LA NOCHE SE ACERCA

El Maestro desarrolló Su ministerio, victorioso, en medio, y a pesar, de la furia, asesina, de Sus adversarios (Juan 10:31,33a,39a). La permanente oposición de los líderes religiosos, y de los doctores de la ley, en contra del Príncipe de paz, era continua. Nada impedía, sin embargo, que Jesús Se interesara en curar a los enfermos, y en socorrer a los débiles.

Era necesario, y esencial, para el Señor, hacer las obras que Le había encomendado Aquel que Lo envió, mientras estaba en este mundo; puesto que llegaría el momento en que no Lo dejarían hacer nada (Juan 9:4). Lo más importante, para el Hijo de Dios, es obedecer a Su Padre, y completar el trabajo que Le envió a realizar (Juan 4:34).

Con una tranquilidad, y una seguridad, sorprendentes, el Buen pastor atendía a todas las personas que se acercaban a Él. Jesús buscaba, continuamente, una ocasión, diferente, para demostrar Su amor, y Su misericordia, a favor de los desdichados, y agobiados. Es fundamental, para todos nosotros, Sus discípulos, seguir las huellas de nuestro Salvador. Cuando imitamos Su carácter, y Su manera se ser, a lo largo de nuestro peregrinaje, en este mundo, no vamos a desperdiciar, ni a dejar pasar, ni una sola oportunidad, para ayudar, y hacer el bien, a los pobres, y a los necesitados.

Lo que el Bendito hizo, y hace, por los enfermos, y por los que sufren, nadie más lo puede hacer (y, ni siquiera, la ciencia, ni la religión). Aunque alguien padezca una penosa, insoportable y desgraciada, enfermedad, Yahweh puede cambiar, en un segundo, esta triste, y patética, situación.

El Espíritu Santo había determinado que Su ministerio, terrenal, no duraría mucho más de tres años.

El Mesías sabía que Su corta permanencia, en este mundo, debía aprovecharla, intensamente, para trabajar a favor del Reino de los cielos. Nosotros debemos actuar de la misma manera; y dedicar nuestras vidas, especialmente, para propagar la gloria, y la honra, del Santísimo, entre tanto que el día dura. Una vez que lleguemos a la tumba, tétrica, y fría, a la que iremos todos, no hay tareas que cumplir a favor de nuestros familiares, y amigos.

La noche se acerca, presurosa. Nadie podrá recuperar ni una sola oportunidad desperdiciada. Dejemos, a un lado, y para siempre, el conformismo, y la tibieza espiritual, y la vergüenza, que nos seduce, y pongamos todo nuestro interés, y dedicación, para predicar el Evangelio, glorioso, del Eterno. Este es el momento, y no más tarde (hoy es el día, y no mañana), para testificar, a los que nos rodean, sobre lo que el Cordero de Dios ha realizado por nuestros.

El Altísimo era consciente de que Su vida, bendita, sería bastante corta; así que aprovechó, a lo máximo, todas las ocasiones para manifestar la gracia, y la bondad, del Omnipotente. Antes de retornar, a Su Hogar, Él declaró que había glorificado, y honrado, continuamente, en la tierra, a Su Padre, santo; y que terminó, con éxito, la obra que Él Le encomendó que realizará (Juan 17:4).

0 comentarios: