A lo largo de la Biblia, el número cuarenta representa limpieza y purificación. El diluvio, en tiempos de Noé, necesitó cuarenta días para limpiar la tierra de maldad.
La vida de Moisés podría dividirse en tres épocas distintas de cuarenta: él pasó cuarenta años en Egipto, cuarenta años en el desierto, y cuarenta años librando y llevando al pueblo de Dios a la Tierra Prometida. Él también ayunó durante cuarenta días en dos ocasiones: la primera vez, mientras recibió la Ley de Dios en forma de los Diez Mandamientos, y, la segunda vez, intercediendo por el pecado del pueblo.
Cuando Jonás fue enviado a Nínive, les dio a los habitantes de aquella ciudad cuarenta días para arrepentirse o esperar juicio. La Biblia registra: “Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (Jonás 3:5). El rey llamó a toda la tierra a ayunar, y dijo: “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos” (vv. 7-9). Su humildad, arrepentimiento y adoración fueron enviados por Dios, y ellos fueron recompensados con misericordia en lugar de juicio.
Después de derrotar a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y ordenar su ejecución, Elías huyó al desierto para escapar de las amenazas de muerte de Jezabel. Dios envió un ángel para alimentarlo y cuidarlo mientras él descansaba. Cuando él hubo comido la comida que el ángel preparó para él, se pasó los siguientes cuarenta días sin comida. Durante ese periodo, habló con Dios y recibió nueva dirección. Sus inseguridades y dudas fueron disipadas, y la opresión del enemigo fue quebrantada.
Sin embargo, hay más. La palabra que Elías recibió durante ese ayuno de cuarenta días afectó hasta a la generación siguiente. Él siguió la instrucción de Dios de ungir a Eliú, Eliseo y otros más para terminar la obra, y Jehú recibe el mérito de la total destrucción de la mujer Jezabel. Tal como sigue el relato, quienes fueron para enterrar el cuerpo de Jezabel después de que fuera lanzada desde la torre, solamente hallaron su cráneo, sus pies y las palmas de sus manos. Ellos le dijeron a Jehú: “Esta es la palabra de Dios, la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: ‘En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel, y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: ‘Esta es Jezabel’” (2 Reyes 9:36-37).
En la Palabra, las moscas representan demonios, al igual que lo hacen otros animales. Si pudiera usted echar una mirada al mundo espiritual, hay muchos demonios que se parecen a animales. Por ejemplo, la Biblia dice que cuando la semilla de la Palabra de Dios es sembrada, los pájaros del aire llegan para comérsela (Mateo 13:4, 19). Cuando Jesús dijo: “Tomarán serpientes” (Marcos 16:18), se estaba refiriendo a potestades demoníacas. La Biblia habla sobre pisotear serpientes y escorpiones (Lucas 10:19). David, al predecir la experiencia de Jesús en la cruz, dijo: “Fuertes toros de Basán me han cercado” (Salmo 22:12). Esos espíritus llegaron a Él, corneándolo como si fueran toros.
Esos espíritus demoníacos se unen a nuestra vida como maldiciones generacionales, ataduras, fortalezas de la mente, lujuria, perversión y adicciones de todo tipo. El problema con la mayoría de las iglesias es que simplemente espantamos las moscas durante unos cuantos días, cuando están delante de nuestras narices. Ellas se van durante un tiempo, pero no dejan de regresar. ¡Es momento de limpiar la casa! Es momento para una época de limpieza escritural. Los demonios comenzarán —lo ha adivinado— a caer como moscas, no sólo en su vida y la de su generación, sino también la futura generación de demonios que sería traspasada a sus hijos. Salomón escribió: “Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista” (Eclesiastés 10:1). Las moscas se metían en el aceite especial de la unción. Se quedaban atascadas en él, morían y estropeaban la fragancia.
Las moscas obstaculizan la unción que hay en su vida. Su adoración es contaminada por moscas de lujuria y perversión. Debemos caminar en esa unción pura que penetra en los corazones, rompe yugos, libera de ataduras y sana a los enfermos. Es tiempo de librarse de las “moscas” que haya en su negocio, en su matrimonio, en su mente, en su casa.
