LAS MUJERES Y LA BIBLIA


Es una mentira decir que la mujer no está preparada para asumir un papel de liderazgo en la iglesia. Las normas culturales y religiosas, al igual que las tradiciones creadas por el hombre, han ayudado a propagar esta mentira, pero a pesar de los argumentos que digan lo contrario,no está apoyada por las Escrituras.


¿Creía Jesús que la mujer podía dirigir?

Este fuerte prejuicio de la iglesia contra la mujer en el liderato es muy particular cuando examinamos las actitudes de Jesús hacia las mujeres que lo siguieron. Jesús afirmó la igualdad de la mujer en medio de una cultura que le negaba sus derechos humanos básicos. Las llamó a ser sus discípulas aun cuando los líderes religiosos enseñaban que era vergonzoso instruir a la mujer.

Todavía más intrigante: esta es la primera ocasión registrada en la que Cristo comisionó a alguien a evangelizar más allá de los estrechos confines de la comunidad judía ortodoxa. Para de la tierra" (He. 1:8), envió ¡a una evangelista a predicar!

Debemos recordar el contexto cultural de este pasaje. En la Palestina del tiempo de Cristo, y de hecho en todo el mundo romano, se les enseñaba a los hombres que no se debía confiar en el testimonio de una mujer porque estas se consideraban ignorantes y fáciles de engañar. Sin embargo, ¿a quién escogióJesús para revelarle primero su resurrección? Y ¿a quién comisionó primero para decirles a otros que había triunfado sobre la tumba? ¿No fueron acaso sus valientes mujeres discípulas las que estuvieron dispuestas a identificarse con su muerte mientras que sus seguidores varones se escondían de los perseguidores? e "lugar" en la vida que Dios ordenó para ella. Es un lugar de servicio invisible y de influencia divina pero callada en sus hijos y el hogar, o quizás en el salón de cuna de la iglesia, la Escuela Dominical o un estudio bíblico de mujeres.


María, la hermana de Moisés, la vemos como profetisa en Éxodo 15:20-21. Además, es la primera persona en el Antiguo Testamento que vemos dirigiendo la adoración congregacional.

* Hulda. Después de cincuenta años de paganismo y adulterio espiritual en Israel, el rey 
Josías asumió el trono y redescubrió el libro de la ley que estaba escondido en el templo.

Cuando lo leyeron en voz alta, inmediatamente se arrepintió y se volvió al Señor, y mandó a buscar con el sumo sacerdote a un fiel seguidor de Dios que pudiera hablar por él. ¿A quién se volvieron? A Hulda (vea 2 R. 22:14), una profetisa que obviamente había permanecido fiel al Señor durante uno de los períodos más oscuros de la historia de Israel. No sabemos mucho de ella, pero el hecho de que Hilcías, el sumo sacerdote de Israel, y sus asociados la hayan buscado para hacer su petición al Señor evidencia que había ganado la reputación de oír el mensaje de Dios.

* Ester. Aunque no ocupó una posición de autoridad eclesiástica, su vida prueba que Dios puede y usa a la mujer en puestos estratégicos para adelantar sus propósitos. De hecho, él escogió a esta joven judía y la colocó en una posición de intercesora y libertadora. Sus oraciones y valientes acciones literalmente salvaron a su pueblo del genocidio. Pero, ¿cuántos hombres en nuestras iglesias están dispuestos a ser como Mardoqueo, y retan a estas mujeres hablar?

* Febe. Pablo recomendó a esta mujer a la Iglesia de Roma y les pidió que "la recibieran en el Señor". Aunque se hace referencia a ella como diakonos, la palabra griega para diácono, en algunas versiones de la Biblia se traduce como sierva. Pero es más acertado colocarla en la categoría de diaconisa, con hombres como Esteban y Felipe, ya que la misma palabra griega se usa para describirlos a ellos. Al Pablo recomendar a Febe a la Iglesia romana es una forma de otorgarle autoridad apostólica, y obviamente esperaba que los primeros cristianos siguieran  sus instrucciones cuando ella llegara. Fue enviada por Pablo para llevar a cabo planes  específicos, muy posiblemente relacionados con el evangelismo y plantar iglesias.



* Priscila. Junto a su esposo, Aquila, esta mujer fue una reconocida trabajadora de la primera 
iglesia. Esta pareja ayudó a iniciar el ministerio apostólico de Apolos (vea He. 18:26). También sería seguro decir que operaban como apóstoles, ya que Pablo se refiere a ellos en Romanos16:3 como "mis colaboradores en Cristo Jesús". También se nos dice que tenían una iglesia "en su casa" (vea Ro. 16:5) y que esta valiente pareja "expuso su vida" por salvar la de Pablo 
(v.4).


* Las hijas de Felipe. En Hechos 21:9 se nos dice que Felipe el evangelista tenía cuatro hijas que eran "profetisas". El término "profetisa" que se usa aquí viene de la misma raíz usada en Hechos 15:32 para describir a dos profetas, Judas y Silas. No sabemos nada de ellas, pero podemos asumir que su influencia era lo suficientemente importante como para ser  mencionadas en el relato bíblico. Es obvio que hablaban en público y que sus palabras tenían 
el mismo nivel de autoridad que las de Agabo, un profeta descrito en el mismo pasaje. En esencia, las hijas de Felipe eran predicadoras que gozaban de un alto respeto por sus ideas espirituales y sus abundantes dones.


