BABEL ATACA DE NUEVO....


En Génesis 11 encontramos la clásica historia de escuelita dominical: La Torre de Babel, un grupo de endemoniados que querían dominar la tierra y Dios les dio su merecido; recuerdo que cuando estaba pequeño la maestra me enseñó que como querían llegar al cielo Dios destruyó lo que estaban haciendo.

Siempre me imaginé a Dios medio aterrorizado desde el cielo viendo como estaban apunto de llegar a punta de ladrillos hasta las calles de oro y puertas de perlas, esta gente tan perversa estaba a punto de asaltar a Dios, pero el atacó primero… ja ja.

Sin embargo años después al leer la historia me doy cuenta que la cosa es un poco diferente de como yo la percibía en ese momento.

Dios SÍ nos creo para ejercer dominio sobre el mundo, su mandato fue que señoreáramos; fuimos creados para emprender grandes proyectos, alcanzar logros más allá de nuestros sueños. Porque Él puso grandeza dentro nuestro.

En realidad lo único malo que hicieron los constructores de Babel fue emprender cosas con la motivación incorrecta, trataron de edificar un monumento que los hiciera ser recordados cuando ya no estuvieran:

Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De éste modo nos haremos famosos…
v. 6

Dios no tiene problema con que emprendamos grandes proyectos mientras sean para él y no para nosotros.

La motivación errónea que edificó Babel sigue estando presente en muchas cosas que emprendemos como creyentes, aún como iglesia; queremos ser los que impresionen a otros o lo que lleguen donde otros no han podido, solamente para hacernos famosos, ser reconocidos… a pequeña o gran escala, es lo mismo.

La fama tampoco es problema ni pecado ¡Jesús era famoso! El único problema sigue siendo la motivación y para que usamos esa influencia que Dios nos ha dado a todos.

Se nos ha enseñado lo que Dios espera de nosotros, en el Salmo 24.3-4:

¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón…

Aquí vemos que Dios SÍ quiere lleguemos hasta Él, así como los constructores de Babel querían llegar al cielo; pero la motivación tiene que ser distinta. El salmista nos da la clave: “el limpio de manos” nos hablan de acciones correctas, el “puro de corazón” se refiere a motivaciones correctas.

Dios no se conforma con ver acciones correctas ¡Jesús habría sido el mejor amigo de los fariseos! Él busca mucho más profundo hasta identificar porqué estamos haciendo lo que hacemos, por simple vanagloria o para SU gloria; solo el puro de corazón tendrá verdadero acceso a la presencia de Dios.

Entre las personas que hacen las cosas con la motivación incorrecta me he encontrado gente bastante honesta que me dice: “yo vengo a la iglesia solo para mis papás me dejen ir a una fiesta el fin de semana” o “para ver al muchacho que gusta”.

Otras motivaciones incorrectas pueden ser: aceptación y adulación de otros, sentirme superior a otros… la lista sigue, no solo con lo que emprendamos en el ambiente cristiano sino en cualquier cosa que hagamos.

La motivación es el combustible de toda acción, es momento de hacer un alto y pensar en aquellas acciones que son importantes en mi vida, cavar profundo y preguntarme ¿Por qué lo estoy haciendo?

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