Ellas no pueden soportar el poder del Espíritu Santo y la intimidad de la presencia de Jesús que provienen de cuarenta días de bombardear el cielo. Algunos podrían decir: “¡Pero cuarenta días es mucho tiempo!” ¿Verdaderamente lo es? Leí un artículosobre la celebración musulmana del Ramadán, en la que todos los musulmanes —viejos, jóvenes y hasta niños— ayunan desde la salida del sol hasta su puesta durante treinta días. Al final de cada uno de esos días, todos ellos se reúnen para romper el ayuno y orar a su dios: Alá. Es una forma de adoración para ellos, que les ayuda a enfocarse en las cosas espirituales, en lugar de hacerlo en las necesidades terrenales. Ellos se unen en todas partes del mundo para ese evento religioso de treinta días, sacrificándose y orando a un dios que ni siquiera está vivo, pues sus huesos siguen en la tumba. ¿Sabía que el islamismo es la religión de más rápido crecimiento en los Estados Unidos? Se calcula que en unos cuantos años, una de cada cuatro personas en todo el mundo se habrá convertido al islamismo. Los escándalos y la corrupción que aparecen en las portadas de nuestros periódicos y la gran perversión que prevalece en cada nivel de la sociedad nos dicen lo mucho que necesitamos un avivamiento en este país.
¿Cuánto más deberíamos nosotros, como cristianos, dedicarnos al ayuno y la oración? Dios prometió: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14). Dios no miente. Sus promesas son verdaderas; sus recompensas están esperando ser liberadas, por tanto, ¿qué estamos esperando? No importa lo oscura que sea la hora o lo que esté sucediendo en la Casa Blanca o en otros países. Dios gobierna y reina sobre todas las cosas.
Tomemos el ayuno de Daniel como ejemplo. Por tres semanas, él dijo que no comería alimentos agradables (Daniel 10:3). En general, se piensa que “alimentos agradables” significa alimentos más festivos, como dulces y cosas similares. ¡Puede que eso no suene a mucho sacrificio hasta que piensa en el hecho de que somos adictos al azúcar!
Según la investigación del Dr. Colbert, los estadounidenses consumen ¡unos 11,250 libras (5,000 kilos) de azúcar en toda una vida!4 Si usted hiciera un ayuno sólo de dulces durante cuarenta días, libraría a su cuerpo de muchas toxinas y probablemente adelgazaría varias libras (varios kilos). Para algunos de ustedes, ¡sería un gran sacrificio!
Daniel tampoco bebía vino. Como creyente en esta época, eso ciertamente no debería ser un problema. Pero luego él dijo que no comió ninguna carne. ¡Eso va a golpear fuerte a muchos! Nada de refrescos, barras de caramelo, galletas, pasteles, cereales recubiertos de azúcar (sí, azúcar en todas partes de nuestra dieta estadounidense), perritos calientes, hamburguesas, filetes, tacos de carne, costillas a la barbacoa, jamón…y la lista podría continuar.
No obstante, Dios ve ese sacrificio. Cuando usted sale con personas de la oficina y van a un restaurante, y usted escoge una ensalada, patata asada (sin pedazos de tocino) y agua para beber, en lugar de ese grueso filete cocido término medio, Dios toma nota. Usted está limpiando, está purificando, ¡y está destruyendo moscas! ¿Puede renunciar a esa barrita de su chocolate preferido en la tarde para ser librado de un pecado recurrente? Para tener más de la presencia de Jesús en su vida, ¿puede beber durante cuarenta días agua en lugar de bebidas dulces y con cafeína?
¿Quiere hacer algo más que sólo espantar esas moscas de duda y confusión que inundan sus pensamientos?
Al igual que Jesús les dijo a los discípulos en el pozo en Samaria, cuando usted se abre a conocer la voluntad del Padre y a hacer la voluntad del Padre, ningún filete o pastel se compara. Nada puede llenarle y satisfacerle como eso. Prepárese para la presencia de Jesús como nunca antes la ha tenido.