Pon tu mirada en la meta, no en el camino que puede estar lleno de dificultades. Aprende a superar los fracasos porque la aflicción es pasajera si creemos en nuestro futuro de bien.
Todos vamos en camino hacia nuestro destino y debemos superar etapas. El hecho de perder en algo no nos hace perdedores. Hay que diferenciar entre un evento y una actitud de vida. Veamos a Dios que también perdió en algún momento con Adán y a Eva por el pecado que cometieron. El Señor se arrepintió de haber hecho al hombre porque le dolió lo que estaban haciendo. El hijo pródigo también se le perdió al Padre Eterno. Entonces, debemos notar que no todas las etapas son para ganar. No debemos anticiparnos a la derrota porque estamos hechos para ganar.
En Juan 16:32-33 vemos que Jesús estaba consciente que en algún momento de su vida se quedaría sin compañía pero realmente no estaría solo porque el Padre siempre lo acompañaría. A veces sentimos que estamos sin compañía, pero no estamos realmente solos porque el Padre está con nosotros. No debes ver lo que pierdes sino lo que sigues teniendo. Imitemos la actitud del Señor y no veamos la aflicción sino el triunfo que podemos lograr en Cristo Jesús.