NO SOMOS PARTE DEL MUNDO
«Cuando empecé a poner por escrito mi historia y por lo que había pasado siendo testigo de Jehová, comencé a darme cuenta de todo aquello de lo que no fui consciente cuando estaba dentro de la organización».
¿Por qué los testigos de Jehová no pueden celebrar los cumpleaños, recibir transfusiones de sangre ni tener amigos «mundanos»?
¿En qué consiste exactamente esta organización y cuáles son las consecuencias de romper sus normas?
En este testimonio, tan crudo como valiente, su protagonista desgrana todos los aspectos de lo que fue su vida como testigo de Jehová: el control e influencia que se ejerce incluso en la infancia, las prohibiciones, el funcionamiento de la jerarquía, el adoctrinamiento..., hasta llegar a la última vez que abrazó a su padre sabiendo que no podría volver a verlo tras haber sido expulsada de la comunidad.
A partir de entonces reconstruyó su vida y su identidad gracias a las experiencias «del mundo» con las que antes ni siquiera podría haberse atrevido a soñar.
Además de dar voz a una realidad oculta y silenciada, la autora reflexiona sobre la culpa, la vergüenza, el sentido de pertenencia y el alto precio que a veces se paga por la libertad.
NUEVAS EVIDENCIAS CIENTÍFICAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
En este libro, José Carlos González-Hurtado muestra todas las pruebas que apuntan a Dios. Sin embargo, este no es un libro de religión. Haciendo hincapié en los grandes descubrimientos actuales con un estilo ágil y riguroso, el autor invita a la reflexión y el diálogo y expone en estas páginas la respuesta a la que probablemente sea la cuestión más trascendental a la que podemos enfrentarnos.
Best seller instantáneo gracias a las deslumbrantes explicaciones que ofrece de temas como el Big Bang, la segunda ley de la termodinámica, las leyes de la naturaleza o los descubrimientos de la genética, Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios ya se han convertido en el libro del que todo el mundo habla.
¿Y SI EL CONCEPTO BÍBLICO DE FEMINIDAD NO VIENE DE PABLO?
¿Y si el concepto bíblico de feminidad no viene de Pablo?
"¡ODIO A PABLO!" No puedo decir cuántas veces he escuchado esto en boca de mis alumnos, en su mayoría mujeres jóvenes marcadas por la forma en que se ha utilizado a Pablo contra ellas cuando se les ha dicho que guarden silencio (1 Corintios 14), que se sometan a sus maridos (Efesios 5), que no enseñen ni ejerzan autoridad sobre los hombres (1 Timoteo 2), y que trabajen en casa (Tito 2). Se les ha enseñado que Dios diseñó a las mujeres para que obedecieran la jefatura masculina (1 Corintios 11), centrándose en la familia y el hogar (Colosenses 3; 1 Pedro 3), y que otras ocupaciones que no fueran la familia debían ser secundarias para ellas, emprendidas en su mayoría por necesidad o después de que los hijos hubieran dejado la casa.
Por eso, cuando mis alumnos exclaman que "odian a Pablo", yo les digo que no es a Pablo a quien odian; más bien, odian cómo las cartas de Pablo se han convertido en el fundamento de una comprensión de los roles bíblicos de género que oprime a las mujeres. Beverly Roberts Gaventa, una de las principales especialistas paulinas, lamenta que los evangélicos hayan pasado tanto tiempo "analizando las líneas de las cartas de Pablo en busca de proposiciones teológicas y directrices éticas que deban ser reproducidas en sentido estricto" y que como consecuencia se les haya escapado el propósito principal de Pablo. Hemos reducido su llamamiento a la unidad y lo hemos convertido en una especie de control policial en busca de la uniformidad; hemos cambiado el "carácter radical" del cuerpo de Cristo por una rígida jerarquía de género y poder. En lugar de "pensar junto a Pablo", como apela Gaventa, los evangélicos han convertido a Pablo en un arma para nuestras propias guerras culturales [1]. El erudito del Nuevo Testamento Boykin Sanders proclama que es hora de entender a Pablo en lo relacionado con las mujeres. En negrita, bajo el título "Ni masculino ni femenino", argumenta: "La lección para la iglesia negra aquí es que la discriminación de género en el trabajo de la iglesia es inaceptable". Pablo nos muestra que la discriminación de género es "una vuelta a los caminos del mundo", y que estamos llamados al "nuevo mundo del evangelio de Cristo crucificado".
