Santiago 5:19-20 nos advierte que el error conduce a la muerte: “Hermanos, si alguno de vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que hace volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. Desde el momento en que corregimos una mentira o rehusamos aceptarla, estamos luchando contra la multiplicación del pecado. En cambio, si permitimos que la mentira prolifere, vamos a ver los cadáveres cayendo, espiritualmente, a nuestro alrededor.
Pienso en el cuento para niños del escorpión y la rana. El escorpión le pidió a la rana que lo ayude a cruzar el río. La rana, reacia, temiendo el aguijón mortal, trató de rehusarse cortésmente, pero al final fue convencida por las palabras elocuentes del escorpión. En medio del río, éste le clava el aguijón. “¿Por qué hiciste eso? ¡Ahora ambos vamos a morir!”, gritó la rana mientras sentía el veneno quemar su cuerpo. El escorpión contestó: “Pero el aguijonear está en mi naturaleza”. Destruir está en la naturaleza de Satanás.
Tal vez usted esté leyendo esto y hasta haya rehusado el regalo de la salvación que Cristo le da gratuitamente. Tal vez ha vivido por años, proclamando ser cristiano, pero interiormente sabe que nunca ha habido un verdadero cambio en su vida. Si éste es su caso, repita ahora esta oración:
Señor, perdóname por creer tanto tiempo una mentira. Ahora creo que sin Cristo estoy perdido. Recibo su muerte y su resurrección como mi única esperanza. Acepto a Jesús como Señor y Salvador de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.*
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