LA ACTITUD AL HABLAR Y AL OIR

La palabra de Dios es como espada de dos filos y nunca vuelve vacía, verdad? Sin embargo debo admitir que he creado una barrera que me inmuniza a la voz de Dios en mucho sentidos. ¿Qué hace la diferencia en momentos en que el Espíritu Santo actúa en nosotros frente a una verdad revelada, un consejo, la palabra de un hermano o de las escrituras?

No podemos dejar de reconocer las múltiples maneras con las que que cada día el Señor intenta mostrarnos su amor y hablarnos, el tema reside en que no estamos atentos a ello, sino que nuestra mirada se encuentra ocupada en otra cosa más urgente, más cotidiana....
Pensemos en esta escena: hay dos hombres. Uno con algo para decir y otro con algo para recibir. Pero el emisor está convencido de que el mensaje no es para quien tiene al frente y el receptor sabe que es sapo de otro pozo. Se trata de un judío y un gentil. Dos mundos que estaban a punto de unirse por la cruz de Jesús:
Había en la ciudad de Cesarea un hombre que se llamaba Cornelio, capitán del batallón llamado el Italiano. Era un hombre piadoso que, junto con toda su familia, adoraba a Dios. También daba mucho dinero para ayudar a los judíos, y oraba siempre a Dios. Un día, a eso de las tres de la tarde, tuvo una visión: Vio claramente a un ángel de Dios que entraba donde él estaba y le decía: «¡Cornelio!» Cornelio se quedó mirando al ángel, y con mucho miedo le preguntó: «¿Qué se te ofrece, señor?» El ángel le dijo: «Dios tiene presentes tus oraciones y lo que has hecho para ayudar a los necesitados. Manda a alguien a la ciudad de Jope para que haga venir a un hombre llamado Simón, que también es conocido como Pedro. Está alojado en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar.» Levántate, baja y ve con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado.»  (...) Pedro bajó y dijo a los hombres: —Yo soy el que ustedes buscan; ¿a qué han venido? Cuando Pedro llegó a la casa, Cornelio salió a recibirlo, y se puso de rodillas delante de él, para adorarlo. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: —Ponte de pie, pues yo también soy un hombre, como tú. Mientras hablaba con él, entró y encontró a muchas personas reunidas. Pedro les dijo: —Ustedes saben que a un judío le prohíbe su religión tener tratos con extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha enseñado que no debo llamar profano o impuro a nadie. Por eso, tan pronto como me avisaron, vine sin poner ninguna objeción. Quisiera saber, pues, por qué me han llamado.  (...) Cornelio dijo: Así que envié inmediatamente a buscarte, y tú has tenido la bondad de venir. Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos. (Hechos 10:1-6, 20, 21, 25-29, 33 DHH)
Sí Pedro se hubiera dejado guiar por sentido común y lógica, estaría convencido que nada tenía que hacer con los gentiles. Y si Cornelio hubiese pensado dos veces en traer a Pedro a su casa creo que tampoco le hubiera cerrado la idea. Pero ninguno escucho su voz interior, sino que fueron obedientes a aquello que Dios les ordeno. La voz del Señor, aunque no tuviera sentido hasta el final, fue más fuerte y ellos fueron más atentos.
Cual fue la actitud de Pedro al hablar? Sólo transmitió lo que Dios pusiera en su boca ya que según sus parámetros no había un mensaje que él tuviera para dar.
Cual fue la actitud de Cornelio? Sólo la de escuchar la voz de Dios ya que quien tenía enfrente era sólo el canal que Dios había escogido.
Cual es mi actitud al hablar? "Este amigo nunca entendería el mensaje" " Voy a esperar que este muy mal para hablarle del Señor.
Cual es mi actitud al escuchar? " me gusta cuando habla tal predicador pero no tanto cuando habla tal otro"; "mira justo quien me viene a decir tal cosa... No tiene autoridad moral para hablar"; "leo rapidito el devocional en un recreo".

Que cada día mengüe nuestra voz para poder escuchar la palabra de Dios y digamos como Cornelio:
"Ahora estamos todos aquí delante de Dios, y queremos escuchar todo lo que el Señor te ha mandado decirnos"

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