Los cristianos debemos vivir de manera diferente, pero este no siempre es el caso. A través de la historia, hemos sido incapaces de cumplir nuestro compromiso con Dios. Hablamos de vivir esta vida pura para Dios, pero la verdad es que nuestra carne es débil, y fallamos. Entonces, la culpa y la condenación nos llevan a pensar que Dios no quiere nada con nosotros.
La gente no se acerca a Dios, porque el sentido de culpa los separa de él. Por esto, muchos dicen que irán a la iglesia, cuando estén haciendo las cosas bien. Lo que ellos no saben es que, aun los que estamos dentro de la iglesia, no necesariamente estamos haciendo bien las cosas. Todos estamos mal. El hombre nace siendo pecador; la diferencia es que unos luchan con unas cosas, y otros luchan con otras. Todos luchamos contra la naturaleza humana, camino a la perfección, cada cual luchando con alguna cosa.
El problema es que la culpa y la condenación nos separan de Dios. Por eso, algunos prefieren ni intentar vivir la vida divina, vivir como la sal de la tierra, porque saben que, en algún momento dado, van a fracasar.
Todos, en algún momento dado, hemos sentido que le hemos fallado a Dios. Y, cuando vemos la Biblia, desde el Antiguo Testamento, si hay algo que hay que admirar de Dios, es que nunca se ha rendido con el hombre. En la primera experiencia en que vemos a Dios con el hombre, le vemos cogiendo lodo del piso para formar a Adán; porque a Dios nunca le ha importado meter su mano en la tierra, en el polvo, en el fango de tu vida, con tal de formarte, de moldearte a su imagen. A Dios nunca le ha importado meterse en la vida del hombre, aun en medio de los peores problemas. ¿Adán falló? No hay problema, levantó a Set; después levantó Noé, quien también falló; levantó a Abraham; después, a Moisés. Dios nunca ha tenido problema en meterse con el hombre, en cambiar al hombre, en transformar al hombre. Dios no se ha rendido contigo. Otra gente se rindió hace tiempo, te dio por perdido, pensando que tú jamás vas a cambiar; pero el Dios Todopoderoso, a cada rato, mete la mano en tu reguero para tratar de sacarte y dejarte saber que él tiene un plan más grande para tu vida y que tú puedes vivir haciendo la diferencia.
Dios sabe que, naturalmente, la ley no la podíamos cumplir. En Jeremías 31:29-30, dice: 29 En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera,30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. Estos versos pueden parecer de maldición, pero lo que Dios está diciendo es que llegaría el día en que los hijos ya no tendrían que pagar las consecuencias por los pecados de sus padres. Dios dice que llega el momento donde tú no vas a tener que pagar las consecuencias de los errores del pasado, de los errores de tus padres. ¿Qué es lo que pasa en los gobiernos? Que se nos dice que, por las decisiones erróneas de otros en el pasado, ahora tenemos que seguir pagando las consecuencias. Pero, en el mundo espiritual, hay un día donde tú puedes declarar que eres libre.
Tú no tienes que seguir viviendo bajo las consecuencias de las cosas que hicieron tus padres. Tú eres una persona libre. Ahora, la pregunta es, si tus padres fallaron, ¿cómo tú no vas a fallar? Si tus padres no pudieron cumplir con el pacto, ¿qué te asegura que tú lo vayas a poder cumplir? Y es entonces que Dios dice:
31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Jeremías 31:31-34
Dios dice que un día va a bautizarte de manera tal que pondrá sus leyes en tu mente y en tu corazón, de manera que no tengas que andar preguntando si estás haciéndolo bien o no. Dios va a tratar contigo de manera tan personal, que va a poner sus leyes en tu mente y corazón, y no se va a acordar de tus pecados.
El día más glorioso de una persona es cuando su mente y su corazón están llenos de Dios, y se da cuenta que Dios no se acuerda de su pasado. Cuando Dios te mira a ti, no mira quien tú eres, ni quien eras; mira a Cristo. Y, después de Cristo, no puede mirar más nada, porque la memoria de Dios llegó hasta ahí.
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