¿COMO VIVIMOS?


Probablemente, la mayoría de nosotros afirmaríamos que jamás confiaríamos en el diablo. Pero quizás no se nos ocurre que poner nuestra fe en alguien o algo además de Dios solo crea curas sintomáticas y en realidad constituye idolatría. Un ídolo es toda cosa en la que usted confía más que en Dios, o todo aquello con lo que tenga que consultar antes de decirle sí a Dios.



En mi propia vida, a veces he luchado con el temor a la muerte. Si tengo algún síntoma físico negativo, de inmediato voy al médico para ver qué anda mal y lo que puede hacer para ayudar a curarme. Permítame dejar en claro que de ninguna manera me opongo a que vea a un médico cuando está enfermo. Jesús mismo dijo que los enfermos tienen necesidad de médico (vea Mateo 9:12). Pero una vez que se han realizado todos los exámenes y llegan los resultados, seguimos teniendo que decidir si confiaremos en Dios o en el hombre.

Es muy importante que no confundamos los hechos con la verdad. Los médicos, por ejemplo, están entrenados para darnos los hechos. Su trabajo es diagnosticar nuestra enfermedad e identificar el mejor tratamiento basándose en su entrenamiento, experiencia y en la información disponible. Pero la verdad “lo que Dios dice respecto de una situación o circunstancia” anula los hechos. Por lo tanto, un médico nunca debería tener la última palabra respecto de nuestra enfermedad o tratamiento. Siempre debemos consultar con el Gran Médico y guiarnos por su pronóstico antes de someternos a la profesión médica.

A menudo tememos lo peor cuando vamos al médico o cuando nos encontramos en alguna otra situación en la que nos sentimos impotentes. El apóstol Juan escribió: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18). Piense en esto: si nuestro Papá es Dios e hizo todo lo que hay en el universo simplemente por llamarlo a la existencia, y nos ama tanto que envía a su Hijo a morir por nosotros, ¡entonces lo lógico es que la preocupación sea totalmente irracional!

¿No es verdad que toda ansiedad, temor y tormento en la vida de un cristiano tiene su origen en el hecho de que hemos olvidado quiénes somos y/o de quién somos? Esto nos lleva nuevamente a lo que aprendimos de la vida de Nehemías y la tentación de Cristo en el desierto. En ambos casos, la artera estrategia del enemigo era tratar de cuestionar quiénes eran.

Si usted está luchando con ansiedad, tormento, temor, baja autoestima, depresión o cualquier otra emoción negativa, es muy probable que haya olvidado que el Creador del universo lo ama. No haga caso de los cuestionamientos del enemigo sobre lo valioso que usted es. Como dice el pastor Bill Johnson: “Todo pensamiento que no inspira esperanza está arraigado en una mentira”. ¡Dejemos de creer mentiras! Abracemos la verdad y vivamos en paz.

0 comentarios: