BENDICION O MALDICION... TU PUEDES ESCOJER!!


Las maldiciones son una de las principales armas que los servidores de Satanás usan contra el pueblo de Dios.
Pondremos al descubierto una fuente de maldiciones totalmente diferente: los servidores de Satanás.

Las actitudes de los cristianos hacia Satanás varían entre dos extremos. Algunos totalmente hacen caso omiso de Satanás, y tratan de actuar como si no fuera real. Otros tienen miedo de él y le dan mucha más atención de la que merece. Entre esto dos extremos hay un equilibrio bíblico.

Satanás es un ser creado, un ángel rebelde, que fue expulsado del cielo de Dios. Gobierna sobre un reino espiritual de ángeles malignos y rebeldes, junto con espíritus malignos menores, a quienes se llama demonios.

El nombre Satanás significa “Adversario” u “oponente”. Es el inalterable e implacable enemigo de Dios y de su pueblo y sus propósitos. Se ha propuesto someter bajo su dominio a toda la humanidad y su táctica principal es el engaño, del cual él es un maestro. En Apocalipsis 12.9 se le describe como: El gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero.

Satanás ya ejerce dominio sobre la gran mayoría de la humanidad; todos los que están en actitud rebelde contra Dios. En efesios 2.2 se le describe como el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. La mayor parte de éstos no tienen un cuadro claro de su condición real. Son llevados simplemente por doquier por fuerzas que no comprenden ni pueden controlar.

Entre ellos, sin embargo, hay quienes deliberadamente se han abierto a Satanás, aún cuando quizás no se hayan dado cuenta de su verdadera identidad. En persecución del poder y la ganancia material, se dedican a cultivar sistemáticamente las fuerzas sobrenaturales que Satanás ha cedido a ellos.

Estos servidores de Satanás son reconocidos en casi todas las culturas y se les ha dado muchos títulos diferentes: hechiceros, curanderos, mchaui, chamanes, “tojanga”, magos, brujos, sacerdotes o sacerdotisas de Satanás, etc. En casi todas las culturas tribales alrededor del mundo hay un nombre especial para esta clase de persona.

Jesús mismo es nuestra principal fuente de información en lo que respecta a Satanás. Cuando envió setenta discípulos a fin de preparar el camino ante él, ellos regresaron con gozo diciendo:
Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.

A esto Jesús respondió: He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Lucas 10:17-19.

Jesús no negó que Satanás fuera real o que tuviese poder. Pero prometió a sus discípulos que la autoridad que él les confería les daría la victoria sobre el poder de Satanás y los protegería contra todos sus intentos de hacerles daño. Es importante que todos los servidores del Señor reconozcan la autoridad que él les ha dado y aprendan a ejercerla con efectividad.

Las maldiciones son una de las principales armas que los servidores de Satanás usan contra el pueblo de Dios. Esto es muy patente en la historia de Balac y Balaam en Números 22-24.

Balac era rey del territorio de Moab, al este del Jordán. En su viaje desde Egipto a Canaán, Israel había acampado en la frontera de Moab. Balac sintió amenazado su reino, pero carecía de la fuerza o el valor que se necesitaba para lanzar un ataque abierto contra Israel.

En cambio alquiló a Balaam para que pronunciara maldiciones sobre ellos, esperando que Israel quedara así debilitado al punto que Moab pudiera derrotarlo. Balaam era un “hechicero” famoso en toda la región, que pedía grandes honorarios por sus servicios.

Muchos cristianos hoy descartarían todo esto como “tonterías” supersticiosas, desprovistas de ningún poder real. La reacción de Dios, sin embargo, fue totalmente diferente. El consideró las maldiciones que Balaam podría pronunciar como una seria amenaza para Israel.

Por lo tanto, intervino, sobrenaturalmente y advirtió a Balaam que no aceptara la misión. Pero Balaam codiciaba las riquezas que Balac le había prometido. En su momento, sin embargo, cada vez que Balaam intentó pronunciar maldiciones sobre Israel, Dios intervino ¡y cambió en bendiciones las maldiciones que aquél se proponía pronunciar!

Después, en Deuteronomio 23:5, Moisés le recuerda a Israel este incidente como evidencia del amor de Dios por ellos: Mas no quiso Jehová tu Dios oír a Balaam; y Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba.

Hace falta subrayar un hecho importante: Dios no consideró que las maldiciones que se proponía proferir Balaam fueran palabras huecas, sin poder. Las consideró como una grave amenaza para Israel, y por esta razón intervino personalmente para frustrar la intención de Balaam.