La verdad (la realidad evangélica) es que nos hemos centrado tanto en adaptar a Pablo para que sea como nosotros que nos hemos olvidado de adaptarnos a lo que Pablo nos llama a ser: uno en Cristo . En lugar de elegir la mejor parte y abrazar el "nuevo mundo del evangelio de Cristo crucificado", hemos elegido seguir haciendo lo que los humanos siempre han hecho: construir nuestra propia torre de jerarquía y poder.
Porque el propósito de Pablo no era enfatizar la sumisión de la esposa
Así que hablemos de la sumisión de las esposas, una idea que los evangélicos extraen de los códigos domésticos del Nuevo Testamento. Como hemos visto, el contexto histórico sugiere que la sumisión femenina no era el objetivo de los escritos de Pablo, ni siquiera en los códigos domésticos. ¿Y si Pablo no estaba incluyendo los códigos domésticos para dictar cómo deben seguir los cristianos la jerarquía de género del Imperio Romano, sino que les estaba enseñando a los cristianos a vivir de manera diferente dentro de su contexto romano? ¿Y si en vez de leerlos como "textos terroríficos" para las mujeres, pudiésemos leer los códigos domésticos como narrativas de resistencia al patriarcado romano?
Si los tomamos al pie de la letra (si hacemos una "interpretación simple y literal"), los códigos domésticos parecen santificar la estructura patriarcal romana: la autoridad del paterfamilias (marido/padre) sobre las mujeres, los niños y los esclavos. El texto de Colosenses 3 es un buen ejemplo: "Esposas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis nunca con dureza. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque éste es vuestro deber aceptable en el Señor. Padres, no provoquéis a vuestros hijos, para que no pierdan el ánimo. Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no solo mientras os vigilan y para agradarles, sino de todo corazón, temiendo al Señor" (vv. 18–22). Por si no sabes mucho sobre el patriarcado romano, la tutela masculina formaba parte de la ley romana. Las esposas debían someterse legalmente a la autoridad de sus maridos; las mujeres solteras debían someterse a la autoridad de sus padres o parientes masculinos más cercanos; las mujeres no podían poseer propiedades ni dirigir negocios por derecho propio; las mujeres no podían realizar transacciones legales o financieras sin que un hombre actuara en su nombre. Desde esta perspectiva histórica, no es sorprendente que se trate el tema de las esposas en los textos romanos del siglo I (el Nuevo Testamento) que reflejan la realidad de la vida de las esposas en ese mundo romano del siglo I. Que Pablo incluyera una declaración para que las mujeres estuvieran sujetas a sus maridos es exactamente lo que el mundo romano habría esperado. [
Los evangélicos modernos no podemos entendemos esto.
Pablo no les decía a los primeros cristianos que se parecieran a los demás; les decía que, como cristianos, tenían que ser diferentes. Rachel Held Evans explica los códigos domésticos cristianos como una "remezcla de Jesús" del patriarcado romano [6]. Los estudiosos están de acuerdo en que el término “remezcla” es una buena descripción. Por ejemplo, Carolyn Osiek y Margaret MacDonald, estudiosas del Nuevo Testamento, sostienen que las enseñanzas éticas incluidas en el código doméstico de Éfeso son tan "opuestas" al mundo grecorromano que, en lugar de ser un signo de acomodación, "el código doméstico se presenta como lo que en última instancia separa a los creyentes" [7]. Si se leen correctamente, los códigos domésticos no solo liberan a las mujeres, como escribe Shi-Min Lu, sino que liberan a todos los miembros del hogar de los "elementos opresivos" del mundo romano [8]. Pablo no estaba imponiendo el patriarcado romano a los cristianos; Pablo estaba utilizando una “remezcla de Jesús” para explicarles a los cristianos cómo los liberaba el evangelio.
