LA SOLEDAD

EN LA sociedad actual hay muchas personas —de toda edad, raza, clase y religión— a las que abruma la soledad. ¿Le ha ocurrido esto al lector en algún momento, tal vez incluso este mismo día? Lo cierto es que todos necesitamos de vez en cuando a un compañero que nos escuche, nos tranquilice o comparta nuestros pensamientos y emociones más íntimos, alguien que nos comprenda y se interese por lo que llevamos dentro.

Mujer sola mirando por la ventana

Pero vivir sin compañía no es forzosamente negativo. Hay quienes pasan mucho tiempo así y no obstante disfrutan de lo que hacen. Otros, en cambio, no lo soportan. Examinemos varias definiciones delDiccionario Salamanca de la lengua española. He aquí el significado de soledad: “Tristeza que se siente por la ausencia, muerte o pérdida de una persona o cosa [...]. Ausencia voluntaria o involuntaria de compañía”. (Así pues, esta condición a veces se elige, y no siempre incomoda.) El término solotambién posee un sentido neutro: “Que no tiene compañía”, y otro negativo: “Que no tiene familia ni amigos, nadie que le ayude, proteja o consuele”. (Tal estado es angustioso y conviene remediarlo.) Así mismo, solitario es el que “gusta de estar en soledad o [el] que vive en soledad”.

1. Chica en una escuela nueva. 2. Anciana mirando una foto antigua

Los cambios, como ir a una nueva escuela o perder el cónyuge, suelen ocasionar soledad

La soledad indeseada suscita intensas emociones—a menudo dolorosas— de vacío, aislamiento o separación, lo que a su vez suele infundir temor y sentimientos de desamparo. ¿Ha experimentado usted tales sensaciones? ¿A qué pueden deberse?

A cada uno nos afectan de distinta manera los problemas y demás situaciones conflictivas. Por ejemplo, pudiéramos percibir que se nos rechaza por nuestra apariencia, raza o religión. O si nos mudamos a un nuevo entorno —escuela,empresa, vecindario, ciudad o país— tal vez tengamos que dejar atrás viejos amigos, lo que propiciará la soledad. La muerte de los padres o del cónyuge pudiera dejar a los seres queridos solos por años. Además, el paso del tiempo lleva a que el círculo de amistades y otras relaciones cambie, se reduzca o incluso desaparezca por completo.

Hombre solitario
NO ES fácil sobrellevar la soledad, pues entran en juego emociones muy intensas. ¿Cómo se pueden superar? ¿De qué forma lo logran algunos?

El matrimonio no es un antídoto infalible contra la soledad, ya que la incomprensión mutua o la incompatibilidad de caracteres crean tensiones que fomentan la inseguridad e incluso el aislamiento, sea en el caso de los esposos o los hijos. Pero además de la tristeza que produce la viudez, el divorcio o el aislamiento físico o emocional, hay otra soledad que puede ser muy negativa: la sensación de estar apartado de Dios por haberse enfriado la relación personal con él.

Cómo encaran la soledad

Aunque a Elena* le gusta estar sola cuando va a tomar ciertas decisiones, opina que la soledad a veces encierra peligro. De pequeña no tenía buena comunicación con su familia. Dado que no sabía cómo obtener su atención, se encerraba en su cuarto. “Me encontraba muy deprimida—explica— y llegué a padecer trastornos alimentarios. Me decía: ‘¿Por qué preocuparme por los problemas de mis padres cuando ellos no se preocupan por los míos?’. Estuve buscando el matrimonio como una salida y como una forma de llenar el vacío que sentía. Pero luego reaccioné y pensé: ‘¿Para qué voy a arruinarle la vida a otra persona? ¡Primero tengo que poner mis ideas en orden!’. Así que le oré a Dios derramando ante él mi angustia.

”Encontré en la Biblia palabras alentadoras, como las de Isaías 41:10: ‘No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo [...] verdaderamente te ayudaré. Sí, [...] te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia’. Este pasaje me animó mucho porque me sentía sola y sin padre. Hoy leo la Biblia regularmente y hablo con mi Padre celestial. He aprendido a vencer la soledad.”

Mujer sentada sola

¿Cómo se afronta la soledad?

La tristeza por la muerte de un ser querido puede convertirse en soledad. Luisa, de 16 años, relata su difícil situación: “Mi padre falleció en circunstancias trágicas cuando yo tenía cinco años. Aunque recurrí a mi abuela en busca de consuelo, nunca percibí que me amara. Me faltó el cariño en la infancia, cuando más lo necesitaba. Así que, cuando tenía entre ocho y nueve años de edad, traté de quitarme la vida en tres ocasiones, convencida de que sería lo mejor para mi familia, ya que mi madre se las arreglaba a duras penas para alimentarnos a mis tres hermanas y a mí. He cambiado mucho. Ahora logro sonreír y sé expresarle a mi madre mis alegrías y tristezas. A veces me atacan los recuerdos, pero no como cuando intentaba suicidarme o dejaba de hablar a mis seres queridos. Tengo siempre presentes las palabras del salmista David: ‘Por amor a mis hermanos y mis compañeros ciertamente hablaré ahora: “Haya paz dentro de ti”’” (Salmo 122:8).

Marta lleva divorciada veintidós años, durante los cuales ha criado a un hijo. “Cuando creo que he fallado en algo—señala—, reaparecen los sentimientos de inutilidad y soledad.” ¿Cómo les hace frente? “He visto —prosigue—que lo mejor es hablar cuanto antes con Dios. Cuando le oro, sé que no estoy sola, pues él me comprende mejor que yo misma. También procuro interesarme de algún modo por los demás. Dispongo de un arma eficaz contra las emociones negativas: la evangelización de tiempo completo. Cuando hablo con mis vecinos acerca de las bendiciones del Reino de Dios y veo que no tienen esperanza alguna porque están convencidos de que sus problemas son irremediables, me doy cuenta de que tengo muy buenas razones para vivir y seguir en la lucha.”

Usted también puede lidiar con la soledad

Sea usted joven o mayor, soltero o casado, y sin importar si ha perdido a sus padres o a algún otro ser querido, o si sufre de un tipo distinto de soledad, existen formas de controlar sus sentimientos. A Jocabed, de 18 años, la abandonó su padre —al igual que a los otros cinco miembros de su familia— para irse al extranjero. Esta es su recomendación: “Hay que hablar. Es importante que nos expresemos, pues si no, nadie nos va a entender. Además, no se debe pensar demasiado en uno mismo. Conviene buscar el apoyo de personas maduras y no de jóvenes que pueden estar peor que nosotros”. Luisa, de quien ya hablamos antes, hace esta observación: “Si le oramos de corazón, Jehová nos ayuda a salir del callejón sin salida”. Por otro lado, Jorge explica cómo lucha contra la soledad tras haberse quedado viudo: “Hay que ser persistente. A mí me ayuda mucho interesarme por los demás. Si procuramos comprender los sentimientos de nuestros oyentes, podremos mantener conversaciones significativas y descubrir su belleza interior” (1 Pedro 3:8).

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