LLAMADOS A BENDECIR


Una de las razones por las que, en ocasiones, no encontramos significado en el destino de Dios sobre nuestra vida, es que pensamos que lo que hacemos no tiene valor.
Dios te ha escogido para bendecir a alguien. Y, cuando tú te dejas usar por Dios, Dios te bendice. Dios es galardonador de aquellos que le honran, pero la única manera que Dios puede recompensarte es que tú seas de bendición para otra persona.
Seguramente, Dios te ha llamado a bendecir a tu familia, quizás a tus clientes, a tu comunidad, a tu iglesia. ¿A qué ministerio tú has sido llamado a trabajar? ¿A quién Dios te ha llamado a bendecir? ¿Qué parte de tu vida tú tienes que arreglar para que entonces puedas salir y bendecir a quien Dios te ha llamado a bendecir?
Todos tenemos un llamado especial de parte de Dios para bendecir a alguien.
En Génesis 24, Eliezer, siervo de Abraham, sale en busca de esposa para Isaac, hijo de su amo. Eliezer pide a Dios señal para saber qué mujer era la indicada para su amo, y Dios le concedió su petición. La indicada era Rebeca, quien accedió a dejar todo, y acompañar a Eliezer, en el camino de regreso hasta su amo.
En esta historia, el siervo, Eliezer, representa al Espíritu Santo. Y una de las cosas que hace el Espíritu Santo en tu vida es que te revela para quién tú has sido asignado.
En ese camino, una de las cosas que el siervo hizo fue decirle una y otra vez cómo era su amo, para quién ella había sido asignada, quién la estaba esperando, para quién él había salido a buscarla.
En el versículo 62, vemos que, cuando Rebeca vio aquel amo de lejos, se bajó del camello. ¿Por qué? Porque la descripción que había dado el siervo, la descripción que había dado el Espíritu Santo a su vida, había sido tan exacta y tan perfecta que ella, sin haberlo visto anteriormente, sabía exactamente para quién ella había sido llamada.
Si tú todavía no sabes para quién tú has sido llamado, permítele al Espíritu Santo que ministre a tu vida, que hable a tu vida, que dirija tu vida de una manera especial. Y, cuando te encuentres de frente con aquel para quién tú has sido llamado, el Espíritu Santo mismo te lo va a revelar, pero tienes que entender que tú has sido llamado para bendecir a alguien. 

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