El tiempo no ha cambiado el punto vista de Dios. El no desoye o empequeñece las maldiciones dirigidas contra su pueblo por los servidores de Satanás. Por el contrario, como dijo Jesús, Dios reconoce el poder de Satanás, pero capacita a sus propios servidores con un poder superior.

La Biblia presenta varias descripciones de las actividades de los servidores de Satanás. Estas sirven de advertencia a los servidores de Dios, contra quien se dirigen a menudo estas actividades satánicas.

En Ezequiel 13:17-20, por ejemplo, Dios condena a ciertas profetisas o hechiceras falsas: Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro sobre las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas, y di: “Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquéllas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas!

¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?”. “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: “He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo”.

Algunos de los detalles no son claros, pero parece que estas mujeres desempeñaban el papel de hechiceras. Cualquiera que tenía una disputa con alguna otra persona las alquilaba para que se usaran sus artes mágicas contra aquella persona. Uno se sus métodos era poner encantamientos mágicos en las ropas de las personas. De este modo, “cazaban almas” y de verdad mataban personas inocentes. A cambio, les pagaban con puñados de cebada, o pedazos de pan.

Esta no es una acusación exagerada que recuerde la Edad Media. Es un cargo que el mismo Dios hace contra estas mujeres. Además, los servidores de Satanás han usado métodos similares con los mismos propósitos a través de los siglos y todavía los siguen usando hoy.

En 1979-1980, en la ciudad de Bath en el oeste de Inglaterra, los arqueólogos descubrieron las ruinas de un templo de la diosa Minerva que databa del período romano. Los sacerdotes de este templo tenían un ministerio similar al de las hechiceras en los días de Ezequiel. La gente que quería vengarse de alguien, empleaba a los sacerdotes para que escribieran una maldición pertinente contra aquella persona.

La escritura de la maldición requería habilidades especiales que sólo poseían los sacerdotes. Una vez que la maldición había sido escrita, se utilizaba alguna clase de ceremonia mágica para dirigirla contra la persona que era el blanco. Por todo esto, es claro, los sacerdotes recibían el pago correspondiente. También, los adoradores depositaban sus ofrendas votivas para la diosa dentro del manantial asociado con el templo.

Esta forma de usar las maldiciones y artes mágicas es todavía una parte familiar de la vida diaria en la mayoría de los pueblos del mundo, particularmente en Asia, África, Oceanía, América Central y América del Sur. El siguiente relato viene de un misionero amigo mío, quien ha vivido toda su vida en Zambia, en el África central, y está íntimamente familiarizado con las lenguas y las costumbres de la gente allí.

En una conferencia general de cristianos en nuestro distrito rural de Zambia, el Espíritu Santo, había hablado una fuerte palabra profética llamando a la iglesia a la santidad. Muchos cristianos sintieron convicción de pecado en sus vidas y se arrepintieron de veras, confesando su pecado, y pidiendo el perdón de Dios.

Después del culto, un anciano de una de nuestras iglesias en una de las aldeas más remotas se acercó al predicador llorando y temblando en todo su cuerpo, confesando el terrible pecado de asesinato por hechicería.

El anciano le contó que durante años él había estado peleando con otro anciano colega mayor que él. La situación se había tornado tan mala que él decidió castigarlo yéndose al hechicero local y pagándole para que maldijera al otro anciano. El hechicero lo hizo muy contento, especialmente porque sabía que se suponía que estos hombres eran cristianos. Pidió que le entregara un elevado pago inicial y le dijo que volviera al día siguiente.

Cuando regresó, el anciano encontró al hechicero sentado bajo un árbol con un espejo en su mano y un pote con una poción de brujería en la tierra delante de él. El hechicero entonces procedió a mojar todo el espejo con la poción, y pidió al anciano que mirara con cuidado en el espejo y le dijera lo que viese.

Asombrado, el anciano vio el rostro de su compañero anciano muy claramente. En ese momento, el hechicero tomó una navaja y cortó el cuello del rostro que se reflejaba en el espejo. Inmediatamente el espejo se cubrió de sangre.

El anciano gritó: “¡Lo mataste! Yo sólo te pedí que lo maldijeras”. El hechicero replicó riéndose: ¡Creí que era mejor hacer el trabajo debidamente mientras estaba en ello!”

