En Éxodo 9, se nos narra uno de los momentos en que Moisés va frente
a Faraón para pedirle, en nombre de Dios, que dejara ir a su pueblo. De no
dejar ir al pueblo, Egipto enfrentaría una plaga que atacaría al ganado, y
especifica la palabra que Jehová haría separación entre el ganado del pueblo
egipcio y el ganado del pueblo de Israel. Nada moriría de todo lo de los hijos
de Israel.
Luego de esto, vino también el granizo, que hirió todo aquello que
estaba en el campo, y dice la biblia que solamente en donde estaban los hijos
de Israel no hubo granizo.
Puede que en Egipto esté cayendo granizo, pero que solamente tu
negocio sobreviva, que solamente tu casa siga hacia adelante, que solamente lo
que Dios ha puesto en tus manos sea protegido.
En Éxodo 11, se nos dice que, en aquella ocasión, sería el ángel de
la muerte quien pasaría, y que todo primogénito moriría. Los primogénitos representan
el futuro, la esperanza del mañana.
De todas esas cosas, Dios protegió a su pueblo. De hecho, la
protección divina fue la marca más importante en el momento en que el pueblo de
Dios se preparaba para salir de Egipto.
Todo esto que vemos en estos capítulos es una transición por la cual
Dios va pasando a su pueblo, mostrándole que él habría de proteger todo, desde
lo más simple, hasta lo más poderoso.
Todos, de alguna manera u otra hemos sido afectados por las malas
noticias, por los problemas a nuestro alrededor, por los robos, por las situaciones
que hay en la calle; vemos un mundo de inseguridad total. Si nos volvemos
víctimas de los terrores que hay a nuestro alrededor, perdemos el disfrute de
aquellas cosas que Dios ha preparado para nuestra vida, por no ser capaces de
verdaderamente entender que el Dios al que nosotros le servimos es capaz de
proteger, es capaz de cuidar, es capaz de hacer una cobertura especial sobre
nuestras vidas.
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