Así que veamos la remezcla de Jesús en dos pasajes similares del código doméstico, ambos escritos por Pablo.
Colosenses 3:18-19
"Esposas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis nunca con dureza".
Efesios 5:21-22, 25, 28, 33
"Someteos unos a otros por reverencia a Cristo. Esposas, estad sujetas a vuestro marido como lo estáis al Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. (...) Los maridos deben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. (...) Cada uno de vosotros (...) debe amar a su mujer como a sí mismo, y la mujer debe respetar a su marido".
Como cristianos modernos, escuchamos inmediatamente la autoridad masculina. Esposas, estad sujetas a vuestro marido. Sin embargo, como cristianos del primer siglo, la audiencia original de Pablo habría escuchado inmediatamente lo contrario. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis nunca con dureza. Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. El enfoque de los códigos domésticos cristianos no es el mismo hoy que en el mundo romano.
Tomemos como ejemplo a Aristóteles, filósofo del siglo IV. Aristóteles escribió en su Política lo que se convertiría en uno de los textos de código doméstico más influyentes de la cultura occidental. Esto es lo que dijo:
De la administración del hogar hemos visto que hay tres partes: una es el gobierno de un amo sobre los esclavos (...), otra la de un padre, y la tercera la de un marido. Hemos visto que un esposo y padre gobierna sobre su esposa e hijos, ambos libres. Sin embargo, el gobierno de uno y otro difiere; el gobierno sobre sus hijos es real, mientras que el gobierno sobre su esposa es constitucional. Porque, aunque haya excepciones al orden de la naturaleza, el varón es por naturaleza más apto para el mando que la mujer. (...) La desigualdad [entre el hombre y la mujer] es permanente. (...) El valor del hombre se demuestra al mandar, el de la mujer al obedecer. (...) Hay que considerar que todas las clases tienen sus atributos especiales; como dice el poeta de las mujeres: "El silencio es la gloria de la mujer, pero no es la gloria del hombre".
¿Ves las diferencias? Aristóteles escribe específicamente a los hombres sobre cómo deben gobernar y por qué tienen derecho a hacerlo. No incluye a los inferiores en la conversación. El gobierno del hogar es el dominio del hombre romano, como amo, padre y esposo. La conversación se dirige únicamente a los hombres.
En cambio, los códigos domésticos cristianos se dirigen a todas las personas de la casa-iglesia: hombres, mujeres, niños y esclavos. Todo el mundo está incluido en la conversación. La teóloga Lucy Peppiatt dice que esta es la "clave" de la subversión cristiana contra el patriarcado romano. Los códigos domésticos cristianos se dirigen a todos los miembros del hogar romano en vez dar por sentada la tutela del jefe masculino, y por ello "contienen en su interior un vuelco de las posiciones aceptadas que se conceden a los hombres, las mujeres, los esclavos y los niños, así como de las expectativas que se depositan en ellos" [10]. En lugar de dotar de autoridad a un hombre que habla y actúa en nombre de los que están en su hogar, los códigos domésticos cristianos ofrecen a todos los miembros de la comunidad compartida (unida por su fe en Cristo) el derecho a escuchar y actuar por sí mismos. Esto es radicalmente diferente de la estructura patriarcal romana. La estructura cristiana de la iglesia doméstica resiste al mundo patriarcal del Imperio Romano.
