QUE TU ESFUERZO NO SEA EN VANO

Dice la palabra del Señor en Salmos 127 que estaría de más que madrugaras y fueras tarde a reposar, si al llegar a tu casa lo que comes es pan de dolores, puesto que a su amado dará Dios el sueño.
No importa el éxito que un hombre o una mujer tenga, si cuando llega a su casa nada tiene sentido.
No importa lo que puedas alcanzar, lo que puedas lograr, o la composición familiar que tengas, ya seas soltero o casado, no importa el lugar en que te encuentres en medio de tu matrimonio, una de las guerras más grandes que tenemos es levantarnos temprano a trabajar, acostarnos tarde, y todo para haber comido pan de dolores y no poder reposar.
El hogar es el lugar donde deberíamos tener reposo, descanso para recuperar las fuerzas, para volver a salir al otro día a luchar, a trabajar; pero la realidad de muchos es que a veces hay más guerra en el hogar que la que experimentan afuera.
No hace falta estar casado para vivir en guerra. Un soltero puede entrar a su hogar y vivir en tanta desesperación, tanta ansiedad, tantas expectativas incorrectas, que tampoco pueda llegar a su hogar y disfrutar de lo que Dios está haciendo en su vida.
Lo que describe este capítulo 127 del libro de Salmos es la vida de muchas personas. ¿De qué sirve tener el mayor éxito del mundo, si cuando llegas a tu casa no hay paz? Porque entonces lo que nos preguntamos es: ¿Para qué trabajar tanto? ¿Para qué luchar tanto?
Esto no quiere decir que no vaya a haber conflicto en los hogares, o que un soltero no va a enfrentar conflictos, dificultades y situaciones; lo que pasa es que hay que entender ciertos parámetros.
Varias cosas nos dice el salmista en este capítulo. En primer lugar, todos buscamos edificar una casa, y es en vano, si no es Dios quien la edifica. Es en vano si no es Jehová quien te da las herramientas, el fundamento, si no es él quien la edifica.
En segundo lugar, todos buscamos proteger a nuestra familia. Buscamos protección y seguridad; pero nada de lo que tú hagas se puede comparar a la protección espiritual que solo Dios te puede dar. Nada se puede comparar a un hombre, a una mujer que vive de rodillas. Tú puedes tratar de cubrir a tus hijos, cortarles el teléfono, el celular, para que no se conecten con el mundo, pero nada es más poderoso que una familia que viva de rodillas, que envíe la palabra del Señor y que declare la protección sobre su familia.
Hay familiares tuyos que no entienden que la protección que reciben, la reciben porque tú estás en la iglesia, porque estás de rodillas. No hay cinturón de seguridad que pueda proteger a un hijo o a un nieto de un accidente, como la oración de unos padres o de una abuelita. Lo que pasa es que a veces, aun nosotros los creyentes, nos olvidamos de eso y buscamos proteger a nuestros hijos con mejores accesorios de seguridad, olvidando que la protección más grande sobre nuestra familia proviene de Jehová.
Si Jehová no está velando por tu casa, en vano tú estás velando. La biblia dice que, cuando tú estás durmiendo, el poderoso de Israel no descansa, no duerme. Cuando vas a dormir, lo que tienes es que estar seguro que Dios está cuidando de los tuyos.
Envía una oración, envía una palabra, porque no hay nada de lo que tú hagas que vaya a proteger a tu familia, más allá de la cobertura espiritual que tú puedes proveer para ti y para todos los tuyos.

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