¿AMOS O ESCLAVO DEL DINERO?

¿HA OÍDO hablar del mal del dinero? Según se informa, afecta a buena parte de la población mundial. ¿De qué se trata?

El doctor Roger Henderson, especialista en salud mental del Reino Unido, acuñó hace poco la expresión “mal del dinero” para designar los síntomas físicos y psicológicos que presentan las personas agobiadas por su situación económica. Entre los síntomas figuran dificultades respiratorias, dolor de cabeza, náuseas, irritación de la piel, falta de apetito, arrebatos de ira injustificados, nerviosismo y pensamientos negativos. De hecho, el doctor Henderson afirma que “las preocupaciones económicas constituyen una importante causa de estrés”.

No es de extrañar que en los pasados meses una creciente cantidad de personas haya sufrido los efectos de los problemas económicos. La crisis financiera por la que hoy atraviesan muchos países ha ocasionado la pérdida a gran escala de empleos, casas y ahorros personales. Importantes entidades financieras han quebrado y hasta las naciones más ricas han adoptado medidas urgentes para impedir el colapso. Además, el alza de los productos básicos es otro motivo de gran preocupación para los países en desarrollo.

Dinero

Sin embargo, aun en tiempos de bonanza, como en años anteriores, mucha gente sufre a causa del dinero. Por ejemplo, el diario sudafricanoThe Witness informó que en África se había extendido “una plaga social de mercantilismo, consumismo y materialismo desenfrenado”. El periódico señaló que sus víctimas tendían a “despilfarrar, trabajar horas extras, endeudarse, tener sentimientos de privación y envidia, y padecer estrés y depresión”. Con razón se culpó al dinero del deterioro de la calidad de vida en el continente africano.

Antes de la actual crisis financiera, la India experimentó un período de crecimiento económico. La revista India Today International señaló que en el año 2007 se alcanzaron en el país “cotas de consumo nunca antes vistas”. Las autoridades temían que ese auge provocara disturbios generalizados.

Por esas mismas fechas, entre los adultos jóvenes de Estados Unidos estaba de moda despilfarrar sus ingresos en artículos de lujo. Con todo, su poder adquisitivo no los hacía felices, pues los expertos indicaron que tal prosperidad constituía una de las principales causas de alcoholismo, depresión y suicidio. Una encuesta reveló que “ni siquiera 1 de cada 3 estadounidenses” se consideraba feliz a pesar de nadar en la abundancia.

La otra cara de la moneda

Por otro lado, tanto en épocas de vacas flacas como de vacas gordas ha habido ricos y pobres viviendo relativamente libres de la angustia que generan el dinero y las posesiones. Veamos lo que marca la diferencia.

Los autores de un informe titulado The Meaning of Money(Lo que el dinero significa) señalan que la vida de algunas personas “gira en torno al dinero, lo cual puede causarles tensión nerviosa y neurosis”. Pero subrayan que “quienes administran con cuidado sus ingresos llevan las riendas de su vida y gozan de autoestima. No son esclavos del dinero, sino sus amos”. Además, “sufren menos presiones y, por lo tanto, disfrutan de mayor tranquilidad”.

Ahora bien, ¿cuál es nuestra actitud hacia el dinero? ¿Somos sus amos, o sus esclavos? ¿Cómo nos afecta la inestabilidad financiera del mundo? Aun sin padecer el mal del dinero, todos los bolsillos, ricos o pobres, se resienten por la crisis. A continuación veremos cómo algunos cambios en el manejo del presupuesto pueden reportarnos mayor paz mental y felicidad familiar.

Cómo saber si uno es esclavo del dinero

Pareja analizando la economía familiar
  • Evita el tema del presupuesto familiar porque lo estresa
  • Las discusiones familiares a menudo giran en torno al dinero
  • No para de gastar
  • Vive preocupado por las facturas
  • No sabe exactamente cuánto gana
  • No sabe exactamente cuánto gasta
  • No sabe exactamente cuánto debe
  • Sus gastos por lo regular superan sus cálculos
  • Suele atrasarse en el pago de las facturas
  • Solo paga el mínimo de las tarjetas de crédito
  • Paga las facturas con dinero que había destinado a otros fines
  • Hace horas extras para pagar las facturas
  • Pide préstamos a fin de saldar préstamos anteriores
  • Saca de los ahorros para cubrir gastos periódicos
  • Se le hace casi imposible llegar a fin de mes
  • Cree que necesita acumular grandes sumas de dinero
  • Sufre alteraciones físicas o psicológicas

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