Los códigos domésticos del Nuevo Testamento cuentan la historia de cómo la Iglesia primitiva intentaba vivir en un mundo no cristiano y cada vez más hostil. Tenían que encajar, pero también tenían que defender el evangelio de Cristo. Tenían que mantener el marco del patriarcado romano tanto como pudieran, pero también tenían que defender el valor y la dignidad de cada ser humano hecho a imagen de Dios. Pablo les dio los planos para remezclar el patriarcado romano. En lugar de dirigirse a los hombres como autoridad principal, los códigos domésticos cristianos incluyen a todos en la conversación. En lugar de justificar la autoridad masculina por la inferioridad femenina, los códigos domésticos cristianos afirman que las mujeres tienen el mismo valor que los hombres. En lugar de centrarse en la sumisión de la esposa (todo el mundo lo hacía), los códigos domésticos cristianos exigen que el marido haga exactamente lo contrario de lo que permitía la ley romana: sacrificar su vida por su esposa en lugar de ejercer poder sobre su vida. Esto, escribe Peppiatt, es la "revolución cristiana" . Esto es lo que hace que los cristianos seamos diferentes del mundo que nos rodea.
¿Puede ser que hayamos entendido a Pablo al revés? ¿Y si su enfoque nunca fue la jefatura masculina y la sumisión femenina? ¿Y si su visión fuera más grande de lo que hemos imaginado? ¿Y si en lugar de reproducir una antigua jerarquía de género, Pablo nos estuviera mostrando cómo el evangelio cristiano libera incluso el hogar romano?
DESPERTANDO: HACIA EL CAMINO DEL AMOR
"Si hay un elefante en la habitación entre la mayoría de nosotros que nos llamamos cristianos, es que lo que pensamos y decimos que creemos y lo que realmente experimentamos son con demasiada frecuencia dos realidades radicalmente diferentes", escribe el autor. "Irónicamente, nosotros mismos somos a menudo los últimos en ver esta disparidad".
Afirmamos ser salvos en la próxima vida, pero ¿podemos encontrar paz en las tormentas que se levantan contra nosotros en esta vida? La respuesta es un sí inequívoco. Pero eso sí significa mirarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea de manera diferente, lo que nos lleva a una nueva forma de estar en el mundo. Así que eche un vistazo. Vea lo que millones de cristianos están viendo ahora.
LEALTAD
El Eterno ayuda, continuamente, a los extranjeros. Rut estuvo dispuesta a abandonar su país, y a sus allegados, por el gran afecto, y respeto, que tenía por Noemí, y por el Creador (a Quien ya había conocido); ella demostró ser una mujer voluntariosa, devota y leal, inclusive, en los momentos más difíciles, y complicados, de su existencia. La moabita amaba, sinceramente, a su suegra, y tuvo gran compasión por ella. Juntas realizaron el viaje, de retorno, a Judá, a la ciudad de Belén, donde decidieron radicar, permanentemente. Esta buena mujer se ganó una hermosa, y merecida, reputación. El testimonio de Rut se extendió por todo el pueblo (Rut 2:11-12). Un hombre muy rico, y dueño de muchas tierras, llamado Booz, quedó tremendamente impresionado con la serenidad, con la bondad y con la simpatía, de Rut. Ambos se llegaron a casar.
La lealtad es un principio, espiritual, de honor, y de gratitud, a favor de una persona, o de algún grupo social. La adhesión, y el cariño, que se tiene por alguien, o por algo, es el fundamento de la fidelidad. Los cristianos sabemos, claramente, que existe una esfera, superior, más allá de la terrenal. Si nuestra lealtad, hacía la gente, entra en conflicto con la fidelidad a nuestro Padre, esta última tiene prioridad, total. Jesús rechaza, de manera contundente, la idea de una lealtad dual, o compartida (Mateo 6:24). Rut confió, incondicionalmente, en el Salvador, y Él recompensó su dependencia, y humildad, dándole no sólo un esposo, sino, también, un hijo (Obed), y un nieto (Isaí) y un bisnieto, llamado David, el rey, valiente, de Israel (Rut 4:17). Además de estos dones (Salmo 127:3), Dios le dio a Rut la bendición de estar en la lista, exclusiva, de los antepasados, terrenales, del Nazareno (Mateo 1:5-6).
