Tenemos que
entender que en Dios hay instrucciones específicas para nuestra vida y, aunque
no nos gusta muchas veces recibir estas instrucciones, es importante que las
recibamos y que seamos obedientes, para poder gozar las bendiciones de Gosén.
Además de la
viuda de Sarepta, Jesús hace referencia de unos leprosos que había en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, y
añade que ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán, el sirio. A
diferencia de la viuda, este era un hombre del ejército, de autoridad, valeroso,
pero leproso.
La biblia relata que Naamán tenía lepra y,
a través de su sierva, sabe del profeta Eliseo y va donde este. El profeta le da unas instrucciones
específicas de bañarse 7 veces en el río Jordán. La primera reacción de Naamán fue negarse,
pero su sierva le anima a que sea obediente a las instrucciones del
profeta. Este decide ser obediente y no
es hasta que se baña la séptima vez, dice la biblia, que recibe el milagro y es
sano.
Esto es importante porque no es hasta que
sigue cada detalle de las instrucciones que recibe el milagro. No podemos esperar ser un poquito obedientes
para recibir un poquito de la bendición.
El no murió en la cruz del Calvario para que tú estés un poquito sano, un
poquito restaurado y tu familia un poquito salva. El murió en la Cruz del Calvario para que
estés 100% sano, 100% restaurado y 100% salvos tú y tu familia.
Jesús usa estos ejemplos – el ejemplo de
la viuda de Sarepta y el de Naamán – en dos épocas diferentes, pero ambas se
desarrollan en situaciones difíciles para el pueblo de Israel. Vivían
en rechazo y desobediencia a la voz de Dios.
Cristo menciona ambas historias porque debemos entender que, cuando el
corazón rechaza las instrucciones de Dios a nuestras vidas, con ese rechazo viene
la sujeción a los tiempos.
Muchas fueron las viudas en una época de
sequía y escasez, pero una, por ser obediente al 100% de las instrucciones de
parte Dios, no estuvo sujeta a lo que se estaba viviendo en aquel tiempo. En la casa de esta viuda, nunca cesó la
harina ni el agua. Muchos fueron los
leprosos que murieron, pero hubo uno que fue diferente y humildemente siguió el
100% las instrucciones de parte de Dios.
El concepto de Gosén se hizo realidad en estas vidas, por ser obedientes
a las instrucciones de parte de Dios a través de los profetas.
Lo que tienen en común ambos es que, además
de ser obedientes, pudieron reconocer quién era el profeta de parte de
Dios. Antes de seguir las instrucciones
de Dios, tienes que saber quién es el verdadero profeta y saber cuál es la
instrucción que sale de un verdadero hombre o mujer de Dios.
En Amos 3:7, dice la biblia: Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus
siervos, los profetas. La
bendición de tener un varón, un pastor, un profeta de Dios para nuestras vidas
es que, a través de ellos, Dios nos revela lo que va a hacer en nuestras
vidas.
Para recibir la bendición de Gosén tenemos
que aprender a recibir a los profetas de Dios. Tienes que estar convencido que
la persona que está sobre ti es un verdadero siervo de Dios. Y también es importante que aprendas a
recibir el mensaje del profeta de Dios. A veces, será un mensaje que no es de nuestro
agrado, pero hay que ser obediente, someternos y actuar por instrucción divina
para recibir la bendición.
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