Efesios 6:12 dice que no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este siglo, contra huestes de maldad, en las regiones celestiales.
En el antiguo testamento, el pueblo de Dios tenía luchas y batallas naturales, en el mundo físico. Literalmente, iban con espadas y cortaban cabezas, enterraban espadas. Nosotros, que conocemos la revelación, conocemos que nuestras batallas no son tan solo en el mundo natural, sino que nuestras batallas también son espirituales.
Éxodo 17 es uno de los lugares donde más claramente vemos plasmada la imagen que se debe pintar en nuestra mente, en nuestro espíritu, y en nuestro corazón, con la lectura en Efesios 6.
La batalla de Éxodo 17, la batalla del pueblo de Israel ante los amalecitas, no era tan solo una batalla en el mundo natural, sino que también era una batalla en el mundo espiritual.
En la vida, no todo está determinado por una sola cosa. Muchas veces, vamos a la iglesia buscando una palabra que cambie nuestra vida. Muchas veces, estamos buscando un negocio que nos haga millonarios. Muchas veces, estamos buscando una puerta que se abra, para que entonces se manifieste la bendición. Muchas veces, estamos buscando una persona para ser felices. Muchas veces, ponemos nuestra esperanza, nuestra atención, en tan solo una cosa, entendiendo y creyendo que una sola cosa va a cambiar toda nuestra vida.
En realidad, una batalla nunca tiene un solo frente, sino que toda batalla tiene múltiples frentes. En el caso de la batalla de Éxodo 17, podemos identificar, al menos, dos frentes:
2. El frente de batalla espiritual.
Todos tenemos lo interno y lo externo, lo que se ve y lo que no se ve. No podemos concentrarnos en un solo frente de batalla.
Josué y Moisés nos están presentando dos métodos, dos formas, dos maneras de vencer la misma batalla. Uno estaba en el campo, con la espada en la mano, y otro en el collado, con las manos levantadas.
Tanto estaba Josué peleando la batalla allí en el campo, como estaba Moisés peleando la batalla allí en el collado, junto a Aarón y Ur, con sus manos levantadas.
Muchas veces nos olvidamos que un frente de batalla no es tan solo lo que tenemos delante de nosotros, sino que hay otros frentes que también tenemos que cubrir. Muchas veces nuestra espada cae, porque estamos prestando atención, estamos enfocándonos, en tan solo un frente de batalla.
Si Moisés estaba en lo alto del collado con sus manos levantadas, y no hubiese habido un Josué que dirigiera a los israelitas en la batalla contra los amalecitas, los amalecitas hubieran prevalecido. De la misma manera, Josué pudo haber ido al campo de batalla, pudo haber peleado sin protección, sin bendición, sin cobertura, en el otro campo de batalla, y los amalecitas también hubieran prevalecido.
Hay algunos que tienen manos levantadas, pero no tienen espada en la mano, y hay otros que tienen espada en la mano, pero no manos levantadas. Nosotros, los guerreros de Dios, necesitamos sincronizarnos, para que podamos cumplir en el mundo natural y en el mundo espiritual.
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