Éxodo 33:16 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
Se ha puesto a pensar en la cantidad de ocasiones que hablamos acerca de Dios sin entender que Él está justo en el mismo lugar y hablamos de Él como si no lo estuviera? Es asombroso que pretendemos que Dios esté siempre ahí cuando lo necesitamos, pero lo ignoramos el resto del tiempo, se convierte en alguien importante cuando no sabemos que hacer o cuando necesitamos algo pero no le incluimos en nuestras decisiones, ni en el resto de nuestro día. Esto que le comento, no es algo raro, ni es algo poco común, lamentablemente es parte de nuestro día a día, y tiene que ver con lo poco que conocemos a Dios y por tanto lo poco que le hacemos parte de nuestro día a día.
Pero no siempre fue así, cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto, lo hizo de una manera muy especial, ya que estos nunca habían sido guerreros, nunca habían tenido armas y por los últimos 400 años habían sido esclavos, por lo que carecían de toda identidad y de toda fuerza, por tanto Dios los acompaño manifestándose como una columna de humo durante el día y como una columna de fuego durante la noche, y esto no era solamente para que supieran por donde ir, sino para que todos los demás pueblos que los vieran les temieran, al ver que su Dios iba por delante de ellos. Se puede usted imaginar?, debe de haber sido impresionante el poder ver al Dios que iba por delante de su pueblo, quien se les enfrentaría?, quien se les acercaría siquiera?, cualquiera que los viera les respetaría y les abriría camino.
Aún viviendo esto, el pueblo era tan inmaduro que no pudo esperar 40 días para que su Dios les diera una ley que les permitiera vivir en obediencia e hiciera que esa presencia no se apartara de ellos y vivir constantemente bajo el favor de su Dios, en pocos días se hicieron un becerro de oro y decidieron no solo adorarle sino atribuirle los milagros y las obras que Yahvé había hecho por ellos, terrible, no? Pero eso suele ser muy natural y muy común cuando dejamos de ver a nuestro Dios, cuando le perdemos de vista, simplemente perdemos nuestra identidad y aun lo que sabemos que es obra de Él, se pierde y se confunde en nuestras mentes y se lo atribuimos a otros seres, factores o razones, simplemente lo olvidamos.
Moisés sabía que la identidad de los israelitas venía de Dios y que sin la presencia de Dios en su camino estarían desprotegidos y a la merced de cualquiera que se les pusiera enfrente, por tanto rogaba a Dios que los perdonara y que no los fuera a dejar desprotegidos, sin su presencia delante de ellos, no sabrían quienes eran, ni que hacer. Así como pasaba con los israelitas, sin Dios nosotros no tenemos identidad, y estamos a merced de las circunstancias y de cualquier cosa que nos pueda pasar, estamos a expensas de los efectos de la tierra, depende de nosotros el sabernos en la presencia de Dios y hacerle parte de todas nuestras situaciones, de manera que Él sea siempre el primero y el mas importante en nuestro corazón y en todo lo que hacemos.
Note como en la cita de hoy Moisés hace énfasis en la necesidad de diferenciarse del resto de los pueblos, ya que en la identidad que Dios les daba los prevenía de todo mal y les aseguraba abundancia y estabilidad, por tal su ruego pudiera parecer casi que desesperado, pues al perder la presencia de Dios con ellos, lo perderían todo. Hoy en día hay muchas personas que viven de esta manera, sin identidad y a expensas de su medio ambiente, sin tener una garantía para su vida y sin tener nada seguro, todo lo que necesitan es regresar a su origen, a caminar justo detrás del aquel Dios al que dicen amar, pero no conocen y a obedecerle, para que su fidelidad, su amor y su favor sea derramado en sus vidas como Él lo promete a aquellos que se hacen su pueblo y están dispuestos a adoptar su identidad.
¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
Se ha puesto a pensar en la cantidad de ocasiones que hablamos acerca de Dios sin entender que Él está justo en el mismo lugar y hablamos de Él como si no lo estuviera? Es asombroso que pretendemos que Dios esté siempre ahí cuando lo necesitamos, pero lo ignoramos el resto del tiempo, se convierte en alguien importante cuando no sabemos que hacer o cuando necesitamos algo pero no le incluimos en nuestras decisiones, ni en el resto de nuestro día. Esto que le comento, no es algo raro, ni es algo poco común, lamentablemente es parte de nuestro día a día, y tiene que ver con lo poco que conocemos a Dios y por tanto lo poco que le hacemos parte de nuestro día a día.
Pero no siempre fue así, cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto, lo hizo de una manera muy especial, ya que estos nunca habían sido guerreros, nunca habían tenido armas y por los últimos 400 años habían sido esclavos, por lo que carecían de toda identidad y de toda fuerza, por tanto Dios los acompaño manifestándose como una columna de humo durante el día y como una columna de fuego durante la noche, y esto no era solamente para que supieran por donde ir, sino para que todos los demás pueblos que los vieran les temieran, al ver que su Dios iba por delante de ellos. Se puede usted imaginar?, debe de haber sido impresionante el poder ver al Dios que iba por delante de su pueblo, quien se les enfrentaría?, quien se les acercaría siquiera?, cualquiera que los viera les respetaría y les abriría camino.
Aún viviendo esto, el pueblo era tan inmaduro que no pudo esperar 40 días para que su Dios les diera una ley que les permitiera vivir en obediencia e hiciera que esa presencia no se apartara de ellos y vivir constantemente bajo el favor de su Dios, en pocos días se hicieron un becerro de oro y decidieron no solo adorarle sino atribuirle los milagros y las obras que Yahvé había hecho por ellos, terrible, no? Pero eso suele ser muy natural y muy común cuando dejamos de ver a nuestro Dios, cuando le perdemos de vista, simplemente perdemos nuestra identidad y aun lo que sabemos que es obra de Él, se pierde y se confunde en nuestras mentes y se lo atribuimos a otros seres, factores o razones, simplemente lo olvidamos.
Moisés sabía que la identidad de los israelitas venía de Dios y que sin la presencia de Dios en su camino estarían desprotegidos y a la merced de cualquiera que se les pusiera enfrente, por tanto rogaba a Dios que los perdonara y que no los fuera a dejar desprotegidos, sin su presencia delante de ellos, no sabrían quienes eran, ni que hacer. Así como pasaba con los israelitas, sin Dios nosotros no tenemos identidad, y estamos a merced de las circunstancias y de cualquier cosa que nos pueda pasar, estamos a expensas de los efectos de la tierra, depende de nosotros el sabernos en la presencia de Dios y hacerle parte de todas nuestras situaciones, de manera que Él sea siempre el primero y el mas importante en nuestro corazón y en todo lo que hacemos.
Note como en la cita de hoy Moisés hace énfasis en la necesidad de diferenciarse del resto de los pueblos, ya que en la identidad que Dios les daba los prevenía de todo mal y les aseguraba abundancia y estabilidad, por tal su ruego pudiera parecer casi que desesperado, pues al perder la presencia de Dios con ellos, lo perderían todo. Hoy en día hay muchas personas que viven de esta manera, sin identidad y a expensas de su medio ambiente, sin tener una garantía para su vida y sin tener nada seguro, todo lo que necesitan es regresar a su origen, a caminar justo detrás del aquel Dios al que dicen amar, pero no conocen y a obedecerle, para que su fidelidad, su amor y su favor sea derramado en sus vidas como Él lo promete a aquellos que se hacen su pueblo y están dispuestos a adoptar su identidad.
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