Es, increíblemente, reconfortante, reconocer que Jesús puede cambiar, en un abrir y cerrar de ojos, el presente, horrendo, y el futuro, incierto, de una persona (y encaminar los pasos, sin rumbo, de los perdidos, en la dirección que Él ha determinado, desde antes). El Buen pastor lleva a cabo Su plan, perfecto, entre Sus ovejas, sensibles. Estamos seguros, ciertamente, que todo lo que nos sucede, a los que amamos, de veras, al Rey de gloria (es decir, a los que hemos sido elegidos, conforme a Su propósito, sublime), son a favor de nuestro bienestar, y felicidad (Romanos 8:28). El dolor, y el sufrimiento, en este lado de la eternidad, vienen con premio.
El Señor no solo ha permitido que Rut forme parte del grupo, notable, de los ancestros del Galileo, puesto que, también, la llegó a salvar de la pobreza, y de la indigencia, extrema, y de la exclusión social. Los marginados pueden llegar al Admirable en busca de ayuda, y la encontraran. La historia, de amor, de Rut, es exquisita, y emocionante. Los sentimientos que la unieron con Noemí eran sinceros, y enorme. Este cariño surgió, y se fortaleció, alrededor de las lágrimas.
El Espíritu Santo, muchas veces, obra en nosotros, a través de los problemas, y de las dificultades, con la intención de que podamos alcanzar, cómodamente, el bien supremo que ha proyectado, y determinado, desde el principio, para todo el universo. La generosidad, del Altísimo, es hermosa, y continúa. Booz y Rut se enamoraron, francamente, el uno de la otra. Este sentimiento, sublime, unió a los judíos, y a los gentiles, dentro de una misma línea, real. David, Salomón y Jesús, son sus más ilustres descendientes. La redención llega a su punto más alto, y exquisito, en la vida de esta dama, ejemplar, cuando ella pasó de ser pagana a creyente, de viuda a esposa, de estéril a fértil y de pobre a rica.
RAQUEL
El Omnipotente tuvo compasión de Raquel, y respondió a sus oraciones; la hizo fecunda, y le permitió quedar embarazada (Génesis 30:22). Los años largos, e interminables, de espera, de Raquel, llegaron, finalmente, a su fin. El Señor escuchó su clamor, y observó su alma, perturbada, y le concedió un primer hijo, al que llamó José; luego volvió a estar embarazada; pero, fatalmente, en el momento del parto, tuvo dificultades muy serias, y falleció, inesperadamente. Su segundo hijo nació bien, y le pusieron por nombre Benjamín.
La influencia, la autoridad y la soberanía, del Creador, sobre el vientre de las mujeres, son evidentes, e incuestionables. El dominio del Soberano en el útero (el órgano genital, femenino, en el que se desarrolla, y se aloja, el feto, durante la gestación), es un tema frecuente, e interesante, en las Sagradas Escrituras. Los propósitos de Dios, en la apertura de unos, o en el cierre de otros, suele depender, y respetar, un propósito, glorioso, del Hacedor de maravillas. El Santísimo le concedió gemelos a Rebeca (Génesis 25:21); el Señor abrió el vientre de Lea (Génesis 29:31); el Espíritu cerró, por un tiempo, el útero de Ana (1 Samuel 1:5).
La historia, bíblica, de Raquel, nos provee una gama, exquisita, de lecciones, diversas; las mismas que debemos aplicar a nuestra vida, diaria. La paciencia, y la tolerancia, que demostró la esposa de Jacob, es asombrosa, y singular. Ella tenía un carácter prudente. La virtud de quienes saben sufrir, y comprender, las adversidades, y los problemas, con fortaleza, y sin lamentarse, es asombrosa. Los cristianos esperamos, con calma, y con buen humor, que las cosas sucedan, a su tiempo, y de acuerdo a la voluntad del Admirable.
