Tuvieron tres hijos con nombres proféticos que llevaban mensajes de juicio: Jezreel ("Dios dispersa"), Lo-ruhama ("No amada"), y Lo-ammi ("No mi pueblo"). Imagina llamar a tus hijos con nombres de condenación cada día.Entonces vino la traición definitiva.Gomer abandonó a Oseas y a sus hijos.Regresó a su vida anterior de infidelidad.
Persiguió a otros amantes, desechando el amor fiel de su esposo.Oseas fue humillado públicamente como "el profeta con la esposa infiel".Devastado como esposo traicionado.Con el corazón roto como padre cuyos hijos perdieron a su madre.
Las decisiones de Gomer la llevaron cada vez más bajo hasta que fue esclavizada y puesta a la venta en el mercado de esclavos.Entonces Dios habló otra vez con un mandato imposible:
"Ve, ama a tu esposa nuevamente, aunque ama a otro y es adúltera.Ámala como el Señor ama a Israel".Oseas fue al mercado de esclavos. Encontró a Gomer quebrantada y desolada.Pagó el precio de redención: quince siclos de plata y un homer y medio de cebada (equivalente a 30 siclos, el precio bíblico de una novia).Oseas compró de vuelta lo que ya era suyo. Redimió a su esposa infiel no porque ella lo mereciera, sino porque el amor lo impulsó.
Esta es la historia del evangelio en carne y hueso. Somos como Gomer: propensos a alejarnos del Dios que nos ama. Pero Él pagó el precio para redimirnos.


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