MUJERES EN LA IGLESIA



Se ha faltado mucho a la VERDAD en cuanto al papel de la mujer en la iglesia y su relación con Dios. Hoy día, en pleno siglo XXI, aún continúan realizándose malvadas desviaciones (sean hechas a propósito o no) e interpretaciones (traducciones) desafortunadas que han degradado a la mujer a un segundo plano.
Hoy día muchos hombres y muchas iglesias todavía se mantienen en su postura torcida acerca del trato a la mujer, la hembra. (Muchos lo niegan con la boca pero, inequívocamente, lo apoyan con sus actos).

Cuando una mujer conoce a Dios descubre que es amada sin límites.
Dios la hace saber que para él es importante. Tan importante, que sin ella, su creación jamás sería completa. Su Hijo murió por ella. Dios le dedica su tiempo, tiene planes para ella, habla con ella y también la escucha. La unge con su Espíritu Santo capacitándola para traerle gloria: habla a otros a través de ella, enseña a través de ella… derrama todos sus dones sobre ella. Jesús dio a la mujer la autoridad para obrar en Su Nombre y la incluye en su “real sacerdocio”.
Dios da valor a la mujer.
Sin embargo…

Las iglesias han mantenido durante siglos una serie de mentiras con respecto a la mujer. Entre otras barbaridades, se ha dicho que:
  1. El hombre (macho) fue creado a imagen de Dios, para Dios.
  2. La mujer fue creada a imagen del hombre, para el hombre.
  3. La mujer es inferior al hombre, por eso no puede pastorear, enseñar, dirigir, bautizar, casar etc. Algunos incluso dicen que no tiene autoridad, ni puede usar el “nombre de Jesús”.
Pero todo eso es MENTIRA.
Es importante entender que Dios jamás quiso que las cosas fueran así. Para relacionarse adecuadamente con Dios, la mujer debe saber la VERDAD acerca de sus orígenes y acerca del plan de Dios para su vida. Las mujeres deben ir al origen, al cuándo/cómo/porqué fueron creadas. Cuando la mujer toma conciencia de su verdadero valor, las heridas que la dominación masculina le ha causado serán sanas, y así será libre para ser quien Dios siempre quiso que fuera.
Empecemos por el origen:
LA MUJER, SEGÚN GÉNESIS:
  1. Dios, en primer lugar, creó al ser humano. La criatura humana: ADÁN. Adán no solamente es macho. También es hembra. O mejor dicho, no es ni una cosa ni la otra, aunque es ambas. Hechos a imagen y semejanza de Dios: Varón y Hembra, los creó (contenida en una sola persona, el primer ADÁN).
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    Y creó Dios al humano a su imagen,
    A imagen de Dios lo creó:
    Varón y hembra los creó.

    (Génesis 1:27)
  2. El hombre (macho) no es la imagen completa de Dios.
    La mujer (hembra) no es la imagen completa de Dios.
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    Es la combinación de ambos (macho+hembra) la que se asemeja al Creador.
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    Asumir que Dios es varón es faltar a la verdad. A pesar de que casi siempre nos referimos a un Dios masculino (y claro, Jesús fue varón –y además nos enseñó a tratar a Dios como “padre”), lo cierto es que si queremos ajustarnos a la VERDAD, deberíamos pensar en Dios como el conjunto de una perfecta masculinidad y feminidad, aunque Dios es mucho más. El problema es que para nuestros limitados cerebros esto es difícil de asimilar.
  3. La mujer no fue hecha para el hombre, o después del hombre, o ni siquiera del hombre.
    Dios separa lo masculino de lo femenino cuando ambos eran UNO, y de repente, en lugar de una criatura humana, aparecen dos. Ahora, esos dos tendrán que unirse para volver a ser uno. (Y de ahí lo sagrado de esta unión).
  4. La mujer no fue creada a partir de una intrascendente costilla del hombre (¡como si tan sólo ese ridículo hueso del macho fuera necesario para crear a la hembra!).
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    La Biblia literalmente dice que Dios tomó un costado (una mitad) de la criatura humana. La dividió.
    Separó las dos esencias, y cuando hizo eso Adán se convirtió en Adán-hombre y Adán-mujer.
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    Entonces Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán (la criatura humana), y mientras éste dormía Él tomó uno de sus costados y cerró la carne en su lugar. Y del costado que Dios tomó de Adam, formó una mujer, y la trajo al hombre. (Génesis 2:21).
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    Dios no creó a la mujer en ese preciso momento, pues ella ya había sido creada. Dios simplemente dividió al Adán original (la criatura humana) en dos. Los traductores han empleado la ridícula e insignificante palabreja “costilla” para traducir lo que en realidad se refiere a su costado, su mitad.
  5. La mujer no fue creada para “ayudar” al hombre.
    Esa aseveración da a entender que el hombre tiene derecho a existir por sí mismo, pero que la mujer tiene que justificar su existencia: existe porque el hombre tiene necesidad de ella. .
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    “No es bueno que Adán esté solo. Le haré una ayuda idónea.”
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    Recordemos que cuando aquí dice “Adán” no se está refiriendo al varón. Se refiere a la criatura humana. Es incorrecto pensar que Dios dice: no es bueno que el macho esté solo por tanto inventaré a una hembra. Lo que en realidad dice es: no es bueno que mi “humano” esté solo. Separaré a la hembra del macho.
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    El término “ayuda” da a entender una igualdad, una compatibilidad, pero jamás una subordinación como durante siglos han dado a entender los hombres (como si el macho fuera el protagonista y la mujer sólo existiera para ser su apoyo).
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    De hecho, la misma palabra que se traduce como “ayuda” hace referencia a Dios en muchas otras ocasiones (y nadie puede decir que Dios, por ser nuestro ayudador, sea inferior o un subordinado): Dios, sé tú mi ayudador (salmo 30:10)/He aquí Dios es mi ayudador (Salmo 54:4).
  6. Muchos dicen que el destino de la mujer es permanecer “por debajo” del hombre, pues ese es su castigo por pecar.

