La palabra para “dar” es aponemontes. Significa “asignar, otorgar o conceder.” Todos estos términos son expresiones de reconocimiento de posición. No puedes dar honor a alguien que no estimas con la máxima consideración.
Adicionalmente, la idea bíblica de dar honor tiene un giro interesante (¿no es siempre así?). ¿Cuál es el significado bíblico de dar honor? Bien, deberíamos notar que dar siempre comienza con Dios. No puedo dar lo que Dios no me ha dado ya porque Dios es el dueño de todo y la autoridad final. Así que dar honor a mi esposa comienza con la perspectiva de Dios, específicamente, que ella es la ´ezer.
Segundo, dar honor es la expresión de la exaltación reconocida. No quedamos a oscuras con esta. La palabra para “honor” es timen. Pedro utiliza esta palabra cuando describe la revelación final de nuestra fe en el regreso de Cristo. Obviamente, esta es una palabra de suma importancia.
No concedemos honor, ni asignamos honor a quienes consideramos inferiores. Claramente, Pedro no tiene noción de jerarquía inferior o superior. Las dos palabras juntas indican reconocimiento de la posición apropiada – una posición digna de honor. El esposo debe honrar deliberadamente a su esposa.
El rango pleno de timen incluye respeto, valor, dignidad y valor. En el contexto de la carta de Pedro, la imagen del Antiguo Testamento de honrar a Dios debe haber imperado en las mentes de los lectores. Adicionalmente, esta palabra les recordaría el mandamiento de “honrar a padre y madre”, una estipulación ética que conlleva peso tremendo en las culturas antiguas. Inmediatamente nos lleva la palabra hebra kaved¸ la raíz del quinto mandamiento.
La palabra imagen de kaved es la mano abierta ofrecida en la puerta o en el camino. Puedes imaginarte a alguien ofreciendo una mano de bienvenida mientras entras a su casa. La honra es una invitación a entrar. Cuando honramos a Dios, extendemos una invitación para que entre a nuestras vidas. Cuando honramos a nuestras esposas, las invitamos a entrar.
Permite que eso registre. No honras a tu esposa poniéndola en un pedestal, comprándole anillos de diamantes o enviándole flores a menos que estos actos lleguen con una invitación a que entre a tu vida. Honrarla es reconocer su lugar en tu mundo – un lugar donde tú le permites entrar en todo aspecto de quién eres. De hecho, la deshonras cuando avalas o mantienes una agenda, estatus o jerarquía que no los promueve a los dos como entidad única – una carne – ante el Creador.
Pedro sabía exactamente lo que decía. Y no tenía nada que ver con separar al hombre y la mujer en una relación artificial de superior e inferior. ¡La honra borra todo eso! La honra es una política de puerta abierta.
Ustedes esposos, ¿honran a sus esposas? ¿La has dejado entrar, de verdad?
Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida (1 Pedro 3:7)
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