En Mateo 22, Jesús dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Uno de los problemas más grandes del ser humano es que le entrega a Dios solo la parte herida del corazón. No le entrega toda la mente, toda el alma y todo su corazón. Lamentablemente, el ser humano trata de fragmentar su vida, pero como somos un todo, si tenemos un área afectada, también afecta otra área. No hay un matrimonio completamente feliz, si hay problemas con los hijos porque esto afecta la familia completa. Lo mismo sucede con la fe; la fragmentan, pues hay quienes tienen fe para ser salvos, pero no para ser prósperos. Esto es interesante porque lo único que juró Dios fue prosperarnos, bendecirnos. O le entregamos todo a Dios, o no veremos los resultados que esperamos tener.
El corazón es el asiento de la fe del hombre, no en tu mente. En la mente hay expectativas, pero la fe viene del corazón. La biblia dice que es con el corazón que se cree para justicia.
El corazón es el receptor de Dios. Es ahí donde recibimos la palabra, los pensamientos de Dios. Dios busca hombres que, a pesar de las circunstancias adversas, sus corazones no se dañen. No permitas que nada ni nadie dañe tu corazón.
El corazón es el lugar donde escuchas la voz de Dios que te dirige y te guía. Es, también, el lugar del deseo. La batalla está entre lo que tu corazón quiere hacer y lo que tu carne quiere hacer. Dios quiere poner los deseos de Él en tu corazón.
El corazón es el lugar donde puedes discernir entre lo bueno y lo malo. Quizás, en algún momento, tomaste una mala decisión, pero en tu interior sabías que no era la decisión correcta, aunque comoquiera lo hiciste.
En Marcos 11:23-24, nos dice que en el corazón es donde se cree. Romanos 10:8 nos dice que la palabra de fe está dentro de nuestro corazón. Deuteronomio 30:6 nos habla de que Dios quiere que limpies tu corazón para que pueda traer vida. Romanos 5 nos dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
Todo lo que expresamos en nuestra vida, es producto de nuestro corazón. La biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Todo lo que manifiestas en tu vida es porque hay algo en lo profundo de ti. Puedes tratar de cambiar tu mente, tener pensamientos positivos, tratar de cambiar tus palabras, pero, si no cambias tu corazón, terminas pensando de la misma manera. Tus palabras, tus amistades, tu atmósfera, tu ambiente y lo que manifiestas es producto de lo que hay en tu corazón.
Hasta que no comiences a corregir lo que está en tu corazón, nada cambiará, ni sucederá en tu vida. Para amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y toda tu mente, tienes que arreglar tu corazón. Dios hablará a tu corazón y verás como ordenará tus pasos, todo tu ser y alcanzarás el destino que él tiene para ti.
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