SALIR DE UNA PRISION

Muchas personas andan por la vida con una máscara, dando impresión de éxito, cuando en realidad los muros del espíritu humano están derribados. Algunos pueden haber intentado ya muchas cosas para mejorar, y como la mujer de la Biblia que tenía el problema de la sangre, siguen sufriendo. La única manera de recibir la sanidad duradera está en la presencia de Dios. La sangre de Jesús ya ha comprado nuestra salvación y nuestra sanidad. 

Una vez que una persona sabe en su corazón que ha sido restaurada y renovada y que se le quitó un peso, ha salido de la prisión espiritual. En este punto, dependiendo de la profundidad de la crisis y el sufrimiento experimentado por la persona que recibe la sanidad, el proceso de santificación debe comenzar junto con la formación bíblica para la transformación del carácter. Si es necesario, busque ayuda de un ministro consejero cristiano entendido y ungido con experiencia en el área de la liberación de malos espíritus. Si el consejo profesional es necesario, la persona nunca debe sentirse controlada ni intimidada por su consejero. He visto varios casos en que la persona experimentaba terror y ataques de pánico cuando el consejero tenía que salir de viaje o de vacaciones. La idea de la separación del consejero causaba que el miedo y la desesperación se acumularan en el aconsejado. 

Esa definitivamente no es la forma en que el Espíritu Santo sana a una persona. El milagro en todo esto es que la presencia de Dios es el agente invisible que derrama la sanidad en el alma quebrantada. El agua viva de Dios comienza la purificación inmediatamente.

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