En el momento que nuestra fe, y nuestra confianza, en el Buen pastor, es puesta a prueba, debemos responder positivamente, y sin sobresaltos (y acostumbrarnos, a soportar, con hidalguía, los inconvenientes). Resistir, y sufrir, las angustias, y los padecimientos, hasta el final, para que seamos mejores, y para que podamos obedecer, fácilmente, lo que Dios nos manda, es muy importante, y necesario, para que no nos falte nada (Santiago 1:3-4). Cuando nos esforzamos, intelectualmente, en encontrar paz, y gozo, durante el tiempo de aflicción, y de tormento, generalmente, olvidamos que la paciencia, y el dominio propio, son fundamentales, y poderosos, para que las dificultades, en vez de derrotarnos, vivifiquen, y fortalezcan, nuestro carácter.
Despojarnos, para siempre, del hombre, natural, que llevamos dentro, todavía, para convertirnos en santos, y ponderados, gracias a la expiación que ha realizado el Cordero de Dios, a nuestro favor; y volvernos como niños, inocentes, y bien educados (sumisos, sencillos y pacientes; llenos de amor, y de misericordia, y dispuestos a someternos, continuamente, a la voluntad del Príncipe de paz), es la obra monumental, y perpetua, que desea hacer el Consolador en cada uno de los discípulos del Maestro.
Cuando nuestro enfoque descansa, mayormente, en la apariencia, física, de una persona, es probable que fracasemos, sentimentalmente. Jacob prefirió galantear, y amar, a Raquel, en vez de a Lea, posiblemente, porque era muy hermosa. Cuando alguien se enfocó en el físico, de su pareja, y no descubre la elegancia, y la finura, de las virtudes de su personalidad, se equivoca, rotundamente. El temor a Dios; la solidaridad, la piedad y la generosidad, son más importantes que el aspecto físico, y lo atractivo, y lo elegante, de la gente. La hermosura, exterior, de alguien, va a desaparecer, en cualquier momento; pero la del alma, permanece, para siempre.
Procuremos, siempre, manifestar, libremente, la belleza pura, e intachable (la que procede de lo más íntimo, y tierno, de nuestro corazón, redimido); la misma que se exhibe a través de la honestidad, y de la amabilidad, de un temperamento tierno, sumiso y tranquilo. Esto es lo que tiene más valor, y sentido, delante del Inconfundible (1 Pedro 3:4). Jesús anhela que apreciemos, y valoremos, correctamente, la gloria, y la gracia, de Su Espíritu.
RAHAB
En el Registro sagrado se menciona que Josué, antes de invadir Jericó, envió a dos de sus soldados, más audaces, para espiar en la ciudad, ya que deseaba tener una información, exacta, sobre su poderío militar; ellos fueron recibidos, amablemente, por Rahab, en su casa. La vida de esta mujer, libertina, no había sido nada perfecta, y había hecho, con su cuerpo, cosas que no agradan al Santísimo. Todos los mortales, desde luego, cometemos un sinnúmero de errores, y transgresiones, de todo tipo; pero la gracia, y la piedad, del Consolador, son tan extraordinarias, y tolerantes, que Él nos da, siempre, una nueva oportunidad.
El rey de Jericó se enteró de los intrusos, y quería capturarlos, para asesinarlos. Rahab no le tuvo miedo, y optó por protegerlos. Ella demostró que respetaba, y confiaba, incondicionalmente, en el Príncipe de paz, cuando decidió ayudar a los espías. Esta dama tenía conocimiento de los milagros que Dios había hecho a beneficio de los israelitas, y comprendía que Yahweh es el Dios verdadero.
Una vez que los informantes escaparon, a salvo, de la ciudad, le contaron a Josué lo que habían pasado, y percibido, con sus propios ojos. Los israelitas, finalmente, cruzaron el Jordán, hacia Canaán, y sitiaron Jericó. Luego ingresaron a la ciudad, y mataron a todos sus habitantes; sólo Rahab, y su familia, no fueron asesinados. Su fe, y su dominio propio, salvaron a los espías, y al ejército de los hebreos, de una derrota, contundente, y a sus familiares. Ella conoció, y se casó, posteriormente, con Salmón, un miembro de la tribu de Judá. Uno de sus hijos fue Booz, el que fue esposo de Rut, la bisabuela del rey David. José, el padre, legal, de Jesús, es uno de sus descendientes, directo.
