ELEGIR ESPERANZA Y SANIDAD

La esperanza y la sanidad son elecciones que todos debemos tomar. Como es probable que usted sepa demasiado bien, experimentar la esperanza frustrada no es una elección que tomamos, el dolor y la desilusión son hechos de la vida. La sanidad, sin embargo, sí lo es. Tomar la sencilla, pero poderosa decisión de tener esperanza otra vez es el primer paso hacia la sanidad.

Wilma Rudolph, la triple medallista de oro en los Juegos Olímpicos de 1960 y quien fue conocida en el campo del atletismo como la mujer más rápida del mundo, dijo: “Los médicos me dijeron que nunca caminaría otra vez. Mi madre me dijo que sí lo haría. Yo le creí a mi madre”.

Wilma nació prematuramente en una familia muy pobre y la número veinte de veintidós hijos, y no le permitieron ser atendida en el hospital local de blancos. Durante los años que siguieron su madre la cuidó durante su enfermedad. Cuando Wilma contrajo polio, su madre la llevó una vez por semana durante dos años al centro médico más cercano donde aceptaban recibirla, un viaje de ciento cuarenta y cinco kilómetros ida y vuelta. La vida de Wilma Rudolph es una asombrosa historia de logros contra todos los pronósticos; pero la historia comenzó con las elecciones correctas.

Así como la campeona olímpica y su madre, usted debe escoger el poder de la esperanza. Me puedo dar cuenta de que esto pone sobre usted algo de la responsabilidad por  su sanidad, pero también es una verdad increíblemente liberadora. La sanidad, la liberación de la esperanza frustrada,es una elección que puede hacerse. La Biblia está llena de promesas con respecto a que usted tiene el poder de elegir la vida sobre la muerte. De hecho, el Señor le dijo a los israelitas que “escogieran la vida” (Deuteronomio 30:19). Usted no puede darse el lujo de escoger nunca enfrentar desafíos, pero sí tiene el poder para elegir cómo responder ante ellos. La siguiente historia lo describe muy bien:

William Carey, el “padre de las misiones modernas”, quería traducir la Biblia en tantos dialectos hindúes como fuera posible. A inicios del año 1832, su asociado encontró la imprenta en llamas. Aunque los trabajadores trataron de apagar el fuego, todo se destruyó.

Al siguiente día, otro misionero viajó al lugar donde estaba Carey. “No me es fácil darle esta noticia”, dijo. “La imprenta se quemó por completo anoche”.

Carey se quedó estupefacto. Toda su biblioteca había desaparecido, incluyendo diccionarios, libros de gramática y Biblias, así como impresiones de catorce idiomas. “El trabajo de años se ha esfumado en un momento”,  susurró.

Carey dedicó un poco de tiempo para digerir su dolor. “La pérdida es severa”, escribió, “pero no estamos desanimados. De hecho ya hemos comenzado otra vez el trabajo en todos los idiomas. Estamos derribados, pero no destruidos”.

La noticia del incendio catapultó a Carey instantáneamente a la fama en Inglaterra. Se levantaron fondos y muchos voluntarios se ofrecieron para ayudar. Para finales de ese año, se había impreso pasajes de las Escrituras y hasta Biblias completas en cuarenta y cuatro idiomas y dialectos.

El secreto del éxito de Carey fue su perseverancia. “Estamos enfrentando grandes dificultades por todas partes”, escribió en cierta ocasión, “y muchas más vienen en camino. Pero tenemos que continuar”.

William Carey eligió lo correcto. Enfrentó la adversidad y las penurias abiertamente y declaró: “De noche su cántico estará conmigo”. Usted puede hacer lo mismo. No espere otro momento. ¡Hágalo ahora! No tiene que estar bien para tener esperanza, pero sí debe tener esperanza para estar bien.

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