DIOS NO ES AJENO A TU DOLOR


Las tentaciones más grandes en tu vida llegan cuando tienes dolor.  Cuando estamos heridos y sentimos dolor en nuestras vidas, llegan las mayores tentaciones porque es el momento más vulnerable.  Tenemos que tener sumo cuidado y trabajar con el dolor y sacarlo desde la raíz.
Se nos ha hecho creer que los cristianos somos súper héroes, que no tenemos fe si experimentamos dolor.  Y hay quienes esconden el dolor porque piensan que es falta de fe.  Por esto, muchos viven llenos de angustia, tomando las decisiones incorrectas, pensando que algo anda mal con ellos mismos. 
A través de toda la Biblia, podemos ver que el corazón de Dios siempre se ha inclinado hacia aquellos que experimentan dolor.  En Jeremías 22:3, Dios hace una advertencia al pueblo de Israel, donde les dice: Actuad conforme al derecho y la justicia, librad al oprimido de mano del opresor y no robéis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar. Dios está diciéndoles: No te aproveches de tu bienestar y ten cuidado con aquellos que están en situaciones difíciles. 
Hay muchas razones por la cuales una persona experimenta angustia en su corazón. Dolor causado por el abandono, la mentira, la traición, las injusticias, pérdida de un ser querido.   Es por esto, que Jesús vino y murió en la cruz del Calvario.  Se identificó con nuestro dolor, experimentó lo que es sentirse separado de Dios, vivir limitado a ciertas situaciones, y estar bajo presión. 
Dios se compadece del dolor que experimentamos.  Toda la biblia refleja cómo Dios obró a favor de las personas que experimentaban injusticias: Moisés, Esther, Ruth, David, entre otros. 
El destino que Dios tiene para tu vida no se detiene por el dolor que estás experimentando, se detiene por la reacción ante el dolor que estés viviendo hoy.  
Algunos dirán: “Yo no he pasado por ese proceso”; pero probablemente has causado dolor en otros, y hay reacciones en esas personas que te causan dolor.  Debes entender que es normal que haya situaciones que causen dolor, pero no podemos detenernos.  Primeramente, tenemos un Dios que se compadece del dolor causado por las injusticias.  Y segundo, Dios siempre obra a favor de nosotros y cumplirá Su propósito en nosotros.  

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