¿CUANDO ES EL MOMENTO DE SALIR DE UNA IGLESIA?


Si nota alguna de estas siete señales de advertencia en su iglesia, mi consejo es que salga de ella tan pronto como le sea posible. 
Un amigo me pidió hace poco que lo aconsejara en relación con un dilema que estaba enfrentando. Su pastor había caído en pecado por relaciones extramaritales, pero a pesar del escándalo, nunca renunció a su cargo. Mi amigo se sentía decepcionado con la situación. El colmo ocurrió cuando el pastor anunció que impondría las manos sobre cada uno de los miembros de la congregación para impartirles una “revelación especial”.  
Aunque este pastor contaba con un buen número de feligreses fieles, la asistencia dominical declinaba debido a que la gente sabía que tarde o temprano habría problemas. Ellos sabían que no era correcto que este hombre continuara a cargo del liderazgo de la iglesia sin recibir una firme amonestación espiritual. El consejo que le di a mi amigo fue que saliera de allí.
Durante todos los viajes que he realizado en mi vida, jamás he encontrado una iglesia perfecta, y mucho menos lo será si me uniera a alguna. Pero hay iglesias que merecen que se las catalogue como nocivas. Aunque soy de la opinión de que no debemos precipitarnos cuando surgen problemas en una iglesia, creo que hay ciertas señales de peligro que deberían hacernos pensar si es el momento de buscar un mejor redil al cual asistir.
1. Indisposición a escuchar consejos y rendir cuentas. La Biblia dice que “en la multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11:14). Pero cuando un líder evita ser aconsejado por sus colegas, o por aquellos hombres y mujeres de la iglesia que poseen sabiduría y autoridad debido a sus años experiencia, no solo genera inseguridad, sino peligro. Un pastor o líder de iglesia que no esté dispuesto a ser corregido o a ser supervisado en su administración está destinado al fracaso. Si permanecemos en esa iglesia, podríamos sufrir el mismo destino.
 2. Elitismo espiritual. Un líder verdadero amará a todo el Cuerpo de Cristo. Seamos suspicaces ante cualquier iglesia que afirme tener una revelación “exclusiva” o cuyos miembros insinúen ser mejores que otros cristianos. Todas las sectas comienzan así. Una iglesia carismática en Hungría surgió a partir de un reavivamiento, pero su fundador comenzó a enseñar que su iglesia era el único lugar en el que se podía hallar salvación. Si alguna vez un pastor hace este tipo de pretensiones, sacúdase el polvo de los pies y siga adelante. 
 3. Inmoralidad arraigada. El apóstol Pablo exhortó a los líderes a hacer cumplir la disciplina bíblica. Esto debe manejarse con un espíritu de mansedumbre (ver Gálatas 6:1), pero al mismo tiempo con firmeza, ya que el enemigo anda buscando comprometer la moralidad de la iglesia. Si un pastor ha caído en el pecado de adulterio o de perversión, y continúa predicando mientras rechaza la disciplina, su espíritu rebelde infectará a toda la congregación y la inmoralidad se adueñará de ella. No nos contaminemos con semejante influencia.   
 4. Espíritu autoritario. Algunos líderes desarrollan un estilo dictatorial y tratan de controlar a la gente amenazándola, manipulándola y haciéndole exigencias legalistas. Me asombra la cantidad de abusos espirituales que son tolerados actualmente en algunas iglesias. Ningún pastor es perfecto, y hemos sido llamados a ser pacientes ante las faltas de unos y otros. Pero un pastor que abuse verbalmente de su equipo o de los miembros de su congregación está violando flagrantemente las Escrituras. El apóstol Pablo enseñó que un líder de iglesia no debe ser “pendenciero”, sino “amable” y “apacible” (ver 1 Timoteo 3:2-3 NVI). Si el pastor no es capaz de controlar su temperamento, es preferible entonces buscar a otro pastor.
5. Codicia desmedida. Pablo fue enfático al afirmar que un líder no tiene nada que buscar en el ministerio si es “amigo del dinero” (1 Timoteo 3:3). Lamentablemente, pareciera que hemos invertido este consejo. Hemos permitido que charlatanes codiciosos utilicen nuestros medios de difusión, dándoles pie a que corrompan la Iglesia con un mensaje enfocado en el dinero. Su pastor no tiene que vivir en la pobreza, mas si él insiste en llevar una vida de lujos, manipulando a la gente a la hora de las ofrendas para exprimirle el dinero de los bolsillos y satisfacer sus caprichos personales, usted está apoyando su hábito. Salga de una iglesia así.
6. Doctrinas y manifestaciones falsas. Un pastor debe mostrarse dispuesto a permitir la obra espontánea del Espíritu Santo, pero al mismo tiempo proteger a su rebaño del engaño. Algunas ramas del movimiento carismático actual han adoptado de manera entusiasta prácticas de la Nueva Era totalmente ajenas a nosotros, y pareciera que algunos cristianos han desechado el don del discernimiento. Una iglesia que esté abstraída en las revelaciones dadas a un profeta particular, o se aparta de la sana doctrina por tangentes extrañas, debe abandonarla con prontitud.
7. Una cultura de orgullo. Algunos pastores y líderes son tan inseguros, que tienen que crear un aura de importancia a su alrededor para poder funcionar. Se rodean de guardias de seguridad, “escuderos”, asistentes y subalternos, pero no son capaces de establecer una relación genuina con los miembros de su iglesia. Creen que la iglesia se trata de su actuación en la plataforma, y dependen de equipos de sonido, efectos especiales, vestimentas y una entrada triunfal para impresionar a la multitud; en vez de mostrarse como siervos comunes y corrientes, accesibles y tangibles. Si su iglesia se caracteriza más por el culto a la personalidad del pastor, que por la presencia de Dios morando en ella, ¡escape por su vida

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