A través de
todos los profetas, vemos un lenguaje similar en cuanto al cumplimiento de la
palabra dada por Dios. Isaías dice que
la palabra de Dios no tornará atrás vacía, sino que cumplirá el propósito para
el cual ha sido enviada. En Habacuc 2, dice: Aunque parezca que tardará un poco, espéralo, porque sin duda se
cumplirá.
Lo mismo vemos
en Jeremías 1. Dios le dice a Jeremías: Desde antes que tú nacieses, te conocí,
te santifique para enviarte a las naciones, ve allí. Jeremías comienza a dar excusas, y continúa
Dios diciendo: Jeremías, ¿qué ves? Y Jeremías contesta: Veo un árbol de
almendro. Y Dios le dice: Bien has
visto, porque yo apresuro a cumplir la palabra.
El almendro es
el primer árbol que comienza a despertar y dar frutos, cuando la primavera comienza
a llegar. Cuando ningún árbol se atreve
salir, por el frío y la nieve, el almendro despierta. Antes de que se cumpla la palabra, Dios tiene
que despertar a un grupo de personas que sean los que vigilen que la palabra se
vaya a cumplir.
En medio de tu
peor invierno, en vez de buscar explicaciones o consuelo, debes estar como el
árbol de almendro: Vigilante para que la palabra de Dios se cumpla.
Dios te va a
levantar por encima de tu peor invierno, por encima de tus peores
circunstancias y hará que florezcas. No
esperes explicaciones, porque muchas veces no las hay. No esperes consuelo; nosotros
no nos movemos por cómo nos sentimos, nos movemos por la revelación de la
palabra de Dios de que estamos seguros que floreceremos por encima de los
problemas.
No importa lo
que esté sucediendo en el mundo, que las malas noticias no te detengan. Dios apresura su palabra sobre tu vida y
sobre su iglesia. Dice la palabra que
donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
Ahora más que nunca veremos la gracia de Dios manifestarse. Ahora más que nunca debemos abrir las puertas
de la iglesia porque vendrán corriendo, porque el mundo verá la diferencia
entre el que le sirve a Dios y el que no.
¿Cuál es la revelación que debe despertar en nosotros? Que él lo va a cumplir. Él lo va hacer.
Hay
cuatro
palabras que describen la palabra de Dios: 1) La palabra predestinada o
predeterminada. El hecho de que eres hijo de Dios predetermina que, no
importa
las circunstancias, Dios tiene planes contigo para darte futuro y
esperanza. 2) Es palabra preparatoria. Cada vez que la escuchas y la
lees, recibes revelación
y tomas decisiones correctas. 3) Es
palabra profética, palabra que no tan solo ata el pasado, sino que te
lanza
hacia tu futuro. 4) Es palabra
permanente. No importa lo que digan, ni
hagan, es una palabra que permanece para siempre. Todo lo que Dios dice
que va a hacer, él lo
hace.
No vivas de
consuelo ni explicaciones, sino de revelación, porque es en la revelación que sabes
lo que Dios ha predeterminado, sabes cómo te tienes que preparar, sabes lo que
Dios tiene para ti, y sabes que se va a cumplir.
Vemos en Éxodo
una historia donde también habla de la vara de almendro. Dios había escogido a Aarón como sumo
sacerdote, y el pueblo no quería. Moisés
estaba dando explicaciones al pueblo, y Dios le dice que las explicaciones no
son suficientes; que hiciera unas varas y con el tiempo verían cuál florecería. Cada uno que quería la posición trajo una
vara, y la de Aarón floreció en tres tiempos a la misma vez. Florecieron pequeñas hojitas, frutos no
maduros y almendras. Se pudieron ver todos los tiempos, el pasado, presente y
el futuro, todos estos a la misma vez.
Cuando Dios te
hace florecer, en tu vida se ve que el pasado era parte del presente y que el
presente está ligado a lo que Dios va hacer en el futuro. Cuando Dios termine contigo, verás que lo que
no tenía sentido para ti, entonces cobrará sentido. El único que lo puede hacer es nuestro gran
Dios Todopoderoso.
Cuando vives por
revelación, dependes de que sea Dios quien cumpla su palabra en tu vida. Y, cuando Dios lo haga, se verá el pasado, el
presente y el futuro en tu vida, y nadie tendrá duda de que es Dios quien lo ha
hecho.
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