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    “… y Él se enseñoreará sobre ti.”
    Génesis 3:16
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    Pero esto que Dios pronuncia no tiene que ver con Su propósito o voluntad para las mujeres. Queda claro que en el ORIGEN esto NO era así: el hombre y la mujer se relacionaban como iguales-opuestos-complementarios: primero habían sido una misma persona y más tarde fueron separados. Dios no creó a la mujer con la intención de someterla al hombre. No la creó inferior. Les creó UNO, iguales en valor, aunque con diferentes características.
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    El pecado trajo la MALDICIÓN y esta es una de ellas. Desde entonces la mujer ha sido pisoteada por el hombre. En muchas culturas la mujer no es superior a los animales, un mero objeto que pasa de hombre (padre) a hombre (marido). Satanás ha mantenido su zarpa sobre el cuello de la mujer, postrándola en el suelo, desamparada, indefensa, sin esperanza. Violando la voluntad de Dios para con ellas. Mancillando el plan del Creador.
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    Pero Cristo YA vino al mundo y YA rompió la maldición: gracias a su obra redentora en la cruz, los hombres y las mujeres son libres para tratarse como iguales, como opuestos compatibles, como semejantes. Las mujeres y los hombres pueden mirarse a los ojos y descubrir en el otro esa otra mitad que les hace UNO, semejantes (¡o, maravilla!) a su Creador.
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    Algunos hombres se niegan a liberar a sus mujeres de esa maldición, felices de su ventaja, realmente creyéndose superiores. En la iglesia predican que Cristo rompió con la maldición de la muerte y que viviremos para siempre. Que Cristo rompió con la maldición de la enfermedad y ahora somos sanos en Su Nombre. Que Cristo rompió con la maldición de la pobreza y ahora prosperamos en Él. Pero pocos se acuerdan de que Cristo rompió con la maldición del señorío del hombre sobre la mujer y que ahora ambos pueden relacionarse como iguales.
Una iglesia siempre será más bendecida, mejor gobernada, más ungida y tendrá más revelación y sabiduría cuando se valore a sus mujeres como la “otra mitad” que hace que se asemejen al Creador. Cuando las mujeres sabias y conocedoras de Dios puedan sentarse a la misma mesa que los varones y, juntos, puedan buscar la dirección del Espíritu Santo para sus iglesias. Es de lógica pensar que la perfección se hallará en el conjunto hombre-mujer, y que un gobierno exclusivamente masculino tendrá muchas carencias. Es de presuntuosos pensar que es mejor que solamente los varones se encarguen de las cosas “importantes” de la iglesia.

El feminismo está fuera de lugar en un ambiente de respeto y mutua valoración. Cuando la mujer no siente que debe defender su lugar, cuando el varón deja de herirla con su supuesta supremacía, cuando se miran como iguales, la mujer se sentirá libre para ser femenina, madre, esposa* y mujer.


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