Este día no es color de rosa para todas. Para algunas, el día de las madres no está lleno de flores, regalos, y felicitaciones.
Quizás para ti es un día difícil porque perdiste a tu mamá, porque un hijo ya no está contigo o, porque tu vientre nunca ha sido llenado. Todas estas situaciones tienen sus características particulares, pero todas comparten cierto dolor y malestar en una celebración como esta.
A lo largo de tantos días de las madres que no han sido tan dulces como quisiera, Dios me ha venido recordando algunas verdades que quiero compartir contigo. Oro que sirvan de aliento para tu corazón:
1. ¡Dios es siempre bueno!
Sin importar nuestro dolor o la circunstancia en la que estemos, podemos siempre estar confiadas y proclamar que Dios es bueno, y bueno en gran manera. En medio del sufrimiento de la pérdida o del anhelo, podemos fijar nuestros ojos en un Dios cuya bondad arropa nuestras vidas de maneras que ni siquiera sabemos apreciar. El Rey David supo decir en medio de una situación profundamente difícil que:
“Los que a El miraron, fueron iluminados; Sus rostros jamás serán avergonzados. Este pobre clamó, y el Señor le oyó, Y lo salvó de todas sus angustias…Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!”, Salmo 34:5-8.
Dios me ha enseñado que Él es bueno y que ninguna circunstancia en mi vida está fuera de su bondad.
2. Sus planes están llenos de su gracia y amor.
Dios orquesta nuestras vidas, ni el más mínimo detalle de alrededor nuestro está fuera de su soberanía. Eso significa que el que el día de las madres no sea como quisieras es parte del plan de Dios para tu vida, y un plan que es conforme a su gracia y amor. Dios es amor y no hay nada, absolutamente nada, que ocurra en nuestras vidas que no esté bañado por ese amor que Él es.
“El Señor es bueno para con todos, Y su compasión, sobre todas Sus obras”, Salmo 145:9.
Es cierto que habrán muchas cosas que no podremos entender, pero todo esto debe ser resuelto y envuelto en la confianza en el carácter de Dios. Spurgeon lo dijo de la siguiente manera: “Cuando no puedas rastrear su mano, siempre puedes confiar en su corazón”. Cuando no puedas ver lo que Él está haciendo, cuando no puedas ver hacia dónde se mueve su mano, confía en su corazón, confía en su carácter.
Recuérdale a tu alma que nuestras vidas están diseñadas de la mejor manera posible, por un Dios cuyo amor y gracia cubren cada detalle.
3. Dios entiende tu dolor.
¡Cuán hermosa es la verdad de que no tenemos un Dios que no pueda compadecerse de nosotras! El Dios que nos ha salvado es uno que entiende nuestro dolor: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”, Hebreos 5:15.
Jesús entiende tu dolor. Aquel que fue afligido hasta la muerte ha visto cada lágrima y escuchado cada oración… Él sabe y nos llama a depositar nuestras cargas delante de Él, porque Él tiene cuidado de nosotras (1 Pe. 5:7).
4. Podemos gozarnos en todo lo que hemos recibido de Él.
Si a partir de hoy Dios dejara de obrar en nuestra vida, Él ya ha hecho suficiente para alabarle por siempre. Siempre tendremos razones por las cuales estar agradecidas. Su Palabra nos recuerda que nuestras vidas están llenas de sus bienes y bondades, desde la bondad más grande de nuestra salvación en Cristo hasta el tener qué comer cada día.
A lo largo de estos años, Dios me ha enseñado a mirar lo que Él me ha dado por encima de aquello que me falta, y principalmente a mirarlo a Él como el bien mayor de todos mis días. “Cantaré al Señor, Porque me ha llenado de bienes”, Salmo 13:6.
Donde no habrá más llanto
El sufrimiento produce en nosotras un deseo por ese lugar donde no habrá más llanto ni más dolor, ese lugar donde nuestro mismo Señor enjugará toda lágrima de nuestros ojos; ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni más clamor, ni más dolor. Ese lugar donde aquel que está sentado en el trono habrá hecho nuevas todas las cosas, ese lugar donde todo será perfecto y estaremos por siempre con el mayor bien de nuestras vidas, Cristo Jesús, el Rey eterno, soberano y bueno.
Esperemos con ansias ese día, pero mientras llega, que nuestras vidas glorifiquen su Nombre en medio de cada circunstancia que Él haya diseñado para nosotras.
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