El anciano corrió a su hogar. Horrorizado se enteró de que su compañero anciano estaba realmente muerto, después de sufrir súbitamente una hemorragia misteriosa. El anciano estaba aterrorizado por las consecuencias de su acto, así que lo mantuvo callado hasta que el Espíritu Santo lo convenció poderosamente de su pecado.

Afortunadamente para él, “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Mediante la confesión, el arrepentimiento y la fe en Jesucristo, el hombre no sólo alcanzó el perdón y la paz con Dios, sino la realidad del nuevo nacimiento.

Algunos lectores de occidente pudieran descartar todo esto como prácticas primitivas y supersticiosas del “Continente negro”. Pero la verdad es que incluso en las naciones más civilizadas, las prácticas ocultistas, que habían estado decayendo, otra vez están haciendo tremendos avances.

En Alemania Occidental, por ejemplo, muchos hombres de negocios, que nunca buscarían asesoramiento de un ministro cristiano, consultan regularmente a un adivino con respecto a sus tratos comerciales.

El blanco primordial de las maldiciones satánicas y otras armas ocultistas son los servidores de Dios y de Jesucristo.
A mitad de la década de 1980, un líder de la iglesia Satánica en Norteamérica fue entrevistado en la televisión. Se le preguntó si era verdad que los satanistas practicaban los sacrificios humanos.

El replicó: “Nosotros ejecutamos sacrificios humanos por poder, pudiera decirse, la destrucción de seres humanos que pudieran, digámoslo así, crear una situación antagónica hacia nosotros, en forma de maldiciones y embrujos”. Este cargo no fue hecho por algún crítico hostil; él mismo lo admitió voluntariamente.

En Israel, bajo la ley de moisés, esto hubiera sido castigado con la muerte. En nuestra cultura contemporánea, sin embargo, las prácticas ocultistas no son un delito, y no implican un castigo, incluso si se usan para matar personas.

La declaración del satanista citada arriba revela el uso de las maldiciones y embrujos para matar personas, pero en modo alguno los absuelve del cargo de realizar sacrificios humanos.

El siguiente reportaje del New York Times del 12 de abril de 1989, contiene evidencia repugnante proveniente de Matamoros, México: El martes funcionarios (mexicanos y norteamericanos) encontraron los cuerpos de doce personas, incluso el de un estudiante de la Universidad de Texas de 21 años que había desaparecido aquí hacía un mes, en ocho rústicas tumbas en un (rancho remoto cerca de la frontera norteamericana).

Hoy, en una conferencia de prensa aquí en Brownsville, Texas, los funcionarios dijeron que los responsables de los asesinatos eran una pandilla de narcotraficantes, que consideraban que los sacrificios humanos serían “un escudo mágico” que los protegería de la policía.

Entre los sospechosos todavía sin capturar, está un acusado de contrabando de drogas identificado como Adolfo de Jesús Constanzo, nativo de Cuba, a quien los otros llaman el padrino.

La policía dijo que él ordenó los asesinatos rituales, señalando al azar en las calles de la ciudad a hombres jóvenes para que sus seguidores los secuestraran, los asesinaran y los mutilaran en el rancho.

Los funcionarios describieron los asesinatos como una torcida mezcla de sacrificios y magia negra de Haití, Cuba y Jamaica.

También había informes de varios lugares en los Estados Unidos del sacrificio de bebés y niños pequeños, llevados a cabo por satanistas como parte de sus rituales.

El blanco primordial de las maldiciones satánicas y otras armas ocultistas son los servidores de Dios y de Jesucristo. Los satanistas reconocen correctamente quienes son sus principales enemigos, y de acuerdo con eso, dirigen sus ataques contra ellos. Esto queda ilustrado gráficamente por un incidente que me relató un ministro amigo.

Una mujer cristiana conocida de mi amigo estaba comiendo con su familia en un restaurante en Nueva Orleáns, considerado como el centro espiritual de la hechicería en los Estados Unidos.

Mientras estaban a la mesa, se dirigieron a ellos unos satanistas que habían entrado al restaurante para “testificar” de la misma forma que algunos cristianos podrían hacerlo, yendo de mesa en mesa.

Estaban en el acto de reclutar personas para el satanismo y mostraron a la mujer un tratado impreso para el año 1988, subrayando el siguiente programa mundial de seis puntos, que sería acompañado por ayuno y oración (¡):

1. Que el Anticristo se manifestara muy pronto.
2. Que los ministros, líderes y misioneros cayeran.
3. Que los ministerios y las obras de Dios fueran destruidas.

