Conocida como la “Madre Teresa de los beduinos”, aunque no le gusta esa descripción, Aileen Coleman, una misionera australiana de 77 años ha pasado 50 de ellos, sirviéndoles a los pobres en el Medio Oriente.
“Si, no he sufrido nada. Una vida maravillosa. No me arrepiento”, dijo Coleman.
Esta misionera dirige un hospital misionero en el desierto de Jordania proveyendo atención médica a los beduinos, una tribu nómada de árabes que se están asentando cada vez más en un solo lugar.
“Tengo grandes amigos entre los árabes. Creo que algunos de mis mejores amigos en el mundo son musulmanes que nos han cuidado y en tiempos de conmoción política nos han alimentado trayéndonos comida, y por eso son una gente grandiosa”, comentó Aileen.
Aileen salió por primera vez al Medio Oriente cuando solo tenía 25 años. Eran los años cincuentas, época donde era raro que una mujer sola asumiera los retos del trabajo misionero, y más dirigiéndose a una sociedad donde la mujer jugaba un rol muy distinto.
Aileen mencionó que las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase y sin autoridad dentro de la familia, “Por ejemplo, yo aprendí a nunca presentar mi mano para saludar. Yo espero hasta que el hombre extiende la suya y luego correspondo.”
Pero este no fue el único reto cultural al que tubo que enfrentarse.
“Ayudamos a la esposa de uno de los sheiks a quedar embarazada y en agradecimiento ella hizo una fiesta para nosotros. Le sacó un ojo a una oveja y todos se detuvieron porque estaban muy impresionados de que ella me hubiera dado el ojo. Le pregunté a otro de los misioneros que debía hacer con eso. Ella dijo cómetelo. Entonces con gran dificultad y oración, me lo tragué todo.”
Aileen trabajó por 10 años en un hospital misionero en Belén, donde conoció a su mejor amiga la Dra. Eleanor Salto y con quien pronto decidió unir fuerzas, “sentimos que Dios quería que nos moviéramos al otro lado del río Jordán para vivir entre los beduinos. Para estar cerca de ellos y darles cuidados médicos y simplemente aprender su cultura y ser parte de sus vidas”.
Así que salieron juntas hacia Jordania sin un destino específico en mente y ningún lugar donde quedarse, y en donde los primeros años no fueron fáciles – dormían en el piso, con ratas por todos lados, inviernos amargos, y tormentas de arena destrozaban la tierra seca siete meses al año.
Su perseverancia les dio el apodo de “ratas del desierto”, como a los soldados australianos que lucharon en el Norte de África.
Esos humildes inicios lanzaron el Sanatorio Annoor para Enfermedades del Pecho, un hospital misionero de 60 camas que da cuidados médicos prácticamente gratuitos, “Nosotros cobramos por un mes de hospitalización con cuidados completos diez dólares canadienses si los tienen. Y muchas veces son tan pobres que es gratis. Tratamos de hacerles pagar un poco porque les ayuda sentir que han pagado algo en relación con el costo de sus cuidados”, explicó Coleman.
El personal del hospital comparte libremente sobre su fe en Jesús, algo prohibido en Jordania, al tratarse de un país musulmán; sin embargo, al ser dueños de la propiedad en la que se encuentran, las autoridades no lo consideran evangelismo sino adoración dentro de los límites de su propiedad.
Aileen trabaja en la actualidad sin la Dra. Salto, quien murió en un incendio en 1997.
Pero no esta sola, junto a ella están los trabajadores beduinos que ha entrenado, 20 misioneros sirven ahora en el hospital. Aileen menciona que nunca se casó, pero que de haberlo hecho no hubiera logrado todo lo que ha hecho.
“Yo disfruto ser soltera y creo que ha sido un gran don de Dios. No soy feminista, no estoy contra el matrimonio, pero para mi ha sido una opción de Dios buena, perfecta y aceptable. Y no me arrepiento de ser soltera”.
Y aunque nunca tuvo sus propios hijos, recibió y cuidó a nueve beduinos huérfanos.
El trabajo de Aileen ha sido plasmado en un libro, y ha recibido reconocimiento tanto del rey como la reina de Jordania, así como de la Reina Isabel – premios que mantiene guardados en una caja, “creo que como sirviente de Jesucristo, él me está honrando – no es que necesite ser honrada por Él, pero su aprobación a lo que hago es mucho más importante para mi”.
0 comentarios:
Publicar un comentario