Se acabó el escapar y el huir; pero, para que esto suceda, tienes que
creer en el poder libertador de Dios, creer que Dios puede sacarte de toda
situación difícil en que te encuentras y que llegará el día en que, cuando te
miren, dirán: Solamente Dios lo pudo hacer.
Cuando crees que lo que estás oyendo y viendo alrededor, afuera, parece
de confusión y de grandes problemas, es la demostración de que Dios está
contigo. Cuando el pueblo de Israel
estaba en Gosén y escuchaban los gritos, resultados de todas las plagas de Dios
contra Egipto, en ese momento de gritos donde el mundo estaba confundido, el
pueblo de Israel mantenía la fe creyendo que llegaba el momento de la
liberación.
Cree que, mientras más ruido haya a tu alrededor, más se acerca tu
liberación. El poder de Dios sobre tu
vida, en momentos como estos, es la demostración de que nuestro Dios es el Dios
verdadero. Si crees por encima de todo y
le sirves, el mundo tendrá que reconocerle y Faraón tendrá que decir: Bendíceme,
porque tú le has creído a ese Dios al que yo no había creído.
Hay varias cosas que la biblia refleja que hizo el pueblo de Dios
cuando llegó el momento de la liberación. Dios le
dio varias instrucciones al pueblo, entre ellas: Que mataran un corderito; que
pusieran sangre en el dintel de las puertas; que comieran usando vestidos y
calzados. Luego, continúa Dios diciendo:
Y cuando lleguen a la tierra prometida, continúen con el rito y, cuando los
hijos pregunten sobre el rito, les dirán: Es la víctima de la Pascua,
refiriéndose al cordero.
¿Cómo comienza tu liberación?
Reconociendo que tú no eres la víctima.
Hay una víctima en tu lugar. Jesús pagó el precio hace más de 2 mil
años. ¿Que mereces sufrir? Sí, lo
mereces. ¿Que mereces el dolor? Sí, lo mereces. Pero hubo uno que se hizo víctima
y murió por ti y por mí. Vivió en esta
tierra para darnos el ejemplo de que se puede tener victoria, por encima de las
circunstancias difíciles, y se hizo víctima para que no tengas que pagar tú el
precio.
También vemos que el pueblo de Israel, antes de ser libre, se inclinó. Esto nos enseña que Dios no puede liberar a
nadie que no sea humilde delante de su presencia. No tienes que arrodillarte delante del mundo,
ni delante de lo que la gente diga. Al
único que te rindes y te arrodillas es al Dios Todopoderoso, que es el que te
va a llevar a la tierra prometida.
Otra acción que hicieron, antes de ser libres, fue adorar. ¿Cuándo fue la última vez que, en medio de la
situación difícil, te inclinaste y adoraste a Dios? No hay adoración que libere más a un hombre
que la adoración por lo que Dios va a hacer.
¿Estás
en deudas? ¿En
problemas? ¿En dolor? ¿En amargura?
¿Te han perseguido? ¿Te han
esclavizado? Adora a Dios, desde lo
profundo de tu corazón. No escapes más;
vas a ser libre. Levanta tus manos y
abre tu boca, como nunca antes lo has hecho.
Adora, como si el matrimonio estuviese ya restaurado. Adora, como que
ya estás sano. Adora, como que ya eres libre de deudas. Adora, como
que tu familia está restaurada.
No sabemos si hoy, o dentro de un tiempo más, pero el tiempo de tu
liberación viene.
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