TU CRECIMIENTO ES GRADUAL E INEVITABLE


El crecimiento espiritual es constante. Nos parece imperceptible porque no podemos verlo, pero Dios está haciendo algo y, en medio de lo que Dios está haciendo, tenemos que entender que el crecimiento espiritual es un crecimiento constante.
No hay tal cosa como que un día tú te acuestas y te levantas y, al otro día, está la planta. No hay tal cosa como eso. Sabemos que ha tenido que crecer poco a poco. Ante nuestros ojos, parece imperceptible, pero no ha dejado de ser constante.
Cada día que tú vas a tu iglesia y te sientas a escuchar palabra, Dios te añade un poquito más. Cada momento que separas de oración, Dios te añade un poquito más. Cada canción que ministra a tu corazón, a tu alma, a tu cuerpo, a tu espíritu, a tu mente, Dios te añade un poquito más.
Si Dios te diera todo lo que te va a dar de momento, quizás no podrías sostenerlo, pero él te añade poquito a poquito, un día tras otro. Por eso te acuestas y te levantas, y no sabes que está sucediendo algo y, en realidad, todos los días Dios te añade algo, porque cada día trae su afán, pero también Dios trae la bendición, la prosperidad, trae mayor revelación, mayor sabiduría, trae una palabra correcta en el momento correcto sobre tu vida.
Aunque tu crecimiento espiritual ha parecido imperceptible ante tus ojos, no deja de ser constante, y para Dios es inevitable.
La biblia dice que las bendiciones te alcanzarán, porque, aunque tú no tengas expectativas sobre tu vida, Dios tiene expectativas sobre tu vida. Aunque tú pienses que no tienes propósito, y no tengas dirección, y no sepas hacia dónde va a ir tu vida, eso no quita el hecho de que Dios tiene un plan especial contigo, y lo que él ha dicho que ha de hacer, para ti ha sido imperceptible, no lo puedes ver, pero, para él, es inevitable.
Cuando una semilla es sembrada en la tierra, lo único que puede pasar es que esa semilla crezca y dé su fruto. De la misma manera, cuando se añade un nuevo hijo a la familia de la fe, lo único que puede pasar es que cada día tú te parezcas más a tu Padre, que te parezcas más al Dios al que tú le sirves, que cada día des más testimonio de él, de su bendición, de su prosperidad.
A lo mejor tú no has visto el progreso en tu vida, pero el que está afuera ha visto el progreso, porque para ti puede ser imperceptible, pero para Dios es inevitable. A lo mejor tú no sabes de dónde va a venir la bendición, tú no sabes de dónde viene la respuesta, pero, aunque tú no sepas cómo ni de dónde, cada promesa que Dios ha dado sobre tu vida, Dios lo va a hacer.
David decía: Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Y pensamos que levantando nuestra vista a Dios, vamos a ver la respuesta. Pues levantes o no levantes tu vista, Dios va a enviar la respuesta, porque lo que tú no puedes ver, para Dios es inevitable. Él no puede hacer otra cosa que bendecirte, él no puede hacer otra cosa que prosperarte, el no puede hacer otra cosa que darte más, sacarte de donde tú estás y llevarte a una nueva posición, a una nueva bendición.
Para Dios es inevitable añadir revelación sobre tu vida, para Dios es inevitable el sanarte, para Dios es inevitable prosperarte, porque eso es lo que él es, eso es lo que él ha trazado, ese es el destino que él tiene para ti y, aunque tú no lo puedas ver, Dios lo va a hacer.
Cada día que tú le has servido al Señor, él ha añadido un poquito más a tu vida. Cada paso que das en tu vida, Dios lo da contigo. 

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