El Señor nos da valor, firmeza y serenidad, a los que creemos, y confiamos, en Su poder, y en Su misericordia, bendita. Sin importar si somos hombres, o mujeres, el Salvador nos emplea, en Su viña, a los que deseamos servirLe; y nos encomienda la obra que Él quiere. Nuestra fe, en Jesús, nos impulsa a comportarnos con coraje, e hidalguía, frente a las situaciones más problemáticas, y peligrosas. Los cristianos debemos ser atrevidos, y enérgicos, frente a los ataques, y a las tentaciones, del mundo, y de las tinieblas. Rahab era frágil, e insegura, y pertenecía al sector que humilla, y rechaza, la sociedad, inclemente; pero el Admirable puso Sus ojos, santos, sobre ella.
Somos polvo, y valemos muy poco; sin embargo, el Galileo nos ha redimido, y le ha dado sentido a nuestra existencia, perversa (y nos ha convertido en seres valiosos, útiles y poderosos). Aunque no veamos, a nuestro alrededor, a gente cordial, y de buenos modales, y vivamos en un infierno, terrenal, que está en guerra, continuamente, la paz, y el gozo, de Cristo, es nuestra fortaleza. Jesús ha tenido compasión de nosotros, y ha transformado nuestra existencia, sin sentido, en un jardín, espléndido, de tranquilidad, y de bienestar, espiritual.
Rahab dejó, a un lado, sus malos hábitos; y demostró amistad, y solidaridad, con su prójimo, y encontró bienestar, y sosiego, para su familia. Todos somos, a menudo, como ella. Nos sentimos incapaces, o sin futuro. Nuestros errores nos frenan, y nos tachan de inútiles, pero el Altísimo nos convoca a vivir una nueva historia. Los que se sienten perdidos, y sin amparo, tienen que saber que el Buen pastor los ama, intensamente, y que Él anhela transformar sus vidas, y cambiar, para siempre, el rumbo de sus pasos. El Nazareno nos invita, de mil maneras, diferentes, a acudir a Él, tal como somos. Él hará grandes, y agradables, proezas, a nuestro favor, y a través de nosotros.
La acción del Espíritu Santo es impactante, y maravillosa; Él elige, muchas veces, a los que han caído muy bajo, para humillar a los arrogantes; y para que lleguemos a ser testigos de Su gracia. La fuente, ilimitada, del amor, y de la bondad, auténtica, se encuentra, únicamente, en el Corazón del Redentor.
REFLEXIONES SOBRE IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Eso es más que evidente en nuestros cromosomas, en nuestras hormonas, en nuestro cerebro, en nuestra composición de ADN, en nuestras células, en nuestro aparato reproductivo. Es evidente en todo nuestro cuerpo, la evidencias de la exclusividad de estos dos géneros es histórica y biológicamente comprobable.
Glorificamos a Dios cuando vivimos de acuerdo a Su diseño, mostrando Su imagen multifacética en el complemento perfecto de la masculinidad y la feminidad. No hay posiciones intermedias, esa es la visión de Dios.
Lamentablemente el humanismo y la neutralidad han invadido la forma del pensamiento humano, pero la verdad de Dios sigue siendo absoluta e inmutable.
LA VERDADERA HISTORIA DE LA PASIÓN
¿Qué sabemos con certeza sobre estos episodios fundamentales?
¿Cuáles son hoy las explicaciones de la moderna arqueología, la historia, el estudio comparado de las religiones y el análisis científico de los documentos de los que disponemos?
Para dar respuesta a estas preguntas, un grupo de especialistas académicos, expertos en distintos ámbitos del conocimiento, nos ofrecen en esta obra una visión aséptica, documentada y rigurosa sobre los trágicos episodios narrados en los evangelios, y que constituyen la base de la fe de millones de personas en el mundo.
