene un grupo escogido para recibir revelación específica, en un momento específico.

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