El momento de oscuridad es el momento que te prepara para enfrentar al mundo cuando Dios te reconozca. Si David no hubiese estado detrás de las ovejas, no hubiese podido matar a Goliat con una piedra. Si lo que sabes es tirar piedras, hazlo para la gloria de Dios, aunque hoy estés en lo oculto. Son esos momentos donde tú tienes que permitir que sea Dios quien trabaje contigo, y que él señale en tu vida el momento de tu salida de ese lugar.
No fuimos hechos para estar escondidos. Lo que pasa es que hemos querido escondernos, por no causar problemas. La iglesia toma uno de dos extremos: El de acusar –haciendo el ridículo – o el de escondernos y no querer meternos, para no ofender a nadie. Ni uno ni el otro. La obra que Dios está haciendo en tu vida es para que el mundo la vea y le dé la gloria a él.
En Isaías 60:1, en adelante, Dios le habla a la iglesia: 60 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.5 Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti.
De esta escritura se desprende que Dios sabe que hay momentos de oscuridad, él reconoce eso; pero hay un día donde nace en nosotros la gloria de Jehová. Viene el día de tu alumbramiento y, cuando eso pase, todo va a cambiar. El hecho de que tú despiertes, te levantes y resplandezcas, no evita que las tinieblas cubran la tierra; pero hace que la gente no se deje llevar por las tinieblas, sino por la luz que ha nacido sobre tu vida.
Somos nosotros los que tenemos la posibilidad, porque en nosotros ha nacido la luz de Cristo. La oportunidad de tu país y de nuestras naciones no viene por el gobierno. Civilizaciones han venido y han desaparecido; ciudades han sido establecidas, y han desaparecido; naciones han desaparecido, animales se han extinguido, gobiernos han caído, corporaciones se han formado, y ya no existen; pero hay algo que nunca va a desaparecer, porque la Biblia dice que las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia. Dios siempre ha levantado a un pueblo poderoso, en medio de la oscuridad. Tú perteneces al grupo más poderoso, al grupo que te da seguridad, al grupo que permanece por la eternidad. La iglesia nunca va a desaparecer, porque en nosotros ha nacido la luz de Cristo. Todo lo que hace falta es que despiertes a esa realidad; a la realidad de que, porque en ti ha nacido la luz de Cristo, tus hijos regresarán, tus hijas serán llevadas en brazos, las riquezas llegarán a ti, las naciones vendrán a ti, la gente verá tu luz, y Dios hará contigo lo que el mundo no puede hacer.
La única posibilidad que tú tienes de despertar, y de salir de lo oculto, y de experimentar ese momento divino donde Dios te saque y te señale, es permitiendo que sea la luz de la palabra la que ilumine tu corazón; no las experiencias de otro, las vivencias de otro, las aspiraciones de lo que otro tiene, lo que otro ha pasado. Aspira a tus propias experiencias personales con Dios. Deja que la palabra te hable, deja que sea Dios quien dirija tu vida.
En Juan 8:12, Jesús dice a sus discípulos: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. ¡Qué grande poder caminar con la luz de la vida! Los problemas, las circunstancias, no tienen que cambiar –aunque van a cambiar – si tú caminas en esta vida, con la luz de la vida. Si en esta vida tú puedes ver luz, tienes posibilidad de caminar en este mundo, sabiendo para dónde vas.
Más adelante, en Juan 12:35, Jesús dijo a sus discípulos: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Gloria a Dios que nosotros sabemos para dónde vamos. Antes, cuando no le servías a Cristo, no sabías para dónde ibas; pero, desde el día que nació en ti la luz de la vida, sabes para dónde vas. A veces, las tinieblas nos sorprenden, nos llegan momentos difíciles, momentos en los que no sabemos para dónde vamos o qué va a pasar; un divorcio, una mala noticia que, de repente, te mostró un futuro totalmente destruido, y pensaste que estabas acabado; pero qué poderoso y qué grande es saber para dónde vamos. Nosotros sabemos que, aun cuando las tinieblas nos sorprenden, en nosotros se despierta la luz del mundo, y podemos caminar hacia esa luz.
Y continuó diciendo Jesús: 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. La clave es muy sencilla: Tener la luz, que es Cristo; y creer en esa luz. Cuando tienes la luz, y crees en ella, las tinieblas no te van a aturdir.
Camina como un hijo de Dios en esta tierra. No tienes que estar buscando ser descubierto; confía en que, un día, Dios te descubrirá delante del mundo y, cuando él lo haga, no te podrás esconder, porque será para su gloria.
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