CONTENTA CON LO QUE TENGO


Pablo le dijo a Timoteo que aprendiera a contentarse con tener para comer y abrigarse: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Ti. 6:8).

El sustento y el abrigo son tan vitales para la subsistencia en el presente como lo eran en los tiempos bíblicos. Pero ¿somos tan agradecidos por estas cosas hoy día como lo eran las personas de entonces? Una comida proporciona las mismas calorías esenciales, tanto si las cocinamos en un horno microondas como en un fuego a leña en una cabaña de la época colonial. 
Aunque prescindamos de las cosas superfluas de la vida del siglo XXI, seguiremos necesitando las cosas esenciales para vivir. Deberíamos estar tan agradecidos y contentos al terminar una comida en estos tiempos de abundancia, como lo estaban nuestros precursores hace mucho años. En realidad, nuestra fuente de provisión es mucho más frágil que la de ellos. Son miles los que se van a dormir con hambre cada noche. Siempre y cuando tengamos suficiente para comer y un techo para guarecernos del frío, nuestra copa estará rebosando. ¡Qué lástima que no lo reconozcamos! Si lo hiciéramos, estaríamos contentos.


Contentos con lo que tenemos



El escritor del libro de Hebreos exhorta a sus lectores a estar contentos “…con lo que tenéis ahora…” (He. 13:5). De hecho, se trata de un llamado a ser libres del amor al dinero y de afanarse por él.



La búsqueda frenética de las riquezas convierte a muchos en personas negativas. Tratar de igualar las posesiones de amigos y vecinos ha llevado a muchos matrimonios al borde del desastre. Es tan propio de la naturaleza humana competir, que pocos tienen el coraje o la madurez de declararse fuera de toda competencia.



Mientras solo podamos saciar nuestra necesidad de sentirnos satisfechos

No es extraño que los incrédulos se resientan cuando no pueden tener lo mismo que los demás; pero en el caso de los cristianos es por completo inconsecuente con su fe. Es totalmente inadmisible que aquellos que afirman amar y servir a Aquel que nació en un establo, sin un lugar donde recostar su cabeza durante su ministerio, tengan una reacción negativa cuando no pueden tener las mismas posesiones que los demás.




En muchas naciones, las familias pueden trasladar todas sus posesiones sobre sus espaldas. Aquí la mayoría de nosotros necesita un camión de mudanza. Muebles y electrodomésticos impresionantes adornan nuestros hogares, y aún así no estamos contentos. “Contentos con lo que tenéis ahora” sería un buen recordatorio para colocar en las paredes de nuestro hogar. Estar agradecidos por todo lo que Dios nos ha dado sería un gran paso hacia el contentamiento para la mayoría de nosotros.



Contentos en toda circunstancia



Pablo dijo que había aprendido a contentarse en cualquier circunstancia (Fil. 4:11­13). Esta es una lección difícil de aprender. A pocos les cuesta estar medianamente contentos cuando todo les va bien; pero en este mundo negativo, podemos encontrar muchas razones para desalentarnos. Ya hemos visto cómo Pablo mostró contentamiento cuando estuvo sometido a presión e

n la cárcel de Filipos; pero pasó por muchas otras vicisitudes que pusieron a prueba su declaración de estar contento en todo. Estas son algunas de ellas:



“De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en cam


¿Podemos estar seguros de que Pablo experimentó una profunda paz y aprendió a contentarse en todas estas pruebas? Dejemos que él nos lo explique: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualqui


sfechos cuando tenemos lo mismo que tienen los demás, es probable que muchos de nuestros días sean negativos. Puede que los cristianos se decepcionen cuando ven que los incrédulos prosperan más que los hijos de Dios. David se cuestionó lo mismo una vez y nos dejó la respuesta en el Salmo 37: “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad” (Sal. 37:1­3).
inos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Co. 11:24­28).

era que sea mi situación” (Fil. 4:11).



Pablo tenía paz frente al sufrimiento y la muerte debido a la absoluta confianza en Dios y en que todas las cosas le ayudarían para bien: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28).



Entonces, aunque vinieran las tormentas, se cerrara la puerta
de su prisión, le dieran azotes en la espalda y se hicieran falsas acusaciones contra él, a Pablo no le importaba. Él estaba convencido de que nada podría separarlo del amor de Dios (Ro. 8:35­39). Esto hizo que pudiera usar el secreto del contentamiento en toda circunstancia. Estaba tan agradecido por lo que tenía en Cristo, que sus problemas terrenales parecían insignificantes. Como resultado, era un hombre contento.



La perseverancia en el contentamiento está al alcance de cada hijo de Dios. Con Cristo lo tenemos todo, y nada de lo que nos falte en esta tierra puede compararse a nuestra posesión más preciada. Recordar esto y ser agradecido porque Dios nos provee las cosas esenciales de la vida puede darnos el contentamiento que necesitamos cada día.

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