A QUE TE LLAMO DIOS

En Filipenses 3, Pablo dice que él mismo no lo había alcanzado todo, pero una cosa hacía: Moverse hacia adelante, extenderse a la meta del supremo llamamiento de Dios. Pero, ¿qué es ese supremo llamamiento? ¿Qué es el llamado de Dios para tu vida?
Hay quienes piensan que el supremo llamamiento es entrar a algún ministerio eclesiástico, cuando en realidad, hay personas que su llamado es a ser doctores, políticos, empresarios. El supremo llamamiento de Dios para tu vida no necesariamente es ser pastor o ministro; no si esto requeriría que te salieras del lugar al que Dios te llamó, del área en la que Dios te ha preparado, para entonces entrar en una vocación ministerial para la cual probablemente Dios no te ha llamado. Si confundes estas cosas, vives una vida de insatisfacción.
Claro que Dios puede llamar a un abogado a ser pastor; la pregunta es si realmente es eso lo que Dios quiere para ti. Si la respuesta es sí, gloria a Dios. Pero si no es ese tu llamado y te empeñas en ser pastor, entonces estarías menospreciando lo que Dios te ha dado, el llamado que Dios ha hecho a tu vida y, por consecuencia, vivirás una vida a la mitad, no tendrás el éxito que Dios tiene preparado para ti.
Pablo estaba enfocado en alcanzar aquello para lo cual Dios lo había llamado. En el verso 14, de Filipenses 3, Pablo nos dice que el supremo llamamiento de Dios está en Cristo Jesús. El llamamiento de Dios del que Pablo nos habla, no es el llamado a salvación. Pablo no buscaba alcanzar la salvación, sino que, con celo, buscaba alcanzar su máximo potencial.
Cuando se nos habla de la historia de Lázaro y se nos dice que Jesús dijo: Lázaro, ven fuera; la escritura utiliza la misma expresión que usa Pablo cuando habla de alcanzar nuestro llamamiento, y se refiere a salir de la condición en que nos encontramos y llegar a la vida, levantarnos de la tierra, de las cosas naturales y alcanzar la vida que Dios tiene para nosotros.
No menosprecies el lugar al que Dios te ha llamado. No menosprecies la vocación, el trabajo. Un ministro no es ni más ni menos que nadie en el reino de Dios. En el reino de Dios no hay posiciones, sino que hay llamados, hay dones; y todos somos importantes dentro del reino de Dios.
Tu supremo llamamiento no es ser algo en específico, sino alcanzar quien tú eres en Cristo Jesús. Tu supremo llamamiento es que, en tu área, prosigas hasta alcanzar todo lo que Cristo puede hacer en ti.

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