* Loida y Eunice. El apóstol Pablo elogia a estas dos mujeres, la madre y abuela de Timoteo, por darle forma al ministerio de este joven a través de su instrucción y ejemplo. Aunque es un pasaje confuso, es uno crucial porque en la actualidad muchas iglesias usan las cartas de Pablo a Timoteo para justificar políticas descaminadas que limitan el alcance del ministerio de la mujer. Es irónico que la gente tergiverse las palabras de Pablo en 1 Timoteo 2:12 ("Porque no permito a la mujer enseñar...") para prohibirle a las mujeres que le enseñen a los hombres cuando en 2 Timoteo 1:5 ¡elogia a Loida y Eunice por enseñarle su fe!


* Junia, el apóstol. La referencia de Pablo a esta mujer en Romanos 16.7 a creado tremenda controversia en años recientes. Como se hace referencia a ella como apóstol, los expertos en  la Biblia y los traductores han asumido que no puede ser una mujer debido a que estas no podían ejercer ese rol. Por esta razón el nombre se traduce con frecuencia "Junias" o se considera una forma abreviada del nombre "Junianus". Los intentos por cambiar el género de 
Junia no comenzaron hasta el siglo XIII, luego de que el nombre fuera poco común entre los europeos. Cualquiera en el primer siglo hubiera reconocido con facilidad el nombre Junia como un nombre latín común para una mujer.


Hay algunos ejemplos adicionales de mujeres que tuvieron posiciones de autoridad espiritual en la iglesia del Nuevo Testamento. Como Jesús, el apóstol Pablo tenía en las primeras filas discípulas a las que había comisionado a predicar y evangelizar. ¿Dónde están las mujeres que "comparten la batalla" del ministerio apostólico de hoy? Qué trágico que la Iglesia del siglo  XXI no le haya dado el poder a un ejército completo de mujeres con la autoridad necesaria para  tomar ciudades y naciones para Cristo.


¿Quién dijo que la mujer no podía dirigir?



El profeta Joel predijo que un día el Espíritu Santo sería derramado sobre la Iglesia, y que como resultado "vuestros hijos e hijas profetizarán" (vea Jl. 2:28). Este pasaje indica claramente que cuando comenzara la era neotestamentaria, tanto hombres como mujeres recibirían el poder y la comisión de llevar el mensaje del Evangelio al mundo. El Espíritu Santo de Dios no se quedaría solamente en individuos aislados como era el caso bajo el antiguo pacto. En la era pentecostal, todos los creyentes, sin importar sexo, raza o nivel social, tendrían un total acceso a las gracias del Espíritu y llevarían la Palabra de Dios.


Si la predicación se limitara a los hombres, Joel no hubiera mencionado a las hijas en la profecía. En lugar de esto hubiera dicho: "En los últimos días, derramaré de mi Espíritu y sus hijos profetizarán mientras que sus hijas servirán calladamente en un segundo plano y oraran por los hombres."


Esto no es lo que dice la Biblia. ¡Establece con claridad que la mujer predicará! Que dirigirá. Que estará en las líneas delanteras del ministerio. Como Débora, llevarán la iglesia al territorio enemigo y verán cómo Dios da la victoria. Como Ester, no se quedarán calladas. Como Febe, colaborarán con los apóstoles para establecer iglesias y llegar a regiones sin evangelizar.


Si esta es la orden clara de Joel 2:29, ¿por qué las iglesias se enorgullecen en adherirse fielmente a una traducción literal de la Biblia que lo rechaza? No hay fundamento bíblico para la creencia popular de que predicar y profetizar son únicamente dones masculinos. Ambos sexos tienen el llamado a ministrar en el poder del Espíritu Santo y contristamos a ese Espíritu cuando le restringimos su completo fluir prohibiendo a la mujer que predique la Palabra de Dios o que use sus talentos para el servicio de él. Responderemos ante Dios por limitar el fluir de su Espíritu a través de mujeres que han sido llamadas para hablar en Su nombre.


No hay ninguna base bíblica para la idea de que la mujer no puede levantar su voz contra el prejuicio, retar al pecado en la iglesia o llamar a los pecadores al arrepentimiento. La Biblia no exige en ninguna parte que cuándo la mujer predica, profetiza, dirige la adoración, ofrece seminarios, planta iglesias, comienza centro de rehabilitación de drogas, ministra en las cárceles o predica sermones debe hacerlo con menos pasión que el hombre. Entonces, ¿por qué tantos cristianos, aun en el siglo XXI, todavía creen que la mujer que predica con denuedo la Palabra de Dios es "masculina" o "está fuera de orden"? En más de una ocasión he escuchado a ministros sugerir sarcásticamente que si una mujer predica con un estilo autoritario debe ser lesbiana, porque, según ellos, "quieren hacer el trabajo de los hombres".


Debemos entender que la Biblia no aprisiona a la mujer en el molde estereotipado de una persona inútil y callada. Proverbios 8:1-11 declara: "Oh hombres, a vosotros clamo; dirijo mi voz a los hijos de los hombres" (v.4). No sólo predica con autoridad, si no que hay hombres en la audiencia. Esta alegórica mujer no está dirigiendo un estudio bíblico en su casa. Está evangelizando a los hombres en la plaza central de una ciudad importante. Sin embargo, ¿cuántos líderes le dirían que se callara y se sentara? ¿Cuándo pararemos de sofocar al Espíritu Santo negándole a nuestras hermanas su derecho a profetizar? Mantenerlas calladas es sacar de frecuencia la voz del Espíritu. Rechazar su liderazgo es rechazar al Señor. Por siglos el hombre ha interpretado mal la Biblia para mantener a la mujer en silencio. Pero el mensaje de las Escrituras es claro: Dios ha llamado a Sus hijas a profetizar.

¡DEJEN QUE LAS MUJERES PREDIQUEN!





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