4. Que los cristianos se volvieran satisfechos de sí mismos, queriendo la paz por sobre todas las cosas, y buscaran iglesias que no predicaran un evangelio completo con pastores que se mantuvieran tranquilos sin importar de qué pecado se tratara.

5. Que los cristianos dejaran de ayunar y de orar.
6. Que no se hiciera caso de los dones del Espíritu Santo.

Esta no es más que una de muchas evidencias que la Iglesia de Jesucristo está actualmente bajo un intenso y sistemático ataque de fuerzas de Satanás. ¿Qué puede hacer la iglesia?

Cristo derrotó a Satanás en la cruz. ¿Cómo podemos, ante todo, defendernos; y después hacer de la victoria de Cristo una realidad diaria en nuestra vida personal y en nuestras iglesias?

La historia del intento de Balaam de pronunciar una maldición sobre Israel proporciona algunas ideas aclaradoras. Dios intervino a favor de Israel y cambió la maldición propuesta en una bendición. ¿Qué vio Dios en la conducta de Israel en aquel momento que lo movió a tomar partido en su favor contra Satanás?

He aquí algunos factores importantes que juntos atrajeron el favor de Dios sobre su pueblo:
1. El pueblo de Israel marchaba en cumplimiento de los planes de Dios para ellos.

2. Ellos eran guiados sobrenaturalmente, día y noche, por una nube y una columna de fuego. Esto corresponde a la dirección del Espíritu Santo para los creyentes del Nuevo Testamento. (Ver Romanos 8:14)

3. Eran una nación bajo disciplina, con líderes designados por Dios y leyes dadas por Dios.
4. Sus relaciones estaban cuidadosamente ordenadas de acuerdo con un patrón divino. Este patrón armonioso de relaciones fue hermosamente descrito en la propia visión que Balaam ofrece de ellos en Números 24:5-6:

¡Cuán hermosas son sus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como áloes plantados por Jehová, como cedros junto a las aguas.

Es obvio que esta no fue una descripción literal de Israel, puesto que en aquel momento ellos estaban acampados en un área desértica.

5. Mucho de lo anterior se debió al hecho de que entre ellos se había purgado toda una generación de israelitas incrédulos y desobedientes (Ver Números 26:663-65)

¿Cuáles son las lecciones que hay que aprender de esta descripción de Israel? Sus características principales pudieran resumirse así: Israel era una comunidad ordenada, disciplinada y guiada divinamente, viviendo en armonía unos con otros. En otras palabras: Israel no era sólo una asamblea de individuos que “hacía cada uno lo que se le antojaba”.

Dios no ha cambiado en lo que se refiere a lo que busca en su pueblo; ni Satanás ha cambiado en sus tácticas contra el pueblo de Dios. Si la iglesia no llena ahora los requisitos para recibir el favor y la protección de Dios, hay un solo remedio: la iglesia tiene que cambiar.

Por desgracia, el relato de la estrategia de Balaam contra Israel no termina con una victoria total para Israel. Habiendo fracasado en su intento de poner una maldición sobre Israel, Balaam recurrió a una segunda táctica:

Aconsejó a Balac que usara a las mujeres moabitas como trampa, a fin de seducir a los hombres de Israel, primero, para que cayeran en la inmoralidad sexual y, segundo, en la idolatría. Si bien el primer intento de Balaam falló, su segunda táctica triunfó.

Después de eso, no hubo necesidad de pronunciar maldición alguna sobre los israelitas. Con el quebrantamiento del primer mandamiento de Dios, trajeron la maldición del propio Dios sobre sí mismos, y 24.000 de ellos perecieron (Ver Números 25). En Números 31:16, Moisés declara específicamente que esto se produjo por causa del consejo de Balaam.

En 1 Corintios 10:8 Pablo sostiene que este incidente es una advertencia para los creyentes en el Nuevo Testamento. Las tácticas engañosas de Balaam son también mencionadas en tres otros pasajes del Nuevo Testamento: 2 Pedro 2:15-16, Judas 11 y Apocalipsis 2:14.

Es obvio que la estrategia de Balaam contra Israel contiene importantes advertencias también para los creyentes del Nuevo Pacto. La lección central es simple: los cristianos que están viviendo en obediencia disciplinada a Dios y en armonía unos con otros pueden contar con Dios para su protección contra Satanás.

Pero los cristianos indisciplinados, desobedientes y que no están en armonía, pierden su derecho de implorar la protección de Dios.

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