El resultado de los autores es un trabajo sólido y apasionante, escrito de un modo claro y asequible, e indispensable para todo lector que desee conocer y profundizar en estos episodios históricos desde una perspectiva científica no vinculada a las creencias religiosas.
DECISIONES
Diariamente, tenemos que tomar decisiones que afectarán nuestras vidas y la de nuestras familias, y debemos tener cuidado de no ser influenciados negativamente por el diablo, quien trata de inducirnos a tomar malas decisiones. Y aunque las decisiones a tomar sean grandes o pequeñas, estas tendrán consecuencias. Dios nos indica cómo debemos tomar decisiones sabias.
Dios nos da la libertad de elegir nuestras decisiones pero no nos da la libertad de elegir las consecuencias de nuestra elección ya bien buenas o malas. Las consecuencias son parte de la elección misma. Por ejemplo, podemos decidir saltar desde un edificio de diez pisos, pero no podemos elegir aterrizar de pie y quedar completamente intactos.
El libro de Génesis, capítulo 13, nos narra la vida de Lot y cómo él tomó una decisión que tuvo consecuencias devastadoras. Abram y Lot tenían problemas para coexistir en la tierra de Canaán debido a que sus rebaños y manadas eran tan abundantes que no había suficientes pastos para ambos. Ante esta situación, Abram, consciente del problema, propuso que debían separarse. Abram le ofreció a Lot la opción de elegir a dónde quería ir, y Lot optó por trasladar sus tiendas hasta Sodoma, una ciudad conocida por su depravación moral. Esta mala decisión destrozó y arruinó su vida y la de su familia.
¿Qué podemos aprender de la terrible decisión de Lot? En primer lugar, es crucial evitar tomar decisiones egoístas. 'Lot escogió para sí toda la llanura' (Génesis 13:11), demostrando que no pensaba en Dios, ni en su esposa y familia, sino únicamente en sí mismo.
Al tomar una decisión, también debemos huir de la codicia. La mala elección de Lot se debió a que estaba basada en la codicia. Al ver la exuberante hierba junto al valle del Jordán, imaginó cuán rico podría llegar a ser allí. Su decisión estuvo motivada por el dinero, olvidando que 'la raíz de todos los males es el amor al dinero' (1 Timoteo 6:10). Este fue un paso importante en la dirección equivocada motivado por la codicia.
Debemos evitar tomar decisiones que nos comprometan espiritualmente. Lot observó la tierra hacia el este y la comparó con el Jardín del Edén y con la tierra de Egipto, todo en uno. Parecía ser un pedacito de cielo y un pedacito de tierra. Creyó que podría disfrutar tanto de las bendiciones del cielo (Edén) como de los placeres terrenales (Egipto). El problema con este razonamiento se encuentra en Santiago 4:4, que dice: ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios?
Al tomar una decisión, debemos pensar en las consecuencias de nuestras acciones. Lot fijó su mirada en Sodoma y en todo lo que esta ciudad prometía. Tomó una decisión equivocada que tuvo graves consecuencias. Veinte años después, cuando el fuego del juicio divino desciende sobre estas ciudades pecaminosas de la llanura, Lot pierde a su esposa y sus riquezas. Sus dos hijas, profundamente influenciadas por la corrupción de Sodoma, emborrachan a Lot y cometen incesto con él, resultando ambas embarazadas de su padre.
Al final de Génesis 19, se cierra el capítulo sobre la vida de Lot. Aunque era creyente (2 Pedro 2:7-8), vivió una vida miserable al margen de la voluntad de Dios, residiendo en la ciudad del pecado. Su mala decisión tuvo un costo muy elevado: lo perdió todo.
La historia de Lot es el retrato trágico de un cristiano carnal, sin nada que mostrar por su vida de fe. Tomó una decisión terrible que destruyó su vida y la de su familia. Por eso, cuando tengas que tomar una decisión, busca primero a Dios, quien está dispuesto a otorgarte Su Sabiduría para que hagas la decisión correcta.
'Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.' - Santiago 1:5
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