¿Qué voces habitan en su mente? Tal vez una de ellas es la voz del temor que susurra: ¿Y si sucede esto? O tal vez es la voz que duda de sus propias capacidades, que la amonesta y le dice: “Has cometido tantos errores estúpidos anteriormente, no puedes hacer nada bien”. Tal vez es la voz del desprecio que la golpea continuamente mientras ruge: “Estás demasiado gorda. Estás demasiado fea. Nadie te quiere. Probablemente Dios cometió un error cuando te formó”.
Las voces que escuchamos adoptan muchas formas y posturas, pero no tenemos que permitirles que planten semillas que poblarán nuestras mentes. En cambio, podemos arrancar esas malas hierbas de raíz y remplazar estos pensamientos con las semillas de la verdad.
Me gusta usar un pequeño proceso de tres pasos cuando necesito cambiar mi forma de pensar: reconocer, desarraigar y remplazar. Tres palabras para llegar al pensamiento correcto. Es asombroso lo rápido que puede crecer la mala hierba en nuestras mentes sin que siquiera nos demos cuenta de ello. En lo que respecta al jardín de flores que tenemos en el frente de nuestra casa, me da la impresión de que las malas hierbas crecen de la noche a la mañana. Luego de solo unos días, ¡algunas de esas plantas inoportunas suelen crecer hasta llegar a tener el tamaño de un pequeño arbusto! Así que tenemos que estar vigilantes y alertas, para reconocer las hierbas enseguida que aparecen. El apóstol Pedro (quien sabía algunas cosas acerca de la tentación, ya que él mismo fue tentado y luego negó a Cristo), escribió: “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar”.
Es algo inevitable, las dudas, el desaliento y las mentiras aparecerán de repente en nuestras cabezas. ¿Cómo las reconocemos? Debemos dedicar un momento a considerar nuestros propios pensamientos personales recurrentes, aquellos que parecen estar creciendo en nuestro propio jardín. Yo misma luché muchos años con la duda de mis capacidades en todas las áreas de mi vida, desde mi apariencia física hasta mi habilidad para construir relaciones.
En primer lugar, tuve que reconocer que eran pensamientos dañinos y destructivos. Estaban causando más perjuicio que beneficio. A menudo nos acomodamos a nuestros temores y dudas y no logramos identificarlos como malas hierbas. Tenemos que reconocer que no están basados en la Palabra de Dios y que acaban con el gozo de nuestras vidas. Estos pensamientos también impiden que crezcan las buenas semillas.
Deténgase un momento y considere: ¿cuáles son algunas de las voces destructivas que está permitiendo que crezcan en su mente? ¿Cuáles son esos temores que está alimentando continuamente? Un buen indicador de su pensamiento dañino es pensar en cuál fue el tema de su última discusión con alguien. A menudo las discusiones son el motivo de nuestros pensamientos dañinos. Reconozca el pensamiento engañoso por lo que es y también reconozca que lo está distrayendo a usted, y a otros, de los hermosos atributos que están listos para crecer y florecer. Aún peor, el pensamiento engañoso puede destruir esos atributos.
Una vez que comienza a reconocer las malas hierbas en su propio cerebro, entonces es hora de arrancarlas de raíz. Si alguna vez ha atendido un jardín sabe que si solo arranca la parte superficial de las malas hierbas, estas aparecerán otra vez enseguida. ¡Tiene que arrancarlas de raíz! Eva tenía que haber desarraigado la voz del enemigo llegando a la raíz del problema. No se trataba solo del fruto, más bien se trataba de la duda sobre la bondad y el cuidado de Dios.
El asunto de fondo era la falta de confianza de Eva en el amor de Dios por ella. Dios le había dado todos los árboles de aquel jardín perfecto excepto el árbol del conocimiento del bien y del mal. Había hecho esto por el bien de ella y de Adán, para protegerlos. Pero, en vez de enfocarse en la bondad, el cuidado y la provisión de Dios, Eva empezó a pensar que Dios le estaba reteniendo algo. Creyó la mentira de que Dios no la amaba y que le estaba negando lo mejor. Sin embargo, el amor y la bondad de Dios nos dicen: “Te he dado todo lo que necesitas”. La voz de la duda dice: “Dios no te ama. Mira lo que te está negando”.
¿Qué hay en la raíz de las voces negativas que aparecen de repente en nuestras cabezas? Piense bien en ello por un momento. Con respecto a mis propias dudas, cuando le pedí a Dios que me revelara lo que estaba en el fondo de mi corazón, empecé a darme cuenta de que había algunos temas profundos. Uno era mi temor a lo desconocido y la falta de confianza en que Dios realmente cuidaría de mí, independientemente de lo que sucediera en mi vida. También me di cuenta de que mi propia reputación se había convertido en un ídolo en mi mente. Quería agradar a todo el mundo y no podía soportar la idea de pensar que alguien descubriera que tenía defectos. Me di cuenta de que confiar en Dios significa confiar en que Él cuidará de mí sin importar lo que suceda. Confiar en Él también significa creer que Él me hizo y me formó y que no cometió ningún error. Significa confiar en que Él protegerá mi reputación y honor.
Somos hechura suya, creados para buenas obras. Dios tiene un plan para nosotros y es nuestro Buen Pastor, quien nos dirige y nos guía a lo largo de todo el plan que tiene para nosotros siempre y cuando nos volvamos a Él. La Biblia nos recuerda que Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Somos obras maestras creadas en Cristo para buenas obras, las cuales Dios ha preparado de antemano para que andemos en ellas. Sí, verdaderamente él tiene un buen propósito para nosotros, porque nos ama. En última instancia, cuando llego a la raíz de las voces que suelo escuchar, esas raíces lucen muy similares a las de Eva: dudo de la bondad y del amor eterno de Dios por mí.
Tratar con las raíces de las malas hierbas en mi mente me permitió desarraigarlas, confesarlas a nuestro Padre amoroso y luego encaminarme en una nueva dirección. Necesitaba remplazar las raíces viejas y feas con una verdad vibrante y saludable. ¿Cuál es la verdad que conozco acerca de Dios? La Biblia revela que Dios es amor. La esencia de su naturaleza es amor. Dios es bueno y es fiel. Todo lo puede. ¡Oh, qué semillas tan poderosas e influyentes aquellas que plantamos en nuestro cerebro cuando conocemos